El país de las no verdades
Columna

El país de las no verdades

Azucena y Ayotzinapa

Puede ser, como muchos dicen, que el presidente López Obrador esté desinformado, sea porque su círculo de relaciones es cada día más estrecho y copado un grupo de los más radicales de la 4T, sea porque él mismo no busca una información diferente a la que se le proporciona, o porque simplemente prefiere sus otros datos a la realidad. No lo sé, lo que sí es evidente es que hay temas torales en que su desinformación o la distorsión que hace de la realidad son notables.

            Vamos con algunos ejemplos de esta misma semana. En el caso de la modificación de las medidas cautelares que se les brindó a ocho militares acusados sin prueba alguna en su contra, el Presidente envió a la ministra Norma Piña una carta injustificable en la relación de un Presidente con el poder judicial. Dice, entre otra serie de expresiones, que “al modificar la prisión preventiva oficiosa (de los ocho militares o del ex procurador Jesús Murillo Karam) existe un alto riesgo de sustracción de la justicia, por ejemplo que se vuelvan ilocalizables o huyan del país. Además, debo señalar que este es un asunto de la mayor importancia y trascendencia para el Estado por las graves violaciones a derechos humanos que se cometieron en contra de los jóvenes desaparecidos, así como de las madres y padres que los buscan”.

Es falso: todos los militares detenidos por este caso, trece, se entregaron voluntariamente, ninguno buscó huir ni volverse ilocalizable. Lo mismo ocurrió con Murillo Karam. Todos están detenidos sin pruebas que, como hemos explicado muy ampliamente, vayan más allá de imputaciones de testigos protegidos, sicarios del cártel de Guerreros Unidos que se acogieron a esa figura por ofertas del ex fiscal Omar Gómez Trejo, que los dejó en libertad a cambio de que ofrecieran testimonios a modo. Insistimos: ninguno de esos testimonios está sustentado en pruebas materiales.

El presidente López Obrador acusó, con razón, a Gómez Trejo de haber dejado en libertad a los sicarios pero obvia el dato más duro: que esos sicarios fueron dejados en libertad para convertirse en los testigos que presentó Gómez Trejo en contra de esos militares, todo con el aval de Alejandro Encinas, que incluso le ofreció a Tomás Zerón, en la reunión secreta que tuvo en Israel con el ex jefe de la policía judicial, que se convirtiera en testigo protegido si decía que la desaparición de los muchachos de Ayotzinapa había sido una operación de Estado.

            Claro que al presidente López Obrador le crea un problema, pero es un problema que se buscó él mismo al haber avalado durante años la versión de que se había cometido un crimen de Estado, cuando era evidente qué lo que había ocurrido en aquel 26 de spetiembre tuvo otra lógica y otras motivaciones. Hay pruebas hasta el hartazgo de que fue una operación decidida por un grupo criminal con complicidades policiales y políticas locales, no un un crimen de Estado. En cinco años no han podido demostrar nada diferente a lo que ya se había investigado el sexenio pasado, tanto en el ámbito oficial como con investigaciones independientes.

            En el caso de Azucena Uresti, que renunció a Milenio el viernes pasado, es lamentable la cantidad de idas, vueltas, versiones encontradas que se han dado desde la mañanera. Yo no sé porqué se fue Azucena de Milenio, esa es algo que ella y los directivos de ese medio deben, si quieren, aclarar, pero sí sé que todos los días se presiona a medios y comunicadores desde Palacio Nacional, que se habla cada vez que no gusta una información, que el Presidente acecha a comunicadores todos los días, descalifica, divulga información personal que incluso en ocasiones pone en riesgo la seguridad, que atentados como el que sufrió Ciro Gómez Leyva no han sido resueltos ni parece haber voluntad para hacerlo, que el propio mandatario ha dicho que habló con dueños de medios para quejarse de periodistas y se asombró de que le dijeran que no podían hacer nada. Y que se quejó de Azucena apenas días antes de que tuviera que renunciar. Azucena me imagino que tomó la que considera la mejor decisión para su carrera y Milenio para su empresa, pero que no nos digan que desde Palacio no se presiona: simplemente hay que ver cómo trabajaron este fin de semana las granjas de boots que desde allí se manejan para descalificar a la periodista.

            Hay muchos más temas. Se sigue insistiendo en que no hay desabasto y cuando se informa de cuántas medicinas abasteció la megafarmacia en sus dos primeras semanas de operación, resulta que fueron 67 recetas.

Se descalifica a los periodistas y medios por decir que aumentan los casos de covid y enfermedades respiratorias cuando la propia autoridad sanitaria advierte de hospitales saturados por esas dolencias (eran 16 la semana pasada). Se asegura que la seguridad ha mejorado, pero se quitan las extorsiones de los informes semanales y más del 90 por ciento de los delitos de alto impacto quedan impunes.             Desinformación, cerco, otros datos o simple distorsión de la realidad, usted decida.

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