El irremediable final de El Marro
Columna

El irremediable final de El Marro

23-06-2020 Es verdad, nunca habíamos visto a un personaje del crimen organizado en un video llorando por la detención de su madre y asegurando que se uniría a cualquier otro grupo con tal de vengarse de esas detenciones, de las fuerzas del Estado y de sus rivales del Cártel Jalisco Nueva Generación. Pero tampoco nunca habíamos tenido un personaje como José Antonio Yepez, El Marro, al frente de una organización criminal que evolucionó demasiado rápido de un grupo criminal local a verse envuelto en una guerra abierta contra el Estado y sus enemigos.

No nos engañemos, con su peligrosidad y su capacidad de generar recursos, el Cártel de Santa Rosa de Lima poco y nada puede hacer frente a organizaciones criminales como el CJNG o el cártel de Sinaloa. Nació como una organización local, luego de que El Marro pasara por varios grupos, como el cártel del Milenio, como un personaje de segundo nivel. Regresó a su tierra y encontró, sobre todo en el huachicol, terreno fértil para crecer, gracias, sobre todo, a su asociación con autoridades locales y a un ejercicio de la violencia, en sus inicios, muy moderado comparado con otros grupos, lo que le permitió tener apoyo de algunas comunidades sobre todo rurales.

Por eso su grupo criminal gira en torno a su círculo familiar: su madre, sus hermanas, sus parejas sentimentales, sus primas, sus amigos y varios funcionarios locales con arraigo en distintas comunidades. Por eso mismo el golpe que recibió el sábado fue devastador, más allá de la violencia que generó en Celaya y muchas otras ciudades guanajuatenses.
La estructura del Cártel de Santa Rosa de Lima es el de una buena organización local, con cuatro áreas en las que se sustenta: una base familiar; otra operativa; una de protección y una base financiera.

En la base familiar participan todos. Están la madre, el padre, su hermano, su hermana, sus tres parejas sentimentales y son los que le dan buena parte del apoyo cotidiano al Marro. Hay un área operativa, donde están los jefes de plaza, sicarios, funcionarios locales y algunos familiares más lejanos.

Tiene un área de protección, con funcionarios de todo tipo, desde anteriores hasta actuales presidentes municipales. Lo ocurrido el sábado no es inédito, el año pasado en otro operativo que intentaba detenerlo, hubo una intensa participación de autoridades locales para protegerlo. Fue gente de la comunidad, pero también hubo policías municipales y otros funcionarios, incluso llegó gente de otros municipios para realizar bloqueos, se dio lo mismo que en Culiacán, cuando se intentó detener a Ovidio Guzmán, sólo que a una escala más pequeña, pero el mecanismo de protección fue el mismo. Entre los políticos y los jefes de policía que le dan apoyo a “El Marro”, se incluyen también trabajadores y funcionarios de PEMEX, porque es imposible poder realizar el robo de combustible a la escala en que lo hacía (y en parte aún lo hace) este grupo sin tener conocimientos y complicidad en la empresa petrolera.

No se puede explicar lo que ha sucedido en los últimos meses y años en Guanajuato sin la lucha que libran el CJNG contra el cártel de Santa Rosa de Lima. El CJNG le ofreció asociarse y el Marro los rechazó, ahí comenzó la guerra.

Para el CJNG quedarse con esas plaza, implica no sólo el control del huachicol, un tráfico que depende en mucho del control de la refinería y los ductos que de allí llegan y parten, sino también mantener el control de las principales carreteras que cruzan hacia el norte del país con todo lo que eso implica. La base local del CSRL le ha permitido tener el control autoridades municipales y de policías locales. Esa es también la explicación del grado de violencia que se da y que ha ejercido el CJNG contra policías y autoridades locales. Es lo que explica la violencia en Guanajuato.

Desde marzo de 2019, El Marro ha ido perdiendo poder y espacios. La organización criminal que había impuesto su presencia en 21 de los 46 municipios del estado, que manejaba el robo de entre 40 y 50 pipas diarias que salían de la refinería de Salamanca y que les dejaba ganancias de entre 20 y 30 millones de pesos diarios, de pronto sintió que se desmoronaba. Los golpes recibidos, la decenas de sus integrantes detenido, incluyendo casi toda su familia, han logrado debilitar seriamente el poder operativo y financiero del CSRL, por eso tuvo que incursionar de lleno también en el secuestro y la extorsión, al robo en cajeros y al robo a transportes de carga, la distribución local de droga, todo lo cual le ha llevado también a perder simpatías en muchas comunidades a las que antes, de alguna forma, beneficiaba.

Y el golpe del sábado parece definitivo. El Marro ha perdido la estructura financiera y familiar que le daba sustento. Su caída sólo será cuestión de tiempo.

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