El arte de no meter las manos
Columna

El arte de no meter las manos

12-05-2021 

Ayer se fue mi amigo y colaborador durante muchos años, el contador Edmundo Castillo, siempre lo recordaremos con afecto y agradecimiento

Las denuncias de la Fiscalía General de la República contra los candidatos Adrián de la Garza, del PRI-PRD y Samuel García, de MC, los mismos que según las encuestas encabezan las preferencias electorales en Nuevo León, distorsionan, a poco más de tres semanas de los comicios, el panorama político en el estado y, por el peso específico de esa entidad, el de los equilibrios políticos en buena parte del país.

    El presidente López Obrador fue lo suficientemente explícito el día de ayer cuando declaró que “sí estaba metiendo las manos en las elecciones porque no puedo ser cómplice del fraude electoral”. Lo que sucede es que meter las manos desde el ámbito presidencial en cualquier elección se supone que es un delito. Las que deben meter las manos en ello son las instituciones de justicia y electorales, que para eso están. Se podrá argumentar que estas son investigaciones de la Fiscalía General de la República, un órgano autónomo, pero lo cierto es que el presidente López Obrador hace días que está hablando en las mañaneras de los candidatos en Nuevo León. 

En la denuncia que se dio a conocer el lunes no queda claro cuál es la acusación contra De la Garza, pero se especifica que es en torno a las llamadas tarjetas rosa que maneja ese candidato. Si se trata de un delito electoral me imagino que tendría que estar en el ámbito de la Fiscalía especializada, la FEPADE. 

    La Unidad de Inteligencia Financiera se presume que tenía una investigación abierta contra De la Garza (por otros temas, no por esas tarjetas) y otra sobre Samuel García. Había denuncias (algunas de ellas las presentó el propio De la Garza) sobre las relaciones del padre y el abuelo de García con miembros del cártel del Golfo, sobre todo con quien fue uno de sus líderes, apodado El June. Pero en la investigación de la FGR se incorpora también a su esposa, Mariana, un joven influencer que ha sido, en los hechos, el principal sostén mediático de su campaña.

    La semana pasada, en el programa Todo Personal, entrevisté al jefe de la UIF Santiago Nieto (al día siguiente dio positivo a Covid) junto con la consejera del INE, Carla Humphrey, y hablaron sobre elecciones y mecanismos de lavado de dinero. En esa entrevista, Santiago sostuvo que había cinco investigaciones en curso que involucraban a distintos candidatos. No dio nombres. El jefe de la UIF dijo que no se habían judicializado aún porque el presidente López Obrador no quería enturbiar las elecciones, que se esperarían hasta después del 6 de junio para hacerlo. Incluso sostuvo que si esas investigaciones prosperaban podrían ser causal de una anulación de elecciones, si los órganos electorales así lo consideraban.

    Algo pasó, porque a tres semanas de las elecciones, el presidente López Obrador según sus dichos decidió meter las manos “para evitar un fraude electoral” con lo que implícitamente reconoció que tuvo participación en las decisiones de la Fiscalía. Me parece una mala decisión: era mucho más lógico esperar a que se decantara el proceso electoral y luego presentar las pruebas que fueran necesarias para avanzar en una investigación. El periodo entre la elección y la toma de posesión es lo suficientemente amplio como para desahogar cualquier acusación de este tipo, sobre todo si tomamos en cuenta que ninguna de las ahora exhibidas, la de De la Garza y la de García, son nuevas ni se acaban de conocer, sobre todo las de Samuel hace semanas que están en los medios.

    Pero incluso así se debe reconocer que la FGR tiene derecho a abrir una investigación sobre cualquier personaje público. Lo que complica, una vez más las cosas, es la imprudencia presidencial al reconocer que, en esa indagatoria, el propio mandatario “metió las manos”. Y lo mismo ha ocurrido en otras ocasiones: con decisiones de la Fiscalía, de la UIF, del poder judicial y del legislativo. El presidente de la república no tiene la suma del poder público y si cree tenerlo de facto es peor aún que lo exhiba y lo reconozca públicamente. Decía Diderot que había que tener “cuidado con el hombre que habla de poner las cosas en orden. Poner las cosas en orden siempre significa poner las cosas bajo su control”.

La Torita

Al final Evelyn Salgado quedó registrada como candidata al gobierno de Guerrero. De la misma forma que en la encuesta interna de Morena tuvieron que aclarar junto a su nombre que era la “hija de Félix Salgado”, ahora en la boleta, aparece con el seudónimo de “la torita” para recordar que es hija de Félix, el verdadero candidato, que se denomina así mismo El Toro. 

En realidad, el femenino de Toro, es vaca, pero “la vaca” quedaría muy poco glamoroso. La torita, quizás de eso hablan, es en realidad un mineral radioactivo que contiene en su interior uno más radioactivo aún, que es el torio. La torita debe protegerse con cuidado, primero por su radioactividad, lo que la hace peligrosa, y segundo porque en ciertas condiciones se torna muy inestable y se transforma en otro mineral. Radioactividad, material peligroso, inestabilidad, de eso se habla cuando se habla de la torita.

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