El factor China es y será cada vez más importante en el futuro de México. Es un tema que distorsiona nuestra economía, complejiza la relación con nuestros principales aliados en América del Norte y será determinante en el entendimiento que deberá tener la administración Sheinbaum con el próximo presidente Trump.
No debería ser objeto de debate: China, económicamente nos aporta poco. En julio de este 2024, las ventas de México a China sumaron 649 millones de dólares, mientras que las importaciones mexicanas desde China sumaron 11 mil 442 millones de dólares. Eso implica una balanza desfavorable para México de 10 mil 793 millones de dólares al mes. Y la tendencia se sigue acrecentando.
La relación con Estados Unidos es completamente diferente: las inversiones extranjeras directas de Estados Unidos en México fueron entre enero y junio de este año de 13 mil 700 millones de dólares; las remesas, sólo en el segundo semestre del año, sumaron 16 mil 639 millones de dólares. El 83 por ciento de nuestro comercio exterior se dirige a Estados Unidos y eso, a cifras de junio pasado, significa el 40 por ciento de lo que importa la Unión Americana. El superávit comercial de México con EEUU es altísimo, sólo en junio fue de 24 mil millones de dóalres, para todo el 2024 será de poco menos de 300 mil millones de dólares de superávit comercial favorable para México.
Sólo esas cifras tendrían que ser suficientes para comprender que no se debe especular demasiado con donde está nuestro destino estratégico: es América del Norte y pasa por una estrecha relación con Estados Unidos y Canadá, dos naciones que están ya en una confrontación comercial con China que será aún más dura que la actual desde el 20 de enero. En términos teóricos quizás no tengan razón respecto a las denuncias que han hecho, sobre todo en Canadá, sobre la relación de México con China, pero en términos de real politik lo que debemos hacer es sencillo: debemos establecer, como se ha dicho, un mecanismo para reducir drásticamente las compras de China e incrementar las que hacemos a nuestros socios comerciales.
Hay quienes hablan de establecer un programa de sustitución de importaciones: no se trata de repetir lo que ha sido un fracaso en el pasado. Tenemos un espacio comercial de cien mil millones al año de productos que compramos en China que podemos comprar en Estados Unidos y Canadá; tenemos otro enorme espacio de oportunidad para producir en México mucho de lo que China nos venden a nosotros, pero sobre todo mucho de lo que le vende a Canadá y la Unión Americana. Ese es el mecanismo idóneo para fortalecer el TMEC y los acuerdos coemrciales comunes y todo eso se puede negociar y establecer claramente incluso antes de que se renegocie oficialmente el tratado en 2026, en las conversaciones que están por comenzar ya con la futura administración Trump.
Hay quienes dicen que no tenemos condiciones para llevar a cabo un proyecto de esa magnitud, que nos faltará agua y sobre todo energía. No es verdad, como ha explicado la secretaría de energía, Luz Elena González, tenemos suficiente energía para atender todos los proyectos actuales y las inversiones ya planteadas; los mecanismos de participación e inversión están abiertos para inversionistas nacionales y extranjeros en muchos ámbitos sobre todo en energías limpias y en las explotaciones en aguas profundas, que tendrán un muy alto componente privado.
Es verdad que sobre todo Pemex necesita una cirugía mayor pero ella no puede hacerse de un tajo, sino gradualmente. Es verdad que por una de esas taras ideológicas que tenemos como país, se ha prohibido el fraking pero el hecho es que está prohibido para las zonas o las explotaciones que utilicen agua potable: sí se pueden establecer proyectos, como la mayoría de los que se hacen hoy con fraking en el mundo, que utilicen agua residual, de mar o de otras fuentes distinta a la potable. Todo eso se puede realizar, se puede hacer con inversiones privadas y existe voluntad política para hacerlo, por lo menos en el gabiente económico y energético.
Lo que falta es expresar esas ideas con claridad y ponerlas sobre la mesa con nuestros principales socios comerciales y de la mano con ello definir también nuestros compromisos regionales en seguridad, fentanilo y migración que, por lo menos en el tema fentanilo, se vuelve a cruzar nuevamente con el tema China.
No tuvo la difusión deseada pero el programa de la transformación de las aduanas anunciado el fin de semana es un capítulo muy importante en todo ello: debemos saber qué entra y qué sale de nuestro país, tanto como debemos controlar las fronteras para saber quién entra y quién sale y de esa forma controlar flujos migratorios. Son temas de seguridad nacional. La diplomacia, finalmente, se debe alinear con esos objetivos. Ese es un esquema de negociación que debe funcionar ante Trump y Trudeau.
La reconstrucción de Acapulco
Otro programa presidencial que quedó oculto en la agenda cotidiana fue el de la reconstrucción de Acapulco, un proyecto que va más allá de la recuperación tras Otis y John y que presentaron la presidenta Sheinbaum y la gobernadora Evelyn Salgado días atrás-
El programa se está terminando de ajustar con la iniciativa privada y contempla inversiones de ocho mil millones de pesos, construcción de viviendas, reparación de condominios y hoteles afectados, así como la reconstrucción de la red de agua potable, del sistema de bombeo de agua y de la infraestructura dañada por los huracanes. El programa, con todos sus detalles, se presentará en enero, terminado el periodo vacacional.