La otra agenda de Trump
Columna

La otra agenda de Trump

Los temas migratorios, el tráfico de fentanilo, México, Canadá, Groenlandia, Panamá, la franja de Gaza, son temas que, por supuesto, están en la agenda de Trump, pero creo que en buena medida terminan siendo, con toda su importancia y en ocasiones irracionalidad, la cortina de humo ideal para los profundos cambios internos que está realizando en la estructura de gobierno de los Estados Unidos.

Elon Musk y su equipo están reestructurando el gobierno con el mismo sistema que usó el empresario cuando compró Twitter y la convirtió en X: despidos masivos, una orientación ideológica diferente, con una estructura mucho menor, donde se desecharon desde controles de contenido hasta cuotas de género, raciales e incluso políticas sobre presunto o real acoso. Lo mismo se está haciendo en el gobierno: lo políticamente incorrecto es la norma, tanto como el rechazo a la diversidad: no sólo el presidente Trump está acusado de acoso, también su nuevo secretario de la Defensa, Pete Hegseth, el secretario de salud, Robert Kennedy Jr. , y varios otros más. La secretaria de Homeland Security, Kristi Noem, se hizo famosa en la campaña porque reconoció haber matado de un tiro a su perro porque no le gustaba, y la lista podría continuar. En ese sentido, han aprovechado el movimiento pendular que han provocado las posiciones ultras, extremistas, irracionales de muchos sectores del movimiento (la religión, la llama Jean Francois Braunstein) woke, o del movimiento trans, para dar un giro de 180 grados, tan irracional como a lo que se opone.

Pero es en la estructura de gobierno, sobre todo de justicia, donde ha habido más cambios: se ha despedido a los agentes del FBI que participaron en las investigaciones contra Trump; en otras agencias de seguridad habrá cambios profundos y se ha extendido la oferta de abandonar prematuramente sus empleos a las propias agencias, incluida la CIA; también se ha despedido, o relegado, a fiscales que investigaron a Trump o a su equipo; se disolvió en los hechos USAID, la agencia de apoyo a iniciativas sociales y humanitarias, donde terminarán despedidos 10 mil especialistas y trabajadores; dejó el Pacto de París, lo que va de la mano con el abandono de las políticas ambientales que había impuesto Biden y sobre todo con la propuesta de sobreexplotación petrolera y de gas que impulsa el nuevo gobierno; salió de la OMS, y el secretario de salud, Kennedy Jr. propone cambios radicales, en todo, desde la aplicación de vacunas hasta el despido de numerosos funcionarios que fueron claves en la lucha contra la pandemia y la creación de vacunas; salió del comité de derechos humanos de la ONU, coincidentemente con su política antimigratoria. 

Pero también Trump despidió vía tuit a la presidenta de un organismo que sería el equivalente a nuestra Junta de Conciliación y Arbitraje, porque dijo que los despidos de Musk estaban violando las leyes laborales.

Un área que está fuera del interés público, pero en el centro de atención del área que encabeza Musk, es la Oficina del Servicio Fiscal. Forma parte del Departamento del Tesoro, y está integrada por funcionarios de carrera que operan un sistema que canaliza alrededor del 90 por ciento de los pagos para el gobierno de Estados Unidos, unos 6.75 billones de dólares, según el NYT. Esa oficina tiene toda la información sobre los beneficiarios de apoyos federales, información fiscal y contratos del gobierno. Históricamente, dada la sensibilidad de la información, el acceso a ella estaba limitado sólo a un pequeño grupo de funcionarios de carrera. Según una investigación del NYT, Musk y su equipo tuvieron acceso la semana pasada al sistema de pagos, lo que les permitió comenzar a ver cada operación que realiza el gobierno. Eso incluye datos personales, los números de Seguro Social de quienes reciben beneficios federales e información de cuentas bancarias de personas y contratistas. 

Un funcionario de carrera del Departamento del Tesoro, David Lebryk, renunció después de que lo presionaron para que diera ese acceso al sistema de pagos al equipo de Musk (la mayoría jóvenes menores a los 25 años y recordemos que Musk no es siquiera un funcionario federal, con responsabilidades legales, sino un simple colaborador que mantiene todas sus empresas e intereses económicos vigentes). El secretario del Tesoro, Scott Bessent dio la autorización. Ahora toda esa información está en manos del empresario más rico del mundo, incluso la de sus competidores y puede disponer de ella para hacer cambios en el gasto del gobierno o para su usufructo personal.

No sé si Trump se saldrá con la suya en los numerosos cambios globales que propone, pero el hecho es que mientras se agita la bandera en el terreno global, en el doméstico la transformación, si termina concretándola, será mucho mayor y la estrucutra de gobierno de la Unión Americana podrá quedar en manos de unos pocos intereses privados poderosísimos.

La Constitución

¿Qué Constitución celebramos ayer?. Porque de la de 1917 no queda nada y con los cambios del llamado Plan C incluso muchas de sus bases, como la división de poderes, han sido vulnerados. Esta Constitución a la que se le ha agregado de todo y de cualquier manera, nada tiene que ver con aquella  que promulgó Venustiano Carranza. El mismo que dos años después, fue derrocado por las fuerzas obregonistas. Desde entonces la Constitución es invoca para cambiarla o violarla, de acuerdo con intereses coyunturales, algunos legítimos, otros no. 

Petro

El presidente de Colombia, Gustavo Petro, defendió públicamente el consumo de cocaína, dice que “no es más mala que el whisky”. Sigue hundiéndose solo.