La carta de García Luna
Columna

La carta de García Luna

La carta de Genaro García Luna inicia un periodo que, como ya habíamos adelantado, será muy difícil para la saliente administración López Obrador y repercutirá en la de Claudia Sheinbaum.

Hay dos cosas que resultan particularmente importantes. Primero la insistencia de García Luna en declararse inocente. Han pasado cinco años, hubo un publicitado juicio en la corte de Nueva York y es evidente que el ex secretario de seguridad pública, como lo afirma en su carta, tuvo muchas oportunidades (como lo han hecho algunos de los más terribles criminales del narcotráfico detenidos en la Unión Americana) de declararse culpable, optar por una sentencia indulgente, de seis meses dice García Luna que fue el ofrecimiento, y recuperar su libertad. Ha optado por rechazar esos acuerdos y seguir en prisión. Está a punto de recibir una condena que puede ser muy larga y no se declarará culpable ni colaborador.

Insiste también en algo que siempre hemos dicho: el juicio contra García Luna se realizó, y se lo declaró culpable, sin que los fiscales de Nueva York hubieran presentado una sola prueba material: un estado de cuenta, una grabación, una llamada, una foto, que demuestre su relación de protección con el crimen organizado. Todos los testimonios fueron de delincuentes reconvertidos en testigos protegidos que habían sido detenidos en el periodo de García Luna y extraditados a los Estados Unidos y que allí cambiaron largas condenas por testimonios a modo que tampoco sustentaron con pruebas. 

Algunos de esos testimonios son absolutamente inverosímiles, como el de que le llevaron durante una comida, en varias maletas y al restaurante de moda en esos años, el Champs Elysses, millones de dólares en efectivo a García Luna. Es absurdo, pero se lo dio por válido.

También es verdad que ni en México ni en Estados Unidos se ha comprobado después de cinco años ni un solo depósito que pudiera ser calificado como dinero del crimen organizado. Entonces no hay pruebas materiales de su presunto delito y tampoco, siguiéndole la pista al dinero, se llegó a ninguna prueba de la relación con los criminales. Como dice García Luna, la embajada estadounidenses de esa época reconoce que no supieron de investigaciones de que García Luna estuviera relacionado con el narcotráfico y, por el contrario, la colaboración con las agencias de ese país era estrechísima.

¿Entonces porqué fue detenido García Luna?. El ex secretario dice en su carta que fue por un acuerdo entre el gobierno de López Obrador con la fiscalía (William Burr) de Donald Trump y que desde Palacio Nacional se alimentó esa narrativa y que incluso desde aquí se hicieron ofrecimientos de negociación para que acusara a los ex presidentes Salinas de Gortari, Fox, Calderón y Peña Nieto y a distintos funcionarios. 

Puede ser, porque, además, eso engarzaba con una añeja ambición de la DEA, como lo señalamos desde la detención del propio García Luna: realizar un maxiproceso contra México. El primer paso era el juicio del Chapo Guzmán, el segundo el de García Luna, luego la detención del general Salvador Cienfuegos y más tarde uno o varios ex presidentes. 

El plan se trastocó porque en las Fuerzas Armadas la detención sin la menor prueba del general Salvador Cienfuegos tuvo un rechazo total y el gobierno se vio en la obligación de defenderlo y exigir su regreso a México. Pero esa no fue la primera reacción presidencial: el día después de la detención de Cienfuegos, en la mañanera, de lo que se habló fue de que había que acabar con la corrupción del pasado. Fue más tarde, cuando ese mismo día el general Luis Cresencio Sandoval se reunió con el presidente López Obrador y le expresó el muy profundo malestar de la institución y sus mandos, que se cambió la narrativa y que finalmente Cienfuegos pudo regresar a México. No había ninguna prueba material en su contra, lo único eran unos delirantes chats de narcotraficantes de segundo nivel, con textos sin sentido para un secretario de la Defensa.

En la larga entrevista que le hicimos sobre su detención, el general Cienfuegos, además de contar la forma humillante en la que fue tratado, explica cómo en muchas ocasiones durante el mes de detención, le ofrecieron que se convirtiera en colaborador, lo que Sports supuesto siempre rechazó.

¿Hubo alguna participación del gobierno mexicano en la detención de Cienfuegos para impulsar ese maxiproceso?. Puede ser, lo cierto es que la reacción que obligó a la liberación del General provocó exactamente lo contrario: un profundo alejamiento con las agencias estadounidenses que se fue profundizando en los meses y años posteriores y que quedó exhibida con la detención de El Mayo Zambada y Joaquín Guzmán López el pasado 25 de julio de las que el gobierno mexicano al día de hoy no tiene información.

Pero si aquel maxiproceso terminó siendo abortado, hoy se abre una coyuntura diferente: lo que dice García Luna es que esas agencias son las que tienen pruebas que involucran a la administración saliente y algunos de sus operadores. En realidad son los testimonios de los mismos delincuentes que acusaron a García Luna, como se publicó hace algunas semanas.

El día 9 de octubre será la sentencia de García Luna y luego vendrá su apelación. Pero antes, el 1 de octubre, es la comparecencia de Ovidio y Joaquín Guzmán López en Chicago, estará concluyendo para el juicio contra el menchito, Rubén Oseguera, luego inicia el del Nini, jefe de sicarios de los chapitos y a fin de octubre el del Mayo Zambada. No son casualidades. Tampoco es para hablar de administraciones mexicanas del pasado.

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