Lo que es y lo que no es el AIFA
Columna

Lo que es y lo que no es el AIFA

22.03.2022 

Ayer fue la ceremonia, la hora de los mil 500 invitados, de los más de diez discursos,  de las loas, las burlas a los críticos, los elogios. Hoy el aeropuerto Felipe Angeles entrará en la rutina de contar con apenas unas 20 operaciones, incluyendo las de aviones privados o de carga, que tendrá diariamente. Más o menos como el bonito aeropuerto de Puerto Escondido, en Oaxaca.

Comparto lo que escribió Gabriel Guerra Castellanos: no se inauguro ayer un gran aeropuerto de clase mundial ni tampoco una central camionera, es simplemente un aeropuerto más, bien construido, con obras aún inconclusas en su entorno y su conectividad, no uno de clase  mundial sino uno más de los alrededor de cinco mil aeropuertos promedio que existen en el mundo.

Sin duda el aeropuerto está bien construido, es operativo, se realizó en forma eficiente e incluso tiene algunos detalles estéticos que se agradecen. Las pistas son de las más modernas que existen, con calidad, esas sí, de nivel mundial. Las instalaciones de manejo de equipajes son muy modernas y sofisticadas. La base área militar también es de altísima calidad, la mejor de América latina, sin duda, lo mismo que toda su zona aledaña, incluyendo la habitacional, que se reconstruyó totalmente, además de los museos y escuelas. Eso ya lo hemos dicho muchas veces en este espacio y hay que reiterarlo.

El problema es que se está festinando algo que no es real. El nuevo aeropuerto está lejos de solucionar los problemas de comunicación área del área metropolitana de la ciudad de México. Inicia operaciones con 20 vuelos, entre salidas y llegadas, contra 900 operaciones del aeropuerto de la ciudad de México. Por eso, por lo menos durante los próximos cuatro años, este aeropuerto tendrá que estar subsidiado por recursos públicos.

El problema no es que haya dos, tres aeropuertos en la ciudad, como existen en muchas otras, el problema es que a diferencia del actual AICM e incluso el de Toluca, el Felipe Angeles está muy mal comunicado: no se trata tanto de las distancias sino de las vías de comunicación: ninguna de las existentes permite llegar con comodidad y calculando los traslados con cierta certidumbre. Y del transporte, ayer no había ni taxis disponibles.

El presidente López Obrador pudo llegar en 40 minutos en comitiva presidencial, a las 5 de la mañana y en un día feriado desde Palacio Nacional. El incondicional youtuber del gobierno, Lord Molécula tardó, perdido en terrenos ejidales, más de tres horas. En promedio se tarda, he ido en cinco ocasiones a las obras del Felipe Angeles, un mínimo de hora y media en llegar, en alguna ocasión para regresar de él, en hora pico de la tarde, hice cerca de dos horas y media en llegar al sur de la ciudad.

Es verdad que se harán obras para mejorar la conectividad terrestre, pero éstas no están terminadas, todas tienen rezagos y algunas apenas se acaban de concesionar.

La conectividad área es otro problema. México ha caído a la categoría dos en la agencia de aviación civil de los Estados Unidos. Eso implica que no habrá nuevos vuelos hacia Estados Unidos y hacia otros países ni las grandes líneas áreas internacionales llegarán al Felipe Angeles hasta que México recupere la categoría uno. Eso se suponía que quedaría resuelto para principios de este año, pero ahora ya se habla del segundo semestre.

Finalmente, más allá de la funcionalidad del aeropuerto e incluso de que con el tiempo se vayan resolviendo todos los problemas de conectividad terrestre y aérea, el Felipe Angeles no será, por diseño e incluso ubicación, el hub que se pretendía tener en Texcoco. No competirá con Los Angeles, Atlanta, Houston o Miami, ni tampoco con Panamá.

No sé si en el futuro, incluso concluidas todas las obras accesorias que son necesarias, si el AIFA cumplirá con las exigencias que se le imponen. Para llegar de los dos mil pasajeros diarios de la actualidad a los 90 millones que se aspira a que se movilicen por él en una década, falta demasiado por hacer, y probablemente el desarrollo de la industria y el negocio aeronáutico avancen más rápidamente que el  tiempo de maduración que se le quiera dar al nuevo aeropuerto.

Quizás con el paso de los años tendremos una gran base área militar, un muy útil aeropuerto de carga en el oriente de la zona metropolitana y un aeropuerto local para la aviación comercial que seguirá siendo algo así como una lejana terminal del aeropuerto de la ciudad de México que, como ocurrió con Toluca, nunca alcanzó las capacidades que se esperaba.

El fiscal y Rusia

El gobierno federal tan dispuesto a asumir peleas de todo tipo por la colonización de hace 500 años o la devolución del penacho de Moctezuma, no se puede definir en algo que resulta tan evidente como necesario por nuestra localización geopolítica: la invasión que realiza Rusia contra Ucrania. No condenamos la invasión ni nos adherimos a las sanciones contra el régimen de Putin porque nos queremos llevar, dice el presidente López Obrador, bien con todos los países. No se entiende que condenar la invasión rusa es defender las instituciones internacionales, el derecho, la legalidad y en última instancia la democracia. Y el régimen de Putin representa todo lo contrario.

Pero en política interior tampoco podemos tomar decisiones. La denuncia de Julio Scherer contra Olga Sánchez Cordero y el fiscal Alejandro Gertz Manero es para el primer mandatario, un tema de los tribunales y él no puede evitar la confrontación, la política, el escándalo. Como si todo se tratara de un tema entre particulares y no estuvieran en medio denuncias de corrupción, hostigamiento y violaciones a la ley de algunos de los principales funcionarios del Estado mexicano.

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