Ayer Donald Trump en un mensaje virtual con el Foro Económico de Davos, dijo que con México están “tratando muy bien” y reiteró “las cosas están muy bien”. En la misma intervención, dijo que con Canadá “es muy difícil negociar”, que los han “tratado muy mal” y que no necesitan ni el gas ni el petróleo canadiense, tampoco los necesitan para la fabricación de coches. Extendió sus críticas a la Unión Europea que, dijo, “nos ha tratado muy injustamente”, dijo que no va a tolerar el déficit con China y ofreció a las empresas de los otros países que “vengan a fabricar en Estados Unidos y les ofreceremos algunos de los impuestos más bajosque cualquier nación en la tierra”.
La verborragia de Trump es conocida, pero creo que a partir de esas pocas frases se establecen con claridad muchos objetivos. ¿Por qué contrapone Trump a Canadá con México? Primero, vamos por lo personal y político: Trump detesta a Justin Trudeau, un hombre que está en sus antípodas políticas, personales e ideológicas y que, además, ya no tiene poder, está a la espera de un reemplazo y su partido en las próximas elecciones, en menos de seis meses, salvo una sorpresa descomunal, será derrotado por un candidato conservador muy cercano al propio Trump. La actual Casa Blanca no va a concederle nada a Trudeau.
Con México, si Trump dice que ya están tratando y que van muy bien, por algo será, pero de eso no se nos ha informado, y evidentemente no se trata de algo que se pueda haber planchado en una llamada telefónica entre Juan Ramón de la Fuente y Marco Rubio. Entonces especulemos. ¿Qué deberíamos contemplar? Primero lo obvio: el gobierno mexicano ha aceptado el programa Quédate en México y no es sólo por solidaridad o por la onda gélida que sufre la frontera. Se lo quiera considerar así o no, lo cierto, como era ya en el anterior gobierno de Trump, Quédate en México es la versión tropicalizada de un tercer país seguro, similar al que tienen otras naciones, como por ejemplo Turquía, con la Unión Europea.
¿Qué otra cosa estamos tratando con la administración Trump?. La relación y colaboración entre las fuerzas armadas de los dos países fue y sigue siendo estrecha, más allá incluso de las coyunturas políticas. Trump le ha pedido al Comando Norte que establezca los mecanismos para cuidar la frontera, la migración y la lucha contra cárteles en la Unión Americana. El Comando Norte es el encargado en la Defensa estadounidense, en la división global que ha hecho ese país después de los atentados del 2001, de garantizar la seguridad nacional, interna de la Unión Americana. Ahí, considerados como una parte de su seguridad interna, participan México y Canadá (y también Bahamas). México siempre ha tenido participación en el Comando Norte y ha habido y hay elementos del ejército mexicano en su sede en Colorado. En los próximos días vendrá una delegación militar estadounidense a México para tareas de entrenamiento y colaboración; regularmente se hacen operativos de entrenamiento militar conjunto en muchos ámbitos. El intercambio de insumos de inteligencia también ha estado vivo.
Entre las medidas que se podrían estar contemplando, estaría una modificación de plano (o de hecho) de la ley de seguridad interior que se aprobó el sexenio pasado y que limitaba cualquier participación de organismos de seguridad o inteligencia de otros países, léase Estados Unidos, en México. Por supuesto que una intervención o participación abierta, sea militar o policial en nuestro país será rechazada, pero existen condiciones para establecer mecanismos mucho más profundos en términos bilaterales. Me imagino que el mayor problema para ello, por una confrontación que viene de décadas, es con la DEA, una relación deteriorada al máximo luego de la injusta detención del general Salvador Cienfuegos.
Las agencias estadounidenses tendrán cambios drásticos con la administración Trump: la nueva fiscal, Pam Bondi, es una trumpista de corazón, pero es también una mujer que sabe y conoce de seguridad, migración y tráfico de drogas, por sus muchos años como fiscal de Florida, de ella dependerán las fiscalías y tendrá poder, junto con el Homeland Security, sobre la DEA, la CIA, la patrulla fronteriza, la agencia de control de armas y explosivos y muchas agencias más.
Para México con los nuevos ordenamientos de Trump, existe una posibilidad, ahora facilitada por la propia orden ejecutiva dictada, de trabajar seriamente sobre el tráfico de armas de Estados Unidos a los cárteles mexicanos, más allá del proceso judicial que se ha entablado contra los fabricantes. Con la declaración de FTO a los cárteles está terminantemente prohibida, es un delito grave, la venta de armas o explosivos, incluso la capacitación, a esas organizaciones por empresas estadounidenses o bajo jurisdicción de ese país. Hay que hacer que se cumpla esa norma como se cumple con otros grupos terroristas.
En términos arancelarios y de complementación comercial y económica, si se avanza en estos días en estos temas de seguridad y migración, es mucho es lo que se puede ganar. Por las razones que sea, Trump no nos puso en la misma canasta que a Canadá, la Unión Europea, China o los BRICs. Hay que aprovecharlo y jugar la carta de la pertenencia a América del Norte con cierta audacia.
Por eso se necesita poner la narrativa de nuestro gobierno en esa lógica de esa nueva relación. Hoy es parca, destinada, con un discurso tradicional, para el mercado interno, cuando evidentemente la realidad está pasando por otro lado.