Milei y una lectura mexicana
Columna

Milei y una lectura mexicana

Buenos Aires, 20 de noviembre.- ¿Cómo un personaje extravagante como Javier Milei que hace apenas dos años aparecía disfrazado en una fiesta de cómic y que era conocido sólo por su participación en programas de televisión, tanto de espectáculos, como de economía y política, que junto con algunas ideas liberales básicas traía consigo propuestas absurdas y extravagantes, pudo en tan poco tiempo convertirse en presidente de Argentina, derrotando en forma arrolladora a la maquinaria electoral kichnerista?.

Cuando uno habla aquí con la gente, desde especialistas hasta taxistas, salvo en ciertos sectores muy específicos, lo que prima es la desconfianza respecto a lo que viene, pero también todo está permeado por una genuino hartazgo de 16 años de gobiernos hegemonizado, de una u otra forma, por los Kichner, sobre todo los últimos cuatro años encabezados por Alberto Fernández y Cristina Fernández que han sido un caos total con una economía en bancarrota y una destrucción social que alcanza niveles sin precedentes en el país. Los apoyos sociales, las libertades y los derechos han quedado relegados por los electores ante el hartazgo, eligiendo incluso a las expresiones más intransigantes respecto a la oposición más moderada que era Juntos por el Cambio.

Hay ejemplos del salto al vacío que viene. Argentina “vive” en estos días gracias a un swap, un crédito, que le otorgó China para mantener sus cuentas, son miles de millones de dólares que se van a acumular a la enorme deuda externa (hoy nadie siquiera tiene una idea del todo clara de a cuánto alcanza), pero en el acuerdo con China existía una pequeña cláusula en la que se especifica que si ganaba Milei, se cerraba la llave financiera. 

¿Por qué? Porque el ahora presidente electo ha dicho que se alejaría de China y Brasil, para acercarse a lo que llama el mundo libre, que identifica sobre todo con Estados Unidos (en su versión trumpista) e Israel (en clave Netanhayu). El problema es que los principales socios comerciales de Argentina son China y Brasil. La potencia asiática pondrá la relación en pausa hasta ver como reacciona Milei, mientras que el presidente Lula de Brasil envió un saludo muy medido, preciso, extendiendo una mano al nuevo gobierno.

El hartazgo de la gente con el kichnerismo, más incluso que con el candidato y ministro Sergio Massa ubicado a la derecha de éste, se ha sustentado en el papel que han jugado los duros de ese sector: la propia Cristina, su hijo Máximo, su corriente, apodada la Cámpora, que han estado envueltos en todo tipo de escándalos y confrontaciones, sin aceptar a candidatos y dirigentes más moderados, como el propio Massa, o incluso el cancelado presidente Alberto Fernández, un ejemplo patético de un mandatario que desde hace meses decidió dejar de gobernar.

Eso se catalizó en la segunda vuelta (si la elección hubiera sido de una sola vuelta como las que tenemos en México hoy el presidente sería Massa, como poco más del 30 por ciento de los votos, una demostración más de que una segunda vuelta es imprescindible en nuestro país para tener una representatividad real en la presidencia de la república) con el respaldo a Milei de prácticamente toda la oposición.  

Lo que viene será, insistimos, un salto al vacío: en el terreno inmediato no hay recursos para el ajuste que se plantea y que representa por lo menos, sólo de inicio, un 4 por ciento del PIB, incluyendo una suerte de cancelación del gasto público, desaparece diez de 18 ministerios federales, acabar con los subsidios e ir retirando los apoyos sociales. 

Eso provocará sin duda presiones políticas y sociales para un gobierno que no tiene mayoría legislativa y que no gobierna ni una sola provincia. El segundo punto será ver que se hace con las deudas (de todo tipo) internas y externas, que exigiría hasta 200 mil millones de dólares de pago casi inmediato para un país que lisa y llanamente se quedó sin reservas.

La soberbia del poder acabó con los Kichner, que subestimaron a sus adversarios, quisieron acabar con la Suprema Corte, se sintieron impunes ante actos de evidente corrupción, se dedicaron a condenar a los medios y los periodistas y pensaron que siempre mantendrían el apoyo de los más pobres y que con eso alcanzaba. 

Perdieron y perdieron incluso en esos sectores que pensaban suyos. Ha estado tan cerca el presidente López Obrador del kichnerismo que Morena tendría que tomar nota. Por cierto, el principal asesor de campaña del derrotado Sergio Massa, fue Antoni Gutiérrez-Rubí, que ya hizo las maletas para su nueva responsabilidad: tener ese mismo papel con Claudia Sheinbaum.