Después de una semana en que la violencia marcó toda la vida nacional, menos los monólogos de las mañaneras, inmunes a esas vicisitudes de la gente común y corriente, en estos día tenemos que volver a poner la atención en el cruce entre la violencia, la intimidación y la política, en un momento en que se han crispado como nunca antes las tensiones por la elección interna de Morena.
Las denuncias de Marcelo Ebrard han impactado el proceso interno, pero también han exhibido el encono que existe entre distintas corrientes y grupos en el partido oficial. Desde el aparente desinterés de Claudia (transformado en furia de los suyos en redes) hasta las descalificaciones utilizadas por Fernández Noroña que lo exhiben como lo que es: un pendenciero de la política que sólo puede argumentar con agravios. Pero lo grave no está en los tuits sino en lo que sucede cada día, en el mundo real, ese mundo que en nuestro país está empapado de violencia.
Agosto, en la misma medida que escalaba la confrontación interna se ha cruzado con asesinatos, amenazas, atentados relacionados con el proceso de Morena. Luego de los hechos de Chilpancingo, donde fue tomada la ciudad por los Ardillos en su lucha contra el cártel de los Tlacos, incluyendo cadáveres desmembrados frente a la presidencia municipal y videos de la alcaldesa con el líder de los Ardillos, llegó el asesinato en la Autopista del Sol, frente a Chilpancingo, del empresario José Guadalupe Fuentes y su hijo de 20 años (en el ataque su esposa quedó malherida), un operador cercano a Marcelo Ebrard pero sobre todo a la gobernadora Evelyn Salgado. Fuentes Brito era tío de Rubén Hernández Fuentes, que es el coordinador operativo del jefe de Oficina de la gobernadora y, además, su pareja sentimental, uno de los principales operadores del gobierno estatal. En el mismo evento en el que murieron Fuentes y su hijo, fue asesinado un chofer de una combi que fue testigo del mismo. Fue perseguido por los atacantes y asesinado para que no quedaran testigos.
Hace dos semanas, en Iguala, en un crimen con muchísimas derivaciones, sufrió un atentado la prima de Evelyn y sobrina de Félix Salgado, Zulma Carvajal, en el ataque murió su esposo Humberto del Valle. Los dos trabajaban para la precampaña de Claudia Sheinbaum, pero Zulma buscaba, además, la candidatura de Morena en Iguala y acusó del ataque al actual alcalde priista David Gama.
Humberto del Valle fue el jefe de la policía preventiva local con Félix Salgado Macedonio cuando éste fue presidente muncipal de Acapulco. El hermano de Zulma, Justino Carvajal Salgado, hace diez años fue asesinado a balazos por un grupo armado frente a su departamento, en el mismo sitio donde atacaron a Del Valle la mañana de este domingo. Justino era el síndico procurador del entonces alcalde de Iguala, José Luis Abarca, cuando se dieron los hechos de Ayotzinapa.
Mientras todo eso pasaba y el gobernador de Veracruz se disfrazaba para filmar videos que él cree chistosos para redes sociales, era asesinada Zelma Zamora, dirigente de Morena y rsponsable de la precampaña de Adán Augusto López en esa región azotada por la violencia, donde días después vimos con estupor como en un depósito aparecían restos humanos destazados, empaquetados y congelados. Primero se dijo que eran 34, luego que eran 14, finalmente que entre 17 y 19. El gobernador Cuitláhuac García se apresuró a decir que era producto de ajustes de cuentas entre criminales cuando no estaban, no están aún hoy, siquiera identificados los restos. Subrayó que Poza Rica no era un foco rojo de seguridad. Quizás por eso la Guardia Nacional y el ejército enviaron a la zona más de mil elementos. Y seguían apareciendo restos humanos, ahora en Nogales, también en Veracruz.
Pero en el fin de semana ocurrió uno de los hechos más graves de esta campaña. Estaba en su recorrido por el sur de Veracruz el precandidato Manuel Velasco, dirigente del partido Verde, que no tiene buena relación con el gobernador García, cuando fue interceptado en pleno día en una carretera cerca de Minatitlán. Fue detenido, encañonado, lo mismo que sus acompañantes, entre ellos algunas mujeres de su equipo, durante más de media hora. No fue un equívoco, participaron en la emboscada para detenerlo seis camionetas de la policía estatal de Veracruz, con numerosos elementos armados con equipo táctico y armas largas.
A pesar de que Velasco y los suyos se identificaron plenamente (y que cualquier policía local sabe si hay giras proselitistas en la zona y quienes participan, supuestamente deben cuidar la seguridad de esos visitantes), fueron retenidos, mientras eran encañonados con armas largas durante unos 40 minutos. La secretaría de seguridad estatal emitió una declaración en la que mintió descaradamente, diciendo que habían sido retenidos porque una camioneta tenía vidrios polarizados y que a los pocos minutos siguieron su camino.
No es verdad, como se puede ver en los videos que se tomaron del incidente, las camionetas no tenían vidrios polarizados y mientras Velasco mostraba sus papeles se desarrrollaba un fuerte operativo en torno a él.
No pasó a mayores, fuera del susto real que sufrieron Velasco y los suyos, pero en política eso tiene un término: intimidación. Y lo hecho por la policía local, vaya a saber por orden de quien, se llama, por lo menos, es un abuso de autoridad, una intimidación ordenada refrendada por una evidente mentira divulgada. Si así actúa el gobierno de Veracruz con los suyos imaginemos cómo lo hará con los opositores cuando estén en campaña.
Por lo pronto, la interna de Morena echa lumbre.