En el rumbo del Titanic
Columna

En el rumbo del Titanic

24-02-2021 ¿Realmente el gobierno federal no está reconociendo los riesgos en los que lo están envolviendo sus propias decisiones, algunas de ellas sencillamente incomprensibles desde la lógica común?.¿Realmente creen, como ha dicho el presidente López Obrador, que los apagones que sufre México son por culpa de Texas, no de la CFE, que es más barato y limpio generar energía con combustóleo que con gas o con energías renovables?¿De verdad creen que los inversionistas extranjeros vinieron a México, como se dijo este fin de semana en Baja California, “a robar” el patrimonio nacional y por lo tanto es mejor “que se vayan a otro lado”?.

¿El Presidente y su equipo creen que los datos de la Auditoría Superior de la Federación, un organismo autónomo y profesional, son falsos, más allá de metodologías aplicadas?
¿De verdad creen que con un ¡Ya chole! acabarán los reclamos de las mujeres por la candidatura de Félix Salgado Macedonio y que todo es parte de una campaña mediática (en la que intervienen paradójicamente sus propios partidarios, como el hermano de la secretaria de la FP, Pablo Amilcar Sandoval, promotor de la misma porque no fue candidato), y que simplemente las demandas terminarán porque el Presidente lo decrete?¿creen que la agenda de las mujeres, la más inmanejable al día de hoy para el gobierno federal, acabará con un tuit presdiencial o de alguna de las funcionarias del gobierno o con un apoyo social de última hora?.

En un fantástico texto, Javier Marías escribía hace unos días en El País sobre la incapacidad que están teniendo nuestras sociedades para detectar el peligro. A los hombres y mujeres, decía Marías, siempre les ha costado mucho reconocer a quienes entrañaban enorme peligro o estaban poseídos por una maldad gratuita… Lo que es nuevo de nuestra sociedad, sin embargo, es la exagerada torpeza para advertir otros peligros”. Quizás, agregaba, “porque hemos empalmado bastantes generaciones afortunadas, o aun mimadas, si las comparamos con las del pasado, en Occidente. No hemos sufrido guerras ni tremendas hambrunas ni frecuentes plagas; tampoco a dictadores malsanos… ni por tanto persecuciones implacables. Así que grandes porciones de nuestras poblaciones se han desacostumbrado al peligro de tal forma que ni siquiera lo creen posible. Son incrédulos, se lo toman a broma, piensan que eso es para las películas y que se trata de exageraciones…. Recuerdan a aquellos pasajeros del Titanic que, cuando ya se hundía, exclamaban: “Esto es falso, no está pasando: viajamos en el barco más seguro de la historia”.
Algo así está sucediendo hoy. Lo que va a ocurrir a partir de la votación de la ley de energía que envió el gobierno federal con categoría preferente al Congreso y a la que no se le cambiará “ni una coma”, será muy costoso para el país. Nadie está exagerando las consecuencias ni es parte de una agenda opositora.

Si el Presidente hubiera escuchado a sus propios colaboradores, éstos le hubieran podido explicar porqué desde inicios del gobierno en las principales oficinas de la propia presidencia se habían elaborado proyectos de miles de millones de dólares para garantizar el abasto suficiente y limpio de energía en el país con amplia participación de empresarios mexicanos. Si el Presidente hubiera escuchado de verdad a los empresarios, habría entendido que ése era un compromiso y una demanda central en todos ellos, incluyendo los que más lo han apoyado.
Si hubiera entendido el mundo en el que vivimos, hubiera comprendido que con la llegada de Biden la apuesta por las energías fósiles y contaminantes ya no tienen sustento ideológico, político o económico. Sin embargo se aprueba una de las legislaciones más perturbadoras y dañinas para el futuro del país, y todo va envuelto en la grandielocuencia de defender la soberanía, pensando que ésta se esconde tras el logotipo de la CFE. Ya veremos cuánto cuesta en inversiones y procesos legales dentro y fuera del país esa ocurrencia.

Si la legislación sobre el tema energético será un desastre de cara al futuro, sobre todo económico, seguir ignorando la agenda de las mujeres (que es mucho más amplia que la de los movimientos feministas, más allá de la legitimidad de ambas) tendrá un costo social y político ineludible. No se trata sólo de ignorar un reclamo social, sino de ignorar el tono, la sintonía que marca un cambio de época. La agenda de las mujeres y la ecología (la energía, por ende) están en el centro del presente y el futuro de la agenda global. Ignorarlo, es como estar en el Titanic, diría Javier Marías, y seguir creyendo que vamos bien porque es el barco más seguro de la historia.

La visita de Fernández

El tema da para mucho más y ya lo abordaremos, pero lo cierto es que en América latina siempre ha habido un triángulo en torno al cual se basan las relaciones regionales, casi siempre con dos de sus lados en contrapeso de un tercero. Durante mucho tiempo, con el Mercosur, Argentina y Brasil, sobre todo en tiempos de Nestor Kichner y Lula da Silva, se percibían como el contrapeso de un México alineado con Estados Unidos. La visita de Alberto Fernández, confirma que hoy ese alineamiento se da entre Argentina y México contra un Brasil gobernado por Jair Bolsonaro, ultraconservador e inclinado absolutamente hacia la Unión Americana.

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