EU, México y narcotráfico: una nueva estrategia
Columna

EU, México y narcotráfico: una nueva estrategia

5-03-2021 Hace un año se fue mi hermana Graciela, prometí recordarla siempre con alegría. Hoy no será la excepción.

La estrategia de seguridad no ha funcionado y en los hechos la misma se está readecuando sobre la marcha, tanto desde la secretaría de seguridad ciudadana como desde la Guardia Nacional y la Sedena.

El canciller Marcelo Ebrard reconoció que el tema no se tocó aún con la administración Biden a nivel presidencial, porque se está armando una nueva estrategia que permita, además, la cooperación bilateral.

Todo ello viene a colación porque ayer se informó que un un alto funcionario de la Casa Blanca había dicho a sus homólogos mexicanos que los aspectos clave de la lucha de los dos países contra el narcotráfico no estaban funcionando y que Estados Unidos estaba abierto a seguir nuevas estrategias juntos. Juan González, director senior del Hemisferio Occidental en el Consejo de Seguridad Nacional, un hombre todavía joven, de origen colombiano, que vivió durante su juventud en México y que ya había sido un estrecho colaborador de Biden cuando éste fue vicepresidente de Barack Obama, hizo los comentarios la semana pasada luego de una comunicación privada, previa a la reunión virtual de los dos presidentes, entre Ebrard, y el Secretario de Estado de la Unión Americana, Antony Blinken. Los dos países, dijo González, necesitan adaptarse a los nuevos desafíos, según medios estadounidenses.

Es una buena noticia porque quiere decir que se deben establecer nuevas estrategias que sean mutuamente compatibles, algo más importante aún luego de los evidentes desencuentros que hubo en los días finales de la administración Trump, con el caso Cienfuegos y otros.

En las páginas finales del libro La Nueva Guerra, del Chapo al fentanilo (Grijalbo, 2020) decíamos que “no tenemos como país un destino inexorable marcado por la inseguridad hasta convertirnos en un Estado fallido, dominado por los criminales. Pero contra ese destino tiene que haber una convicción y una claridad estratégica que a veces no tenemos.

“A lo largo de estas páginas hemos visto, sin poder abarcar todos los fenómenos de la inseguridad y el crimen organizado, cómo el futuro de los mismos será mucho más peligroso que nuestro presente, si no se toman medidas realmente conceptuales: si no hay claridad en las funciones y objetivos de fuerzas federales y militares; si no se crea, con toda la fuerza de la ley y la Constitución, un sistema policial homogéneo, calificado, con controles de confianza para todos sus elementos y sobre todo para sus jefes, a nivel estatal y municipal, con los mandos y la operatividad centralizada en todo lo posible; si el poder judicial no tiene una profunda limpieza que evite la conspiración con los criminales; no se podrá sin fiscalías que tengan áreas mucho más especializadas y eficientes, y sobre todo limpias de corrupción. Tampoco se podrá sin recursos: países como Colombia invierten en seguridad entre tres y cuatro veces más como porcentaje del presupuesto, que México. Nada de eso se puede lograr en unos meses, pero sin empezar con toda la voluntad política que el tema exige, tendremos algo más que un sexenio perdido en seguridad.

“Pasada la pandemia de coronavirus, decíamos, tendremos una crisis de seguridad que irá de la mano con la económica y las consecuencias no resueltas de la sanitaria. Todo es importante pero el deterioro en la seguridad puede hacer inútiles todos los esfuerzos que hagamos para recuperar la normalidad económica y social del país. El día de mañana tendremos un escenario donde habrá más grupos criminales, con más mano de obra a su disposición ante el desempleo abierto, grupos criminales con recursos para invertir en empresas, lavar dinero, imponer condiciones y acrecentar la expoliación ciudadana. Grupos criminales que incluso se benefician con los nuevos modelos de consumo, desde los encapsulados en la red para el narcomenudeo, hasta los globales, con nuevas drogas como el fentanilo.

“Dice Ian Mannok, el seudónimo con el que escribe sobre un fascinante investigador policial mongol el francés Patrick Manoukian, que en su lucha “esperaba haber recuperado aquella riqueza interior. La capacidad de sentir tanto como de reflexionar. De evitar los combates inútiles, que son prueba de ineficacia más que otra cosa, pero de nunca recular una vez que el combate ha empezado. De avanzar siempre, sin cólera, siempre a su ritmo. Mantener la fuerza. No intentar evitar los golpes retrocediendo sino avanzando siempre, pero cambiando de perspectiva. Penetrar en el ataque del otro, es mejor que atacar.”

“No hay tiempo para combates inútiles, para evitar golpes retrocediendo, hay que cambiar de perspectiva para seguir avanzando, penetrando en el ataque cotidiano que realizan los grupos criminales contra la sociedad. No hay tiempo para ajustar tranquilamente la estrategia: si no se revisa la política de seguridad y no se comienza a actuar desde ya, nos quedaremos sin opciones ni oportunidades. Serán los otros, desde fuera o desde adentro, los que nos terminarán imponiendo las condiciones, las políticas y las estrategias”.
En torno a ello tiene que girar esa nueva estrategia que deben elaborar los dos países para afrontar el desafío común de la inseguridad y el combate al narcotráfico.

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