12.04.2022 Como siempre, como todos los años para mi padre, Emilio.
Después de la catarata de autoelogios de ayer en la mañana, el país real sigue asomando su rostro y exigiendo soluciones. Pero la administración federal festeja el pírrico triunfo en la revocación de mandato.
Mientras el 18 por ciento del electorado, en unos comicios plagados de irregularidades, votó en la consulta, más de un 50 por ciento de la gente considera que su mayor preocupación es una economía que sigue deteriorándose, con un índice de inflación que está prácticamente en el 8 por ciento, con tendencia a crecer, por factores globales y nacionales.
Las inversiones están paralizadas, sobre todo las extranjeras: la resolución de la Corte y la implementación de las políticas energéticas impuestas por el gobierno federal generan profunda desconfianza en la seguridad jurídica del país y si bien es muy poco probable que pase la reforma constitucional que se tratará de imponer esta semana, la propia resolución de la Corte, al haberse votado por una minoría de apenas cuatro ministros, detonará una cascada de demandas y amparos, nacionales e internacionales. La actividad económica no crece, tampoco las inversiones. El consumo interno, que fue el que le dio un respiro a la economía en estos meses, también está decreciendo y todo se sostiene al final gracias a las remesas que llegan de los paisanos desde Estados Unidos.
La relación con Estados Unidos está muy lastimada. El desencuentro con John Kerry la semana antepasada, cuando el enviado del presidente Biden salió convencido de Palacio Nacional convencido de que tenía un acuerdo para revisar la política energética con el presidente López Obrador, así lo declaró y así se lo informó al propio presidente Biden, para ser desmentido hasta en forma grosera por el presidente de la república en la mañana siguiente, ha lastimado la relación.
La posición del gobierno federal ante la invasión rusa a Ucrania también aleja a México de sus principales socios comerciales. Las exigencias de que se cancelen visas a quienes impulsan las relaciones con el régimen de Putin crecen y en forma privada comienzan también a tomar forma. De todas formas, el gobierno federal no ha tomado medida alguna de emergencia para atender las consecuencias derivadas de la guerra o de la inflación global.
Si más de la mitad de la población está preocupada por la situación económica, cerca de un tercio tiene como su mayor preocupación la seguridad. La danza de cifras continúa, pero las masacres también. Lo de Tultepec, estado de México, ayer, cuando un comando ingresó a una vivienda y asesinó a los ocho integrantes de una familia, entre ellos cuatro menores de edad, es una crónica más del terror cotidiano. Al mismo tiempo, otro comando ingresaba a un bar en Ixtapaluca, dejando tres muertos y cuatro heridos.
En Nuevo León, la indignación por la muerte de María Fernanda, una joven profesionista que fue secuestrada y cuyo cuerpo apareció el fin de semana pasado, provocó una manifestación que luego de varios encontronazos con la policía local, terminó con el incendio de la puerta del Palacio de Gobierno en Monterrey. La exigencia es por los numerosos casos de mujeres desaparecidas, en Nuevo León y en todo el país, desapariciones que, ante la creciente violencia contra las mujeres, se convierten regularmente en feminicidios.
Un 35 por ciento del territorio nacional, según el comando norte de los Estados Unidos, no está bajo control del Estado mexicano. No hay una estrategia de seguridad que atienda todos estos fenómenos, no tenemos plan alguno para crear fuerzas estatales y municipales de seguridad que permitan mejorar la seguridad pública; la Guardia Nacional, más allá de sus aciertos y errores, está rebasada. Existe una creciente división entre el Ejército y la Marina. Mandos de las dos institucione,s para colmo, son provocados (profundizando la división) desde instancias del propio gobierno federal.
La Fiscalía General de la República es parte de ese proceso y de otras profundas divisiones en el propio equipo cercano al presidente de la república: la presunta liberación de Emilio Lozoya, el proceso contra un grupo de abogados, la resolución que liberó a las señoras Moran-Cuevas, han deteriorado la imagen de la Fiscalía, que ha iniciado carpetas de investigación contra otros funcionarios del propio gabinete presidencial, incluyendo el secretario de Gobernación. Nuestro sistema de justicia también es cuestionado en la Unión Americana.
El INSABI es un desastre que ha dejado sin cobertura de salud a millones de mexicanos. Esas tareas han tenido que ser asumidas por el IMSS, con su programa de IMSS Bienestar. No se ha cubierto, en tres años, el desabasto de medicinas. La escasez de agua es una realidad que afecta sobre todo al norte del país.
Las obras paradigmáticas del sexenio están lejos de haber solucionado algún problema, o siquiera de estar terminadas: el aeropuerto Felipe Angeles sigue con sus escasos diez, doce vuelos diarios, entre salidas y llegadas y con obras aún por concluir, comenzando por las vías de acceso. La configuración del nuevo espacio aéreo no funciona eficientemente y está rezagando vuelos en todo el país. La refinería de Dos Bocas ha costado ya el doble de lo presupuestado y las obras se ven muy rezagadas. El Tren Maya está rezagado y cuestionado, con tramos que no se ve cómo se podrán construir sin daños irremediables con el medio ambiente.
La lista podría continuar. La pregunta es qué están festejando después de una consulta de revocación que exigió, para sacarla adelante, poner a sus órdenes todo el aparato del Estado. Parafraseando a Mario Benedetti: “¿de qué se ríen?”.