Ovidio no es el pasado, es el presente
Columna

Ovidio no es el pasado, es el presente

Ovidio Guzmán, en su primera audiencia ante un juez en Chicago, Illinois, en Estados Unidos, se declaró no culpable de los cinco delitos de los que está acusado en ese país: posesión de drogas con la intención de distribuirlas, participación en una empresa criminal, conspiración para manufactuar y distribuir drogas, conspiración para lavar dinero y portación de armas de fuego. 

En realidad, más allá de la estrategia que vaya a tomar su defensa, hechos tan duros como el culiacanazo, el levantamiento de sicarios del cártel de Sinaloa cuando se lo aprehendió y luego liberó en 2019, o la verdadera batalla que se generó en Jesús María para liberarlo, con numerosos muertos, incluyendo un coronel, en enero de este año, por sí solas confirmarían buena parte de esos delitos.

No sabemos si existe alguna estrategia de negociación de Ovidio con las autoridades mexicanas o estadounidenses. Llamó profundamente la atención de que luego de la resolución judicial que pedía a la cancillería decidir sobre si sería extraditado o no, que se dio el 2 de septiembre pasado, la defensa no presentara, como dijimos ayer, ningún amparo, ninguna réplica para detener la extradición, como lo había hecho durante los nueve meses anteriores. 

En todo caso hay algunos elementos muy importantes para determinar el futuro del caso Ovidio Guzmán. Primero, que la DEA y otras agencias estadounidenses, han informado que, por una parte, han tenido información de primera mano, vía personajes infiltrados en el cártel no sólo sobre la operación de Ovidio en los Chapitos, sino sobre su estructura y sus principales operadores, lo que se ha reflejado en la lista de los diez más buscados que se dio a conocer días atrás, y que ha sido ampliada incluso después de la extradición de Ovidio. 

Segundo, que a partir de esa información es evidente su participación tanto como el liderazgo de Iván Archivaldo, otro hijo de el Chapo Guzmán y medio hermano de Ovidio, en el cártel de los Chapitos. Tercero, que en el gobierno de Estados Unidos están decididos a usar todas las fuerzas posibles para romper con las redes de tráfico de fentanilo: el gobierno de Biden no puede tolerar, a un año de las elecciones, un costo de más de cien mil muertos al año por sobredosis de fentanilo, menos aún cuando el tema se ha convertido en uno de los más importantes de la virtual campaña presidencial. 

Cuarto, que era evidente que desde años atrás existía información muy detallada en la Unión American sobre las actividades de Ovidio: hace algunas semanas una agencia estadounidense confirmó lo que aquí habíamos adelantado cuando sucedió el culiacanazo, que estaba dispuesto un vuelo para trasladar inmediatamente, después de detenido, a Ovidio de Culiacán a Estados Unidos: esa detención se dio con fines de extradición porque Ovidio no tenía en 2019 orden de aprehensión en México. Haberlo liberado se tomó como una ofensa en la Unión Americana.

En todo caso, si Ovidio decide, como todo lo indica, ir a juicio habrá una diferencia fundamental respecto a los que afrontaron su padre, El Chapo Guzmán, o el de García Luna: esos procesos, tan mediáticos, fueron sobre el pasado. El Chapo fue detenido, se fugó, volvió a ser detenido y fue extraditado, durante el gobierno de Peña Nieto y todos los testimonios fueron sobre cómo había operado hasta entonces. García Luna fue detenido en diciembre de 2019, pero había dejado de ser funcionario público en diciembre de 2012, todos los testimonios y argumentos de su caso fueron sobre lo sucedido en los gobiernos de Vicente Fox y Felipe Calderón. 

Si hay juicio contra Ovidio tendrá que ser sobre temas actuales. Los Chapitos se convirtieron en una organización criminal protagónica en los últimos cinco años, cuando lograron manejarse con autonomía en el cártel de Sinaloa, y convertirse en los principales productores y distribuidores de fentanilo en la Unión Americana. Recordemos que apenas en agosto de 2016, se los percibía tan débiles que Iván Archivaldo y su hermano Jesús Alfredo, junto con otras 14 personas, fueron secuestrados en el restaurante La Leche en Puerto Vallarta, por un comando del Cártel Jalisco Nueva Generación, cuando celebraban el cumpleaños de Iván y estuvieron desaparecidos durante cinco días. Fue El Mayo el que negoció su liberación. 

Siete años después se habían convertido en uno de los grupos más poderosos del crimen organizado en México y Estados Unidos, objetivo número uno de las autoridades de ese país e incluso se distanciaron de El Mayo. Un juicio contra Ovidio tendría como escenario lo ocurrido este sexenio, no en el pasado, con todos los riesgos políticos que ello implica.

Por lo pronto, en los primeros días de octubre llegará a México una delegación del más alto nivel de las áreas de seguridad de la Unión Americana para evaluar los resultados del convenio Bicentenario, en otras palabras el desempeño de México en temas de seguridad y narcotráfico. Además de la detención y extradición de Ovidio, el gobierno mexicano podrá mostrar decomisos de millones de dosis de pastillas de fentanilo y la incautación de numerosos narcolaboratorios. Lo que no sabemos es qué tanto la red de operación de los Chapitos ha sido o no afectada. El objetivo para Estados Unidos, hoy ya no es Ovidio, es Iván Archivaldo.

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