Fentanilo y migración: la agenda bilateral
Columna

Fentanilo y migración: la agenda bilateral

28.07.2023

La reunión bi y trilateral que sostuvieron autoridades de México y Estados Unidos con sus homólogos de Canadá, fue, nos decía Roberto Velasco, encargado de las relaciones con América del Norte, fructífera. Y no dudo que lo sea, lo que sucede es que la relación, sobre todo con Estados Unidos, se ha tornado tan compleja, tan permeada por los tiempos electorales de la Unión Americana (y también por los nuestros) que todo avance se torna difícil.

Hay temas claves en la relación. Comencemos con el tráfico de fentanilo ilegal. Es un conflicto casi irresoluble y la mejor demostración de la economía de mercado del nuevo mundo de la droga. De China ya no suele venir el fentanilo puro para su comercio ilegal, lo que vienen son precursores muy básicos para que finalmente aquí se combinen y se conviertan en fentanilo ilegal comercializable. Llega de muy diferentes formas, desde polvo hasta pastillas o líquido y es muy difícil de rastrear: un kilo de fentanilo permite producir, por ejemplo, un millón de pastillas y sus costos de producción son mínimos respecto a cualquier otra droga, lo que genera utilidades enormes.

Si China pone los precursores y México la producción final de la droga y su introducción a la Unión Americana, ese país pone millones de consumidores, muchos de ellos educados en el consumo de opiacios originalmente legales, que encuentran en el fentanilo ilegal una droga más barata, más potente y lamentablemente también más letal.

Ese triángulo China-México-Estados Unidos es el que hace mover el fentanilo y cada uno de los países cumple un rol muy determinado. El problema es que la colaboración de China con Estados Unidos es simplemente nula en el tema. Si siempre había sido escasa, después de la visita de Nancy Pelosi a Taiwan, la misma se canceló casi en forma completa. Y en las aduanas mexicanas, tan permeables como siempre, se puede poner más énfasis en evitar la entrada de estos productos, pero el hecho es que los traficantes le han encontrado la vuelta y, como decíamos, ya el ingreso es de una serie de precursores que permiten fabricar aquí el fentanilo y prepararlo para su comercialización. Es fácil, es rápido y es muy lucrativo.

Es verdad que, sobre todo durante este año, México ha redoblado esfuerzos en el combate al fentanilo. Velasco dice que en la reunión con Estados Unidos se mostraron estadísticas que demuestran que México incautó el 25 por ciento de todo el fentanilo ilegal que se decomisó en el mundo. Es muchísimo, pero si tomamos en cuenta que en el mercado estadounidense, y en el local, la oferta no se vio en absoluto alterada, eso quiere decir que las posibilidades de abasto son enormes.

Es ese entramado el que hace tan difícil combatir el tráfico de fentanilo ilegal. No sé hasta que punto se puede tener avances más allá de la buena voluntad de la partes, pero lo que es indudable es que si lo acordado se cumple, por lo menos se dificultará una producción y tráfico de una de las industrias más boyantes en el mundo de las drogas y el crimen organizado.

El otro gran tema que se trató fue la migración. Hay avances, aunque sea con costos altos: se redujo sustancialmente el número de detenidos del otro lado de la frontera desde que se quitó el capítulo 42 en la Unión Americana. Pero esa situación como casi todo en ese ámbito, puede ser simplemente un espejismo: cualquier evento en cualquier país expulsor puede provocar una oleada de migrantes inesperada en cualquier momento. Existe otro tema en el ámbito migratorio que no es menor: hay muchos países a los que no se puede repatriar a los migrantes que han sido rechazados por Estados Unidos, como Haití y en buena medida Venezuela. Pero tampoco se puede realizar un trabajo migratorio completo porque esas personas no buscan quedarse en México.

A todo esto hay que sumarle la extrema politización del tema en el contexto de la campaña electoral del 2024, sobre todo en el partido republicano. Pareciera existir una competencia para ver quién se muestra más duro en el tema migratorio, entre gobernadores y precandidatos. Greg Abbot con sus boyas, sus alambres en el río Bravo, con sus medidas tan draconianas como absurdas. Mucho de ello es de simple consumo mediático: la valla en el agua del río, con todas sus consecuencias, tiene unos 350 metros de largo en una frontera de tres mil 500 kilómetros. Es una provocación ante la que México no puede quedar callado pero tampoco puede caer en ella, aunque parte de esos obstáculos en el Río Bravo están en territorio mexicano.

Son medidas propagandísticas que termina ocasionando, incluso, consecuencias en esos estado. Qué mejor ejemplo que las leyes anti inmigrantes del gobernador de Florida y precandidato Ron de Santis que han dejado a ese estado con escasa mano de obra para trabajar el campo y la hotelería.

Queda siempre la duda sobre hasta dónde es eficiente la colaboración entre México y Estados Unidos, más allá de la buena voluntad de la Casa Blanca y Palacio Nacional. Porque la Unión America es un Estado muy complejo, un verdadero enjambre de instituciones y agencias, muchas de ellas con su propia agenda y en muchos casos la colaboración está en entredicho. Alinear todos los esfuerzos binacional desde arriba no es fácil en México, mucho menos en Estados Unidos. Si hay resultados o no en todo este proceso lo comenzaremos a ver en esta segunda mitad del año, previo a la cita electoral en los dos países.

PD: nos tomaremos unos días de descanso, estas Razones estarán de regreso el lunes 7 de agosto.

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