Otro hackeo y no entendemos el mensaje
Columna

Otro hackeo y no entendemos el mensaje

3.11.2022 

El hackeo que sufrió la secretaría de Infraestructura, Comunicaciones y Transportes es uno más de la ya larga lista de vulnerabilidades cibernéticas del gobierno federal, que tuvieron su máxima expresión con el sufrido por la Defensa Nacional, más allá de quién sea el que lo haya provocado, Guacamayas o no.

Lo cierto es que la intrusión en los servidores de la secretaría de Comunicaciones, una dependencia que sigue sin un titular confirmado y es una de las más abandonadas en todo el sexenio, ha obligado al cierre de todos los trámites que realiza esa secretaría incluyendo, dice su comunicado, la entrega de licencias federales para conductores de autotransporte federal, los trámites de aeronáutica civil como permisos, programas, acreditaciones, expedición de licencias y certificados de capacidad. Esto ocurre prácticamente al mismo tiempo que, por ejemplo, fueron removidas las autoridades de aviación civil y se puso como objetivo el recuperar la categoría uno en ese ámbito, una calificación que sigue alargándose en el tiempo, que tiene ahorcadas a las aerolíneas nacionales y sin posibilidades de crecer, más allá de sus propias insuficiencias, los aeropuertos de Toluca y sobre todo el Felipe Angeles. Las fechas alegres que algunos funcionarios manejaban sobre la recuperación de la misma para fines de año, sabemos que son una utopía y con el cierre de operaciones cibernéticas de la secretaría ello se retrasará aún más.

La ciberseguridad sigue siendo uno de los capítulos más endebles de la seguridad nacional. La decisión de no renovar equipos, licencias, programas durante los dos primeros años de gobierno, una decisión en los hechos prolongada en muchos espacios de la administración federal hasta el día de hoy, ha dejado al descubierto la vulnerabilidad de nuestros servicios informáticos de todo tipo, en todas las dependencias.

Pero el tema va mucho más allá del trabajo que puedan desarrollar un grupo, o varios, de hackers. Lo evidente es que estamos subestimando un tema que, para nuestra realidad geopolítica, es clave. Desde el inicio de la administración Biden (la idea ya se había presentdo también con Trump pero no en forma tan explícita) la Casa Blanca ha insistido en crear una suerte de burbuja protectora de ciberseguridad para toda América del Norte, incluyendo obviamente a Canadá y México.

Es un tema que se ha presentado en forma privada y pública y que el gobierno federal no ha retomado, sin comprender que ello tiene relación directa con la intrusión que han realizado Rusia y China en la Unión Americana y otros países, incluso en temas electorales, como sucedió con los comicios de 2016 y 2020 en la Unión Americana y con muchos otros eventos políticos y económicos.

México no sólo no ha avanzado en ese sentido junto con Estados Unidos, sino que lo ha hecho siguiendo rumbos opuestos, como lo ha sido los convenios establecidos en ese terreno con el régimen de Vladimir Putin para el sistema de geolocalización (que tiene fines civiles pero en ese caso también militares) de origen ruso, o con China en la expansión de sus negocios en el área, como por ejemplo los contatos con la empresa china Nuctech para proporcionar los servicios cibernéticos de las 14 aduanas fronterizas queMéxico tiene con los Estados Unidos.

Casualidad o no, cada vez que el gobierno federal avanza en ese tipo de acuerdos con rivales hemisféricos de la Unión Americana (que deberíamos entender también como rivales nuestros en esos ámbitos) resulta que ocurre alguna tragedia que exhibe nuestra vulnerabilidad en la materia, desde el hackeo a la Defensa Nacional hasta el de la secretaría de Comunicaciones y de otras dependencias, desde la Lotería Nacional hasta el Banco de México. Pareciera que no se termina de comprender que hay líneas rojas que no se pueden vulnerar sin pagar costos.

Está muy bien invitar a la familia de Julian Assange a México, a las fiestas de la independencia y hacerles un amplio reconocimiento o pedir la liberación de ese personaje en la mañanera, pero alguien debería entender que para Estados Unidos y la Comunidad Europea, Assange no es un comunicador más, es alguien que realizó, desde su punto de vista, espionaje, afectó la seguridad nacional y, además, fue utilizado para intervenir en procesos electorales, tanto en la elección que ganó Trump y perdió Hillary Clinton, como en el referéndum catalán o la consulta del Brexit. Y cada hackeo, cada vulnerabilidad informática nacional exhibida,no deja de ser, es un tema de percepciones, un recodatorio de que vamos en ese ámbito por un muy mal camino.

Extraño

El asesinato en Puebla, en el estacionamiento de un centro comercial, del abogado Fernando Castillo Pacheco, apodado el niño de oro que estuvo involucrado en muchos temas controvertidos en los últimos años, incluyendo un amparo para tratar de impedir la llegada de 500 médicos cubanos a México, es uno de esos crímenes que quedan sin solución pero que generan muchas más preguntas que respuestas.

No parece ser un hecho más de la violencia cotidiana, tampoco algo relacionado directamente con la delincuencia organizada. Es, como la muerte de Sergio Carmona Angulo, el empresario tamaulipeco asesinado hace algunos meses en Monterrey, uno de esos eventos que entran de lleno en el llamado sospechosismo.

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