Michoacán se desangra
Columna

Michoacán se desangra

Lo que está ocurriendo en Michoacán es el paradigma del fracaso de una estrategia de seguridad que no puede, ni quiere, ir al fondo, a la raíz de los problemas. 

Por supuesto que el crimen organizado se alimenta de muchos desafíos sociales y carencias, pero la creación, el desarrollo y la operación de las grandes organizaciones criminales se determina por otros factores, pero sobre todo por uno: son organizaciones cuyo único objetivo es obtener ganancias, todas las posibles y desde fuera de cualquier ámbito legal. Por definición estas organizaciones reemplazan al Estado y expolian a la sociedad. Y por ende deben ser combatidas y destruidas por el Estado, al que le disputan además el monopolio de la fuerza. Una estrategia que no parte de la exigencia de doblegar y romper estas organizaciones no tiene sentido.

El fin de semana pasado ha sido un verdadero infierno en Michoacán. Ataques, incendios, asesinatos, bloqueos, enfrentamientos feroces entre grupos del crimen organizado, ciudadanos encerrados en sus negocios o casas durante horas, aterrorizados y sin poder salir. Jornadas donde las autoridades se quedaron simplemente al margen. Los dueños de calles y de la violencia fueron los criminales.

En plazas como Michoacán, los negocios ya van mucho más allá que el simple narcotráfico o la instalación de narcolaboratorios. Los enfrentamientos más duros se dieron en Uruapan, Apatzingan, Buenavista. Es toda la zona de producción de limón y aguacate donde los grupos criminales lo que se disputan es el cobro de la extorsión a los productores. La industria de esos productos en Michoacán es muy poderosa, generan miles de millones de dólares y ese “impuesto” es el que quieren cobrar los grupos criminales. 

Tres grupos son los principales actores de estos enfrentamientos, aunque hay autoridades que dicen que en la zona operan hasta 22 grupos criminales (en realidad la mayoría termina subordinado a alguno de los que tienen trascendencia fuera del estado). Allí se confrontaron la Nueva Familia Michoacana, que estaría aliada con los grupos de los Templarios que han resurgido en la zona, el CJNG y los Viagras, que algunas fuentes de inteligencia dicen que han pasado de rivales a ser aliados del CJNG. Puede ser, pero lo cierto es que se trata de una violencia inconmensurable.

Lo que asombra es la prescindencia de las autoridades. Sí hubo presencia policial o de Guardia Nacional ante los bloqueos para tratar de retirarlos, incluso en uno de ellos cinco policías resultados heridos, pero no vimos ningún operativo para evitar o intervenir en los enfrentamientos. Se exhibieron decenas de videos de lo sucedido, sobre todo en Uruapan, pero sólo aparecen los sicarios que parecían tener mucha mayor capacidad que cualquier fuerza de seguridad. En realidad, se rehuyó el enfrentamiento. 

Pero terminados los mismos, que se extendieron de una u otra forma casi tres días, tampoco hemos visto algún operativo especial que buscara a los culpables, rompiera la estructura de esos grupos criminales y tratara de detener a sus líderes. Es como si no hubiera pasado nada. La norma volvió a ser la impunidad.

Los productores de limón y aguacate ya impulsaron en alguna ocasión grupos de autodefensa que terminaron siendo cooptados por criminales, hoy están nuevamente en ese camino porque las autoridades no intervienen. En esa zona fue asesinado Hipólito Mora, el ex jefe de las autodefensas: fue emboscado en pleno día por varias camionetas en las que viajaban decenas de hombres armados con fusiles de asalto y barrets, dispararon contra la camioneta de Mora más de mil tiros, el tiroteo duró largos minutos e incluso la camioneta de Mora se terminó incendiando por los disparos. Mora y sus custodios fueron asesinados, los sicarios se fueron en el mismo convoy de camionetas en las que llegaron y no apareció en todo este tiempo, casi 20 minutos, ninguna autoridad. 

El gobernador Alfredo Ramírez Bedoya, explicó que le había dicho a Mora que para poder protegerlo se tenía que mudar a Morelia, que no podía hacerlo en la entrada a la tierra caliente. No sé que les dirá ahora a los productores de limón y aguacate, porque ahí, en su tierra, es donde trabajan y producen. En la mañanera de ayer el presidente explicó que no había problemas, que ya se recobró la paz en Michoacán. Que todo lo demás era propaganda. Ya podemos estar tranquilos.

Moctezuma y los libros

Alguna vez dijimos que la actual secretaria de Educación, Leticia Ramírez no tuvo el menor involucramiento en el proceso de elaboración de los libros de texto y que incluso se oponía a mucho de lo que esos libros establecen. Pero lo debe guardar en la privacidad. 

Su antecesora, Delfina Gómez, fue quien dio luz verde a Marx Arriaga y su equipo para elaborar estos libros, pero además lo hicieron vulnerando todo el mecanismo legal que había establecido Esteban Moctezuma cuando fue el primer titular de la SEP en la administración López Obrador.

Si bien en el periodo de Moctezuma se dio marcha atrás a la reforma educativa de Peña, se avanzó una norma legal explicita para evitar lo que se hizo después que Moctezuma dejó ese cargo: imponer un nuevo modelo educativo, la nueva escuela mexicana, sin consensos y que los libros de texto, no tuvieran el periodo de consulta y de elaboración colectiva que la ley exige. 

El equipo original de Moctezuma estaba integrado por especialistas en educación, en forma destacadísima Gilberto Guevara Niebla, que se terminaron alejando de la 4T por las barbaridades que se comenzaron a cometer precisamente luego de que Esteban fue designado embajador en Washington, y los espacios en la SEP quedaron en manos de Luciano Concheiro, Marx Arriaga y sus amigos.

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