¿Qué Pemex quiere Claudia?
Columna

¿Qué Pemex quiere Claudia?

No sé cuál es la propuesta energética de Claudia Sheinbaum. En las declaraciones habla, una vez más, de una simple continuación de las políticas aplicadas por el presidente López Obrador. En reuniones privadas ha hablado de muchas otras cosas, incluyendo una participación del sector privado en distintos ámbitos y de la apuesta por energías límpias, lo que sería coherente con su formación académica. 

Cuauhtémoc Cárdenas sí sabemos que tiene profundas diferencias en muchos temas, y particularmente en el terreno energético, con López Obrador: simplemente recordemos cómo el ahora presidente se negó a siquiera aceptar un amplio proyecto de Nación que Cuauhtémoc había diseñado hacia las elecciones de 2012 y no tuvo prácticamente participación en las campañas de López Obrador de 2006, 2012 y 2018. 

Se había dicho que en esta administración el director de Pemex sería Lázaro Cárdenas Batel, el hijo de Cuauhtémoc, que además de su experiencia como gobernador de Michoacán tenía una sólida experiencia de varios años en Washington y por vía familiar tiene amplios conocimientos de la paraestatal y del mercado petrolero. López Obrador prefirió colocar en Pemex a uno de sus grandes amigos, Octavio Ramírez Oropeza, cuya formación, ingeniero agrónomo, no cumplía con los requisitos establecidos para ser director de Pemex, pero que había sido el oficial mayor de López Obrador en la ciudad de México. Octavio Ramírez Oropeza, Rocío Nahle y Manuel Bartlett, a su vez con frecuentes peleas entre ellos, estuvieron en el centro de la desastrosa política energética que ha llevado a cabo esta administración.

Pemex en particular es un desastre desde todos los puntos de vista. La empresa está quebrada pese a que el gobierno federal le ha traspasado miles de millones de dólares en estos cinco años y se ha embarcado en proyectos costosísimos como Dos Bocas, casi 25 mil millones de dólares, el triple de lo considerado originalmente, un costo difícil de devengar porque, por ejemplo, la refinería de Deer Park que compró México en Texas, produce desde el día uno lo mismo que algún día producirá Dos Bocas y su costo total, asumiendo incluso las pérdidas que tenía de su operación anterior, fue de cerca de mil 600 millones de dólares. La deuda de Pemex supera con amplitud los cien mil millones de dólares y la deuda con proveedores que tiene atenazada a todo una sector de la iniciativa privada del país es de casi 300 mil millones de pesos.

Se habla de proteger la soberanía y la independencia energética pero cuando se debe tal cantidades de dinero nadie es soberano ni independiente, menos una empresa que las calificadoras internacionales consideran casi al borde del default. No es así porque recibe enormes cantidades de dinero del gobierno federal, pero ni de esa manera logra modificar sus números. Es una empresa dependiente de su falta de eficiencia y de sus acreedores.

La soberanía es otra cosa y ninguna empresa es soberana si sus activos son menores que sus deudas. El petróleo, o los recursos nacionales son de México, pero nadie dice que dejen de serlo porque haya empresas privadas, nacionales o entranjeras, que trabajen en el sector. La verdadera soberanía en este ámbito sería que la energía y sobre todo el gas puedan llegar a todos los rincones del país. La soberanía implica también respetar los compromisos internacionales y en el TMEC, en el terreno ambiental y en la industria energética en particular, no se están cumpliendo. 

Cuauhtémoc Cárdenas apoyó el lunes el proyecto energético de Claudia, que los demás no conocemos, y me imagino que será porque la intención de la candidata de Morena de llegar a la presidencia será hacer de Pemex algo muy diferente a lo de ahora. Se dice, es un rumor, que ese apoyo incluye, lo que sería un acierto, que Lázaro Cárdenas Batel sea el director de una empresa muy diferente a la actual en un sector, el energético, que se tendría que transformar por completo, mirando a otras naciones que, como Noruega o Brasil, que tienen fuerte presencia pública en el mismo, pero con amplias asociaciones privadas y un manejo completamente diferente al que ha tenido Pemex. Una empresa realmente autónoma. Y que ha se amplíe, asociada, a muchos otros ámbitos energéticos. En ese sentido, y en otros, la propuesta de Xóchitl de transformar Pemex en una gran empresa energética, no sólo petrolera, no está mal.

No me imagino a Cárdenas apoyando la propuesta de Claudia sin un acuerdo programático verdadero para el sector. Y Lázaro Cárdenas tendría que jugar un papel central en ello.

Area Natural Protegida

El gobierno federal está bastante poco interesado en la preservación ecológica. Apuesta por energía fósiles y por la peor de ellas, el combustóleo, no le importa si provoca daños graves en la península de Yucatán para construir el Tren Maya, los recursos para preservación son cada día menores (unos diez mil pesos por año por hectárea). Pero ha decidido usar la fórmula de expropiar terrenos y empresas, declarándolas áreas naturales protegidas. Eso se aplica a lo que sea, desde la empresa Vulcán en la Rivera Maya hasta el campo de golf de Huatulco. Lo del campo de golf es ridículo. El mismo está concesionado hasta 2027, terminad ala misma y si no quieren renovar la concesión el gobierno se puede quedar con él. Es de por sí un área protegida. Su cierre afecta a toda una comunidad turística sin contraprestación alguna para la misma. Viola el diseño estratégico, tan vulnerado tantas otras veces, de la zona turística de Huatulco. Es también una violación a la seguridad jurídica y se sintetiza en una venganza y un capricho.

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