21-10-2019 La relación con Estados Unidos es infinitamente compleja y lo será aún más en los próximos meses. ¿Una demostración?: casi al mismo tiempo que se informaba que Trump había dado su apoyo al gobierno mexicano por lo sucedido en Culiacán y que había aceptado “poner fin” al tráfico de armas hacia México (en realidad, en la versión que se dio de la conversación, lo que Trump dijo fue que estaba de acuerdo con la propuesta que hizo el presidente López Obrador, sin ninguna instrucción en concreto), el hijo de Trump, Eric, subía un tuit con imágenes de Culiacán, dondeafirmaba: “Esto es una locura. La anarquía (la ausencia de ley) en México, es la verdadera razón por la que necesitamos un gran muro”.
Más allá de la constante doble o triple personalidad de quienes ocupan la Casa Blanca, lo cierto es que autoridades mexicanas aportan a la confusión. En el Homeland Security y en reuniones políticos y empresarios estadounidenses sesuele preguntar quién maneja la relación de EU con nuestro país. Ellos dan por cierto que esa relación pasa por la cancillería, por Marcelo Ebrard, que además de canciller, es una suerte de supersecretario, “un presidente exterior“ le llama Leonardo Curzio, con atribuciones muy amplias y mandos directos (vía el control de la política migratoria) en ámbitos de migración, seguridad (vía los elementos de Guardia Nacional desplazados en la frontera), la secretaría del Trabajo y Bienestar social, además de las que devienen de su cartera.
Pero resulta que, en muchas ocasiones, la embajada en Washington insiste en que la embajadora Martha Bárcena es quien debe establecer esa relación argumentando que ella tiene contacto directo con el presidente y presumiendo de la relación familiar con el mandatario, ya que su esposo, Agustín Gutiérrez Canet, un hombre con larga experiencia diplomática, es tío de la esposa del presidente, la señoraBeatriz Gutiérrez Müller.
Llama la atención y desconcierta porque las señales del presidente López Obrador respecto a que Ebrard es el responsable de la política exterior, particularmente con Washington, han sido innumerables y explícitas.
Muchos no están de acuerdo con la política migratoria adoptada y probablemente tienen una parte de razón. Lo que sucede es que la política de fronteras abiertas anunciada al inicio de la administración, fue un error descomunal que puso en riesgo la seguridad nacional y era imprescindible, más allá de las amenazas de Trump, ciertas, adoptar medidas que garantizaran la seguridad en nuestras fronteras. Eso fue lo que decidió el presidente López Obrador, asumiendo un costo alto.
Pero la confusión aumenta porque la embajada en Washington no parece estar de acuerdo con lo decidido por el presidente López Obrador y el canciller Ebrard. Gutiérrez Canet, el esposo de la embajadora, con amplio activismopúblico en México y en Estados Unidos (algo también insólito para los cánones diplomáticos, los esposos o esposas de los embajadores no opinan públicamente sobre los temas de su representación) no está de acuerdo con la política migratoria, hace críticas explícitas contra el presidente Trump y su administración y mueve sus relaciones en medios de aquí y de allí en un franco ataque contra Ebrard, responsabilizando al canciller de la política migratoria sin asumir que la misma es, le guste o no al esposo de la embajadora, la que decide y apoya públicamente el presidente López Obrador.
Todo esto no pasaría de algo quizás anecdótico o de luchas palaciegas a larga distancia, sino fuera porque México tiene en el corto plazo una agenda de enorme importancia estratégica que se debe decidir en Washington: la aprobación del TMEC, los temas de seguridad bilateral potenciados por la crisis de Culiacán, la crisis migratoria, la de los opiácios,cuya responsabilidad se le adjudica a nuestro país. Y eso es sólo lo más urgente en medio de un proceso político en el que está en debate el propio impeachment del presidente Trump, previo a las elecciones de noviembre del año próximo.
En ese contexto, las ambiciones personales y las grillas palaciegas debilitan y dañan al país, a la política internacional y, aunque se utiliza el argumento de que se quiere apoyar al presidente López Obrador, en realidad también lo debilitan y lo quieren mostrar como un hombre manipulable. Deberían entender, ya que dicen conocerlo tanto, que no lo es.