En el G20, como anillo al dedo
Columna

En el G20, como anillo al dedo

24-11-2020 La reunión virtual del G20 organizada por Arabia Saudita fue por lo menos decepcionante. Es lógico, el mundo sabe que no puede contar con Donald Trump, que incluso no participó en una de las sesiones porque tenía que jugar golf. De alguna forma, a la comunidad internacional, cuando más necesitaría a un gobierno estadounidense presente y actuante ante la mayor crisis global, sanitaria y económica que hemos vivido en décadas, sólo le queda esperar el 20 de enero a que asuma la presidencia Joe Biden y desear que en estos poco menos de dos meses que quedan de Trump, éste no haga demasiado daño.

En el G20 participó el presidente López Obrador, y la verdad volvió a demostrar que lo suyo no son estos encuentros internacionales. El G20 no es una mañanera donde se llega con un guion prefabricado y se habla de cosas locales y triviales pero el Presidente terminó hablando del consumo en el Buen Fin ante los principales líderes mundiales y volvió a poner a México como ejemplo mundial cuando estamos muy lejos de serlo, ni en la pandemia ni en el manejo de la crisis económica ni mucho menos en la seguridad.

En el manejo de la pandemia no es verdad que ha habido una estrategia escrupulosa y acertada. Al contrario, se ha hecho exactamente todo lo contrario de lo que se recomendaba internacionalmente. Hasta ahora en que comienzan a hacerlo la Ciudad de México, y algunos otros estados, por decisión propia, somos el país que menor número de test por porcentaje de la población hemos hecho. La cifra de contagiados y de muertes está distorsionada por ese hecho.

Eso explica muchas cosas: por ejemplo, el alto grado de mortalidad en los pacientes ingresados en hospitales públicos y del IMSS e ISSSTE, con excepción de los administrados por las fuerzas armadas. La gente no va cuando se enferma a esos hospitales no porque tenga miedo, que también, como se ha dicho oficialmente, sino porque en muchas ocasiones no sabe que tiene la enfermedad y cuando está realmente mal muere en su casa, o en el hospital, pero tras periodos de internación muy cortos. Un dato duro confirma que el número de muertos por Covid es muy superior al declarado: las autoridades hablan de cien mil muertes, pero están registradas otras 217 mil 989 muertos consideradas “muertes en exceso”, o sea que este año hay casi 218 mil muertos más que los que estadísticamente debería haber este año, la única variable que lo explica es el COVID.

En términos económicos, no se han perdido dos millones de empleos y se recuperó un millón como dijo en el G20 el Presidente. En julio se habían perdido, según el Banco de México, 12 millones de empleos. Para esa fecha se calculaba que 20 millones de familias se habían quedado sin ingresos. Desde entonces ha habido una recuperación, pero según todas las fuentes financieras y laborales, no se recuperarán los empleos perdidos este año hasta, mínimo, el 2023. Siete de cada diez empleos perdidos era de gente con salario mínimo o similar y no tenemos los datos ciertos de lo sucedido en este sentido con la economía informal que ocupa a la mitad de los trabajadores del país.

La violencia intrafamiliar durante la pandemia ha crecido un 60 por ciento. Según datos de ONU Mujeres, 2 de cada 3 mujeres mencionan haber vivido algún tipo de violencia.
De acuerdo con las cifras de enero a mayo del Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública (SESNSP), durante el confinamiento se registraron 375 presuntas víctimas de feminicidio y mil 233 víctimas mujeres de homicidio doloso; es decir, un 6 por ciento más que en el mismo periodo de 2019. Asimismo, se han contabilizado hasta julio 23 mil 463 víctimas mujeres de lesiones dolosas y se atendieron 108 mil llamadas de emergencia al número 911, relacionadas con incidentes de violencia contra las mujer. Y esas cifras son hasta julio pasado.

A diferencia que todos los demás grandes países del mundo no hemos dado apoyos a empresas y trabajadores, y eso se pregona, lo hizo el Presidente en su intervención en el G20, como un ejemplo. Lo es, pero de lo que no se debe hacer: desde las economías del Pacífico (China, Japón) hasta las de la Unión Europea, desde Estados Unidos hasta Chile o Argentina, en todos los países ha habido apoyos económicos o fiscales para evitar que quiebren empresas y se proteja a trabajadores. Lo recomienda el Banco Mundial, el FMI, la ONU e incluso indirectamente la OMS.

La idea es invertir en estos procesos, utilizar deuda que hoy tiene los intereses más bajos de la historia y financiar el momento para poder ingresar en la recuperación con menos daños. No hay excepciones: es la receta que plantean y usan todos los países. Aquí hemos dado apoyos personales a los sectores más pobres de la población y nada más. Son decenas de miles las empresas micro, pequeñas, medianas y grandes que han quebrado y millones los trabajadores sin empleo. Y por eso nuestra economía tardará mucho más en recuperarse que la de nuestros socios comerciales. Lo único que faltó en las intervenciones del G20 es que se hubiera dicho que la pandemia nos cayó como anillo al dedo.

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