¿Cuál es la diferencia?. Hemos visto coches bomba explotar en varias ciudades del mundo, en París, en Londres, alguna vez en Madrid, hasta en Moscú; los hemos visto estallar en Colombia (¿quien puede olvidar la guerra entre Pablo Escobar, del cartel de Medellín, contra el cártel de Cali de los hermanos Rodríguez Orihuela o los atentados de las FARC, el ELN o los paramilitares?); los hemos visto en Ecuador, en Israel, en Irak, en todo Medio Oriente. Hemos visto atropellamientos masivos en Barcelona, Londres, París. Hemos visto personas decapitadas por ISIS, exhibidas en redes. Hemos visto ataques y desfiles militares de Al Qaeda y de otras organizaciones terroristas, para desafiar a las autoridades, en muchos países.
¿Alguien nos puede decir en que se diferencian esas acciones terroristas de las que estamos viviendo en México?. Sólo en los últimos días hemos tenido al alcalde de Chilpancingo, decapitado y con su cabeza puesta sobre el techo de un automóvil a metros de la presidencia municipal; hemos tenido dos coches bombas, en Acámbaro y Jerécuaro en Guanajuato; hemos tenidos enfrentamientos, uno en Sinaloa y otro en Tecpan de Galeana, en Guerrero que han sido verdaderos combates, con cerca de 20 muertos en cada uno, contra criminales que tienen armas de guerra y vehículos blindados, artesanales y no.
En Chiapas, la frontera está controlada por cárteles criminales que atacan a las comunidades, desplazan a la población, secuestran a las niñas y jovencitas para introducirlas en mecanismos de trata, a los jóvenes para volverlos sicarios, desfilan por las calles, exhiben su armamento y sus miembros, se amenazan mutuamente entre ellos y también a las autoridades locales y federales. Un reconocido sacerdote, Marcelo Pérez es asesinado cuando termina de ofrecer misa de domingo.
Los muertos por día en el país suman, en la última semana, unos cien por día, en el sexenio pasado fueron 200 mil con 51 mil desaparecidos. ¿Quién puede asegurar que los grupos criminales en México no son terroristas, que lo que vivimos no son ataques terroristas?.
La presidenta Sheinbaum dio una explicación un poco enredada y técnica sobre porqué no son ataques terroristas lo que sufrimos cotidianamente; el gobernador Rutilio Escandón fue más allá y aseguró que su estado, Chiapas, está en paz y que todo es una cuestión de percepciones; la presidenta municipal de Acámbaro va dos días después del atentado con coche bomba la zona del ataque y dice que todo estará bien, la gente le grita que tiene miedo, que hubo niños que estuvieron a punto de morir; a ninguno de los dos municipios llegaron autoridades federales o estatales.
Según la ONU, la definición de terrorismo “es la intimidación o coerción de poblaciones o gobiernos mediante la amenaza o la violencia”. El FBI considera terrorismo al “uso ilegal de la fuerza y la violencia contra personas o propiedades para intimidar o coaccionar a un gobierno, a la población civil o a cualquier segmento de la misma, en apoyo de objetivos políticos o sociales”. Eso es lo que estamos viviendo en México. Puede ser que por razones políticas no queramos reconocerlo, pero es un hecho inocultable.
En el terrible conflicto de Gaza mueren unas 130 personas al día, en México (sí, en un territorio mucho más grande y con una población mayor) unas cien personas diarias. Y los grupos criminales, como dicen la ONU o el FBI utilizan las fuerza y la violencia para intimidar a la población y a las autoridades. No sólo eso, como vimos en los enfrentamientos en Tecpan de Galeana o como lo vemos todos los días en Chiapas, esos grupos criminales utilizan cada vez más sicarios provenientes de otros países, sobre todo de Centroamérica. Algunos pueden ser esos muchachos migrantes que son secuestrados cuando intentan llegar a la frontera, pero la mayoría provienen de grupos criminales, de ex militares o ex guerrilleros de El Salvador, Guatemala, Colombia.
En Estados Unidos, donde hay elecciones la próxima semana, los dos aspirantes presidenciales, Kamala Harris y Donald Trump, con distintos matices, están convencidos de que los grupos criminales mexicanos que son causantes (no exclusivos, pero para ellos sí) de cien mil muertos anuales por sobredosis de fentanilo en la Unión Americana, deben ser declarados terroristas.
Eso les permite, según su legislación, realizar operaciones extraterritoriales para atacarlos: si como todo lo indica, la caída de Ismael El Mayo Zambada y Joaquín Guzmán López fue el resultado de una operación de inteligencia estadounidense, estará amparada en esa legislación. Quién sabe qué harán en el futuro Harris o Trump, pero el republicano ya sopesó en su primer gobierno ataques con drones en México y para los dos esta situación obliga a que en la próxima revisión del TMEC, como acuerdo paralelo exista un acuerdo tripartido de seguridad con México y Estados Unidos.
Serrat
Joan Manuel Serrat recibió el premio Princesa de Asturias a las Artes. Su discurso fue notable. “Soy un hombre, dijo, partidario de la vida. Prefiero los caminos a las fronteras, la razón a la fuerza y el instinto a la urbanidad. Soy un animal social y racional que necesita del hombre mas allá de la tribu. Creo en la tolerancia. Creo en el respeto al derecho ajeno y el diálogo como la única manera de resolver los asuntos justamente. Creo en la libertad, la justicia y la democracia. Valores que van de la mano o no lo son. Tal vez por eso no me gusta el mundo en que vivimos, hostil, contaminado e insolidario donde los valores democráticos y morales han sido sustituidos por la avidez del mercado, donde todo tiene un precio. No me gusta ser testigo de atrocidades sin unánimes y contundentes respuestas”. ¿Es tan difícil asumir esas palabras como nuestras?.