La justicia de la puerta giratoria
Columna

La justicia de la puerta giratoria

4.02.2022 Nuestro sistema de justicia tiene problemas enormes, y los avances puntuales que se registran en él no alcanzan a cubrir las deficiencias del mismo. La reforma judicial que se implementó años atrás ha conllevado avances en varios aspectos, pero su perfil altamente garantista y la creación de un sistema que no está a la altura de las fuerzas e instituciones que deben aplicarla, genera cotidianamente distorsiones que, en lugar de golpear a los grupos criminales, los alienta.

Son conocidas las historias de la puerta giratoria, criminales que son detenidos una y otra vez, y cada vez que entran por una puerta a un juzgado salen por la otra a la calle. Ayer se publicó la historia de una mujer de 51 años que fue detenida o procesada en 40 ocasiones. El martes la encontraron robando mercancías valuadas en 21 mil pesos en un Sanborns, fue detenida y presentada ante el Ministerio Público. Al cruzar información sobre la detenida, se supo que cuenta con 24 ingresos al Sistema Penitenciario de la Ciudad de México por el delito de robo en dos ocasiones en el año 2012; uno en el 2017, tres en el 2018, uno en el 2019; uno en el 2020, cinco en el 2021. Por robo a negocio sin violencia tiene ingresos en el 2018 y 2021; por robo agravado, uno en el 2012 y dos en 2017; por robo calificado en 2012, 2015, 2016; por robo simple en el 2012, 2018 y por robo a negocio en 2021. Además, cuenta con 14 presentaciones ante el Ministerio Público y una presentación ante el Juez Cívico, todas por el delito de robo, en sus diferentes modalidades. Todo eso en apenas diez años, la primera detención fue en 2012, eso quiere decir que ha estado cada año por lo menos cuatro veces detenida y ante la justicia (y en 24 ocasiones recluida en una prisión). Sigue libre, en la calle y robando.

Y estamos hablando de una mujer que se dedica al robo, no de un delincuente de altos vuelos. Funcionarios de seguridad de áreas especializadas del Estado mexicano me platicaban lo complejo que resulta en ocasiones detener a personajes de muy alto nivel delictivo a los que se tiene localizados e identificados por labores de inteligencia, pero no se los puede detener inmediatamente, primero, porque el producto de esas investigaciones se tienen que entregar al ministerio público, en este caso federal, para que corrobore la información y realice sus propias investigaciones; si allí el caso avanza, se envía el material al juez de control para que autorice alguna acción, por ejemplo un cateo que suele contar con medidas estrictas sobre lo que se puede hacer e incluso hasta quien puede o no realizarlo. Esa autorización regresa al ministerio público y luego, si se pasaron todos esos pasos, se realiza la operación.

Lo cierto es que en muchas ocasiones, ese movimiento de información y carpetas de investigación se filtra de una u otra forma y los operativos se frustran, a veces por situaciones casi ridículas: que el número de un domicilio esté equivocado o que el presunto delincuente se vuele una barda y al ingresar a otra vivienda no se lo pueda detener o si se lo detiene se argumenta que se violaron sus derechos. Esa fue, por ejemplo, una de las razones por las cuales el hijo de El Mencho, apodado El Menchito, estuvo una y otra vez a punto de obtener la libertad antes de su extradición a los Estados Unidos.

Por supuesto que se deben garantizar los derechos de cualquier detenido pero también, como ocurre en cualquier democracia ante fenómenos particulares, se deben crear instancias especializadas y eficientes para combatirlos. En Colombia o en su momento en Italia, la utilización de fiscales y juzgados especiales para atacar el crimen organizado tuvieron mucho éxito porque permitían realizar los trámites legales necesarios en forma expedita y muy controlada en términos de seguridad. No contamos con esos instrumentos, por lo menos no como para que actuén en forma eficiente y segura, garantizando la secrecía de los asuntos.

Vamos a ver hasta dónde puede el actual sistema cumplir con su cometido en los próximos días, entre hoy y el martes 8, cuando en sendos casos judiciales, tendrán que comparecer ante un juez, Laisha, la hija menor de El Mencho, que está amparada, y Rosalinda, la esposa del líder del Cártel Jalisco Nueva Generación, actualmente detenida y que busca seguir en libertad su proceso, como lo hizo luego de su anterior detención por más de un año.

Cocaína con fentanilo

En Argentina es un tema de escándalo: 20 consumidores de cocaína adulterada han muerto en las últimas horas mientras que por lo menos otras 70 personas permanecen hospitalizadas, muchas en situación muy delicada. Consumieron cocaína que estaba adulterada con algún opiacio. El caso es novedad en Argentina, donde la presencia de los grupos criminales relacionados con la droga ha crecido en forma constante desde mediados de los 90, pero no lo es en México y sobre todo en Estados Unidos, donde la combinación de cocaína con fentanilo está provocando un enorme número de muertes. Es la globalizaicón del horror.

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