Llegamos a los 170 mil muertos, asesinados, en lo que va de esta administración, muchos que en el la de Peña Nieto, un 45 por ciento más, y Felipe Calderón, un 83 por ciento más. Para cuando el presidente López Obrador deje su gobierno tendremos, al ritmo actual, por lo menos 200 mil muertos, la enorme mayoría de ellos ejecuciones del crimen organizado.
Pero en realidad son muchos más. En lo que va de esta administración tenemos unos 45 mil desaparecidos, no tenemos una cifra exacta porque es un tema al que la administración federal (y mucho menos las estatales) no le han puesto la menor atención. Como ya hemos insistido, no se ha recibido siquiera a las madres buscadoras, que terminan, sin apoyo oficial, arriesgando sus vidas, muchas veces pidiéndoles permiso a los grupos criminales para tratar de encontrar a los suyos en fosas comunes que se reproducen por todo el territorio nacional. No tenemos ni siquiera titular de la Comisión Nacional de Búsqueda, pero esa es otra historia, veremos si con la llegada a la subsecretaría de gobernación de Félix Arturo Medina, un funcionario con antecedentes de eficiencia y capacidad, se puede dar vuelta a esa página.
Lo cierto es que entre los homicidios registrados y las desapariciones, tenemos casi 220 mil personas muertas en lo que va del año. No hay argumento alguno que pueda respaldar los resultados de la estrategia de seguridad con estos números.
Tampoco con la percepción de inseguridad con la que vive la gente. Según la encuesta mensual del INEGI, en el pasado septiembre, el 67.4 por ciento de las mujeres y el 54.1 por ciento de los hombres consideraron que vivir en su ciudad es inseguro. Sólo la disparidad de los porcentajes, ese 13 por ciento de mujeres que se sienten más inseguras que los hombres, debería servir como base de cualquier diagnóstico sobre cómo está la situación de seguridad cotidiana en el país.
Las mujeres son abusadas, aumentan dramáticamente las violaciones, la discriminación, su situación desde el simple hecho de salir a la calle o de abordar un medio de transporte es radicalmente difeernte a la de los hombres. Aumentan dramáticamente los feminicidios. De octubre de 2022 a septiembre de 2023, se estima que, en zonas urbanas, el 9.8 por ciento de las mujeres fue violentada en su ámbito familiar.
La diferencia entre zonas geográficas también es notable. Las ciudades con mayor porcentaje de personas de 18 años y más que consideraron que vivir en su ciudad es inseguro fueron: Fresnillo, con 95.4 por ciento; Ciudad Obregón, con 92.3 por ciento; Zacatecas, con 92.1 por ciento; Uruapan, con el 91.5; Naucalpan de Juárez, con un 87.3; y Toluca con 86.2 por ciento. Dos ciudades de Zacatecas, dos del estado de México, una de Sonora y otra de Michoacán.
Las ciudades donde la percepción de inseguridad resultó menor fueron la alcaldía Benito Juárez, en la ciudaad de México, con 15.8 por ciento; Piedras Negras, con 19.7 por ciento; San Pedro Garza García, con un 20.8; Cuajimalpa de Morelos, con 21.4; Puerto Vallarta, con 22.5 y Los Mochis, con 24.1 por ciento. Dos alcaldía de la capital, la Benito Juárez y Cuajimalpa, de dos alcaldes que apostaron a la seguridad en una ciudad que ha mejorado notablemente al respecto; Piedras Negras, en Coahuila, una demostración de cómo ese estado ha avanzado en seguridad y muchos otros ámbitos, y San Pedro, que ha perdido unos pocoso lugares por el crecimiento de la inseguridad, todavía en límites manejables pero en aumento, en Nuevo León.
Las autoridades, tanto federales como locales, no terminan de comprender que la percepción de inseguridad no se determina por los grandes eventos, sino por garantizar la seguridad cotidiana que es la más vulnerable: es increíble que el 70.8 por ciento de la población se sienta insegura al realizar alguna operación en los cajeros automáticos localizados en la vía pública; que el 64.2 por ciento esté insegura al abordar el transporte público; que un 55.4 por ciento se sienta insegua dentro de un banco y un 54.1 por ciento en las calles por las que habitualmente transita.
No estamos seguros en la calle, en un banco, en un transporte. En otras palabras, en ningún espacio de nuestra vida cotidiana: eso es lo que nos ha robado, también, la criminalidad y lo que la actual estrategia de seguridad no contempla ni atiende. Y es un problema del gobierno federal, pero también y en forma muy destacada de los gobiernos locales. Es en lo local donde se deben construir policías que garanticen esa seguridad cotidiana, que le den confianza a la gente para algo tan sencillo como caminar por la calle, tomar un transporte público o ir a un banco. Hoy para casi tres de cada cuatro mexicanos eso no simplemente no existe. Pero los esquemas y estrategias de seguridad no están diseñadas con ese objetivo.
Dos billones de deuda
Duró cinco años el manejo cuidadoso de la deuda. En el último año de este gobierno, en el tradicional año de Hidalgo, el gobierno federal se endeudará con ganas: aumentará su deuda en 38 por ciento, nada más y nada menos que dos billones de pesos, o sea dos millones de millones de pesos. Año de terminar proyectos cuyo costo se ha más que triplicado: tren maya, refinería de dos bocas, el aeropuerto cancelado y el nuevo, el corredor transístmico y una política social que invierte completamente a fondo perdido. Y de pagar campañas.