Todo comenzó con Ovidio
Columna

Todo comenzó con Ovidio

Para poner en contexto lo sucedido con Ismael El Mayo Zambada y Joaquín Guzmán López y su entrega a Estados Unidos el 25 de julio pasado, hay que regresar varios meses atrás y retrotraerse a la caída de Ovidio Guzmán en el poblado de Jesús María, a unos 60 kilómetros de Culiacán, el 5 de enero del 2023. 

Ese día fuerzas especiales del ejército libraron un intenso combate hasta llegar a Ovidio y detenerlo; se reportaron oficialmente 29 muertos aunque probablemente hayan sido muchos más. El perímetro de seguridad de la casa donde ese noche había dormido Ovidio con su familia lo integraban todas las viviendas que rodeaban la del hijo del Chapo Guzmán. Los sicarios que estaban en ellas tenían todo tipo de armamento pesado y numerosos vehículos blindados. Se calcula que había cerca de un centenar de sicarios en la zona. Ovidio había sido localizado con anterioridad, pero era imposible detenerlo en Culiacán con semejante estructura de seguridad en torno suyo sin provocar un enfrentamiento urbano de grandes dimensiones. 

Desde que fue detenido El Ratón, intentó establecer un marco de negociación, que se formalizó cuando fue extraditado a los Estados Unidos. Ovidio, a diferencia de su medio hermano Iván Archivaldo, un hombre que suele usar la violencia en forma desmedida, es un personaje relativamente débil, que ya en prisión en México, dicen quienes lo custodiaban, estaba comenzando a quebrarse. Joaquín, su hermano, fue parte de esa negociación que no sabemos cómo se estableció pero que concluyó con su entrega y la del Mayo. Si éste fue llevado contra su voluntad o no a Estados Unidos es parte de estas mismas especulaciones. 

La primera pregunta es porqué el Mayo, un traficante mucho más experimentado e importante que Ovidio, se movería con sólo cuatro personas de seguridad, aunque uno de ellos fuera un comandante de la policía judicial estatal. Recordemos nuevamente el despliegue que acompañaba por ejemplo a Ovidio cuando fue detenido en Jesús María. Según fuentes oficiales, el círculo de seguridad de El Mayo estaba integrado por lo menos por 20 personas que lo acompañaban siempre y a todos lados.

La segunda es porqué estos fueron neutralizados con tanta facilidad, incluyendo según el relato de la carta de El Mayo, su amigo, Héctor Melesio Cuén (hay más de doce horas de diferencia entre la supuesta reunión de El Mayo y Joaquín, donde el primero habría sido retenido, y el reporte oficial del asesinato de Cuén, supuestamente en una gasolinera).

Otros datos a tomar en cuenta. La estructura de los Chapitos había sufrido golpes importantes, entre ellos la de El Nini, Néstor Isidro Pérez Salas, quien era el jefe de seguridad de ese grupo y que aparentemente también negoció muy rápido su condición en cuanto fue extraditado a los Estados Unidos. El Mayo, a su vez, había sufrido la caída de su principal operador El Lupe Tapia, el año pasado, y luego de varios de sus sucesores en la logística del tráfico de fentanilo y metanfetaminas.

Ese andamiaje debilitado fue el que quedó roto finalmente con los hechos del 25 de julio pasado. Pero al contrario de lo que se plantea, es la demostración también de que cuando existen golpes constantes y dirigidos contra los principales líderes de los grupos criminales, en todos esos casos generados desde las fuerzas militares, esas organizaciones por supuesto que no desaparecen, pero se debilitan seriamente. Llama en este sentido profundamente la atención que ni la gente del Mayo ni la de los Chapitos hayan reaccionado hasta ahora, ni siquiera en Sinaloa.

La carta de El Mayo en ese sentido puede ser un relato real de lo ocurrido o parte de una narrativa impuesta desde la Unión Americana. Y se presenta corroborando lo que unas horas antes había dicho el embajador Ken Salazar. Hay que insistir en un punto: en toda esta trama hay un alto componente de negociación de los criminales, sea Joaquín, El Mayo o los dos, con instancias de inteligencia estadounidense, todo indica que con el FBI. Esa trama comienza a desarrollarse quizás desde hace años, como dicen algunas fuentes estadounidenses, pero en realidad se activó a partir de la extradición de Ovidio, y la aparente conversión de éste, su hermano Joaquín y el Nini en testigos protegidos. Y no está demás recordar que el hermano de El Mayo y dos de sus hijos, también gozan de esa condición en la Unión Americana.

La farsa

La reelección de Alejandro Moreno en el PRI fue calificada por sus opositores, casi todos purgados del partido por el propio Alito, de una farsa. Probablemente lo es pero será una tragedia para lo que quede del tricolor. Su dirigente se ha apropiado de todo, desde la dirigencia hasta los cuantiosos recursos de los que goza todavía el partido. También de los  grupos parlamentarios, de los que ayer expulsaron nada más y nada menos que a Manlio Fabio Beltrones, una de las pocas cartas de peso real que le quedaba al PRI. 

Me llama la atención la magnitud de las traiciones: Alito debe buena parte de los inicios de su carrera política a Beltrones, que lo hizo legislador y dirigente juvenil. En el senado se queda al frente Manuel Añorve, cuya carrera, sin el apoyo de Manlio, tampoco se comprendería. Pero esta no es una historia de lealtades, es de simples y sencilla traiciones políticas. 

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