10-12-2020 Mientras el fiscal especial del caso Ayotzinapa, Omar Gómez Trejo, se dedica a ejecutar algunas venganzas políticas, los principales implicados, autores intelectuales y materiales de la desaparición de los jóvenes de la normal, están quedando en libertad o acercándose a la misma. Ya quedaron en libertad la mayoría de los sicarios, confesos, que participaron en el crimen, incluyendo algunos de los líderes de Guerreros Unidos. Ahora nada menos que el ex presidente municipal de Iguala, José Luis Abarca, avanzó en la búsqueda de su liberación porque la fiscalía especial no defendió en un tribunal colegiado las acusaciones de delincuencia organizada y lavado de dinero.
Abarca es un personaje ligado al narcotráfico, casado con María de los Angeles Pineda, hermana de tres de los líderes de Guerreros Unidos y con largos antecedentes de violencia en el propio municipio. La historia de Abarca la contamos con detalle en este espacio y en el libro La Noche de Iguala (Cal y Arena, 2018). Hoy queremos insistir en una parte que ha sido ignorada, incluso por la fiscalía especial: su participación en el asesinato de otros dirigentes de izquierda, opositores suyos en el municipio y a su vez ligados con la normal de Ayotzinapa. Así lo contamos en el libro citado.
Para el matrimonio Abarca-Pineda, la presencia de los estudiantes en el municipio no era nueva: el 3 de junio de 2013, los normalistas habían tomado violentamente el Palacio Municipal para exigir la presentación con vida del entonces desaparecido Arturo Hernández Cardona, dirigente de la organización Unidad Popular de Guerrero.
Ese día, prendieron fuego al Palacio, derribaron puertas y pintarrajearon paredes. Abarca era el principal sospechoso de la desaparición del líder social Hernández Cardona, quien había sido levantado cuatro días atrás, el 30 de mayo de 2013, junto con Félix Rafael Banderas Román y Ángel Román Ramírez, quienes formaban parte de la corriente Izquierda Democrática Nacional del Partido de la Revolución Democrática (de la que René Bejarano es fundador, ahora esa corriente es parte de Morena).
Sus cuerpos fueron encontrados muertos a balazos y con huellas de tortura en el municipio de Tepecoacuilco. Otras cuatro personas que estaban con ellos, Héctor Arroyo Delgado, Efraín Amates Luna, Gregorio Dante Cervantes y Nicolás Mendoza Villa, lograron escapar de sus captores.
El punto de quiebre entre Arturo Hernández Cardona y José Luis Abarca tuvo lugar el 1 de abril de 2013, en una reunión con el cabildo. Ese día la Unidad Popular, que aglutinaba a 15 asociaciones de campesinos y colonos de asentamientos irregulares en Iguala, exigió la renuncia de los familiares de Abarca (había más de 30 trabajando en el municipio). La reunión terminó mal. Ambos protagonizaron otra acalorada discusión la noche del miércoles 29 de mayo de 2013, también en el salón de cabildo, justo un día antes de la desaparición de los miembros de la UP. La agrupación reclamaba la entrega de 100 toneladas de fertilizante a las organizaciones campesinas. Hernández Cardona y sus acompañantes acusaron a Abarca de corrupto y mercenario.
Furioso, Abarca abandonó la reunión mentando madres y amenazando a Hernández Cardona, que volvió a responsabilizar al alcalde de Iguala por lo que pudiera ocurrirle en el futuro.
Terminada la reunión, Hernández Cardona organizó una manifestación en la Autopista del Sol para que se atendieran sus demandas. La caseta de cobro Iguala-Puente de Ixtla, fue el último lugar donde familiares y amigos vieron con vida a Hernández Cardona, el jueves 30 de mayo de 2013. Ese día fue secuestrado junto con sus colaboradores.
Según una reconstrucción realizada a partir de la declaración ministerial del sobreviviente Nicolás Mendoza Villa, Abarca, auxiliado por su entonces secretario de Seguridad Pública, Felipe Flores Velázquez, asesinó a Hernández Cardona. Al borde de una fosa, Abarca le disparó en el lado izquierdo del rostro. Ya en la fosa, volvió a dispararle. Félix Rafael Balderas Román trató de escapar, pero se atoró en una alambrada y los sicarios de Abarca lo asesinaron a golpes y pedradas.
El resto de los sobrevivientes fue sometido a torturas e interrogatorios. Tras una llamada que recibió Flores Velázquez, sacaron los cuerpos y los subieron a una camioneta junto con los otros secuestrados. “A nosotros nos pusieron encima de los cuerpos y nos colocaron una cobija de cuadros… nos llevaron a Mezcala (a 55 kilómetros de Iguala), ahí tiraron los cuerpos… cuando nos bajaban de la camioneta, Ángel Román Ramírez trató de escapar, pero uno de los sujetos le dio un balazo y cayó muerto”, declaró Mendoza Villa.
El 12 de junio de 2013 la PGR inició una averiguación previa contra Abarca y remitió tres tomos a la Subprocuraduría Especializada en Investigación de Delincuencia Organizada para que se hiciera cargo de la indagatoria. Desde entonces se indagó el hecho de que supuestos integrantes de Los Rojos, la banda rival de Guerreros Unidos, estuviera infiltrada en la Unidad Popular, al tiempo que el municipio, se dice en esa investigación, estaba controlada por Guerreros Unidos. No pasó nada. Un año después fue la Noche de Iguala.