Tuve oportunidad de ver esta semana el video que ha presentado en forma muy cuidada, selectiva, para que no tenga difusión masiva y no victimizar a las víctimas, el gobierno de Israel con las imágenes de los ataques terroristas de Hamas de hace dos meses, en la mañana del siete de octubre pasado.
No hay nada que no supiéramos: asesinatos a sangre fría de hombres, mujeres, niños, violaciones, personas quemadas vivas, decapitados. Todo eso ya había trascendido y algo había sido mostrado, en los primeros días, incluso a través de videos subidos por Hamas y sus integrantes.
La diferencia es que saber que algo ocurre a verlo en un video sin editar, tomado de cámaras de seguridad, celulares, y muchos de ellos de las propias cámaras de integrantes de Hamas, es brutal. Algunas imágenes son sencillamente dantescas y nos llevan a insistir en algo que la guerra cultural que estamos viviendo suele ocultar: la situación que se vive hoy en Medio Oriente y particularmente en Gaza es consecuencia directa de una agresión armada del grupo terrorista que tiene el control de la Franja, contra la población civil de Israel, en el mayor ataque terrorista que hayamos visto en décadas. Incluso, por la frialdad con que fue cometido, fue un ataque aún peor (si esa escala sirve para algo) que los del 11S en Nueva York y Washington, incluso con componentes más graves como los abusos, las violaciones, y la toma de rehenes, 240, de los cuales unos 137 siguen en poder de Hamas. Viendo las imágenes de mujeres abusadas, violadas, asesinadas, una se pregunta en qué están pensando algunos colectivos feministas que no denuncian lo que hace Hamás con las mujeres. Es incomprensible.
Después, han ocurrido cosas terribles en Gaza durante la operación militar de Israel que ha dejado mil 600 muertos. Algunas de las acciones tomadas por Israel son justificables, otras no. Pero también hay que asumir varios hechos que son objetivos: desde el 2007, Hamas gobierna Gaza en forma brutal, dictatorial, habiendo eliminado incluso a grupos palestinos con los que están enfrentados como Al Fatah, que son quienes sostienen la Autoridad Nacional Palestina en Cisjordania.
Durante todos estos años han desarrollado un sistema de defensa que cubre buena parte de Gaza con túneles desde donde opera y tiene sus arsenales. En esa lógica, utiliza objetivos civiles como una suerte de escudos humanos porque unos están sobrepuestos a los otros. Por ejemplo, una base de misiles de Hamás destruida en la ofensiva israelí, estaba colocada a e cien metros de una de las principales mezquitas y a 80 metros de una escuela. Debajo del principal hospital de Gaza estaba uno de los principales centros de operaciones de Hamas.
En el ataque del 7 de octubre fallaron evidentemente las tres agencias del sistema de inteligencia israelí porque, por lo que se sabe, tenían datos sobre un posible ataque, pero primero los subestimaron; segundo, dicen que no los supieron interpretar correctamente y tercero no tenían en Gaza inteligencia humana que les diera otra perspectiva de lo que podía suceder. Por eso pudieron tres mil integrantes de Hamás lanzar este ataque simultáneo. Fallaron muchas otras cosas en la seguridad israelí pero el que se haya podido organizar un ataque de estas características sólo se puede explicar por la infraestructura clandestina que desarrolló Hamás durante años bajo la superficie en la Franja de Gaza.
Pero tampoco podría explicarse sin el apoyo que siempre le han dado Irán y Siria a Hamas y otros grupos radicales, incluso para romper, lo han logrado, cualquier atisbo de acuerdo de paz. El contexto en el que se inscribe el brutal ataque del 7 de octubre es que estaba a punto de concluirse un acuerdo con Arabia Saudita que implicaba el reconocimiento de Israel, que hubiera consolidado la paz en la región, pero aislado a Irán, y por ende a Hamas y Hezbolá, otra organización terrorista que controla buena parte del Líbano. En realidad, lo que estamos viendo es un conflicto que trasciende Gaza e involucra a Irán, Siria, Líbano, a las fuerzas houtis de Yemen del Sur y a otros actores en lucha con Israel, pero también con otros países dentro y fuera de la región. Y detrás está otro conflicto, la estancada guerra generada por la invasión rusa a Ucrania.
En estos días, el ejército de Israel ha tomado ya el norte de Gaza y se ha dirigido al sur, donde se supone que viven ahora los líderes de Hamás y la Yihad Islámica, que estarían cercados al momento de escribir esas líneas. Israel tomará Gaza en poco tiempo, pero no puede quedarse allí, sería un error enorme. Pero tampoco puede permitir que Hamás siga gobernando o esté presente en la Franja.
Una Gaza sin Israel ni Hamás es posible, la pregunta es entonces quién gobernará: la Autoridad Nacional Palestina que tendría que tener una posición al respecto, porque es la que gobierna Cisjordania, no ha dicho una palabra. En última instancia el acuerdo de un sistema con dos países es viable, pero ello implica, como base del mismo, el reconocimiento de la existencia del estado de Israel. Hamas, Hezbolá, el régimen iraní, parten del supuesto de que lisa y llanamente Israel debe ser exterminado. No es aceptable, realista ni tampoco posible.