Trump y la pérdida de la confianza
Columna

Trump y la pérdida de la confianza

Los mercados siguen castigando la política arancelaria de Donald Trump, y comienzan a resquebrajarse las lealtades en torno al mandatario estadounidense. Son sobre todos grandes empresarios que apoyaron decididamente su candidatura y que ahora han visto como se volatilizaban 11 billones de dólares en pocos días desde que Trump impuso los aranceles al comercio mundial.

Muchos de esos grandes empresarios creyeron, o mejor dicho quisieron creer, porque todas las señales indicaban otra cosa, que los aranceles serían simplemente una amenaza, un instrumento de negociación. No ha sido así y se han encontrado de lleno en una guerra comercial que no quieren y ante un mercado proteccionista donde tienen más que perder que ganar.

En el que, además, Estados Unidos se ha quedado prácticamente sin sus históricos aliados (el castigo arancelario a países como España, Corea del Sur o Japón, donde Estados Unidos tiene bases militares muy importantes y en algunos casos hasta miles de soldados, desconcierta aún más, porque se corre el riego de perder esos aliados militares que son críticos para la Unión Americana). Hoy lo critican y advierten que la Unión Americana y el mundo pueden ir hacia una depresión generalizada como la de los años 30 del siglo pasado o incluso a una estanflación, una situación de estancamiento con inflación.

Ya incluso su asesor Elon Musk, responsable directo de parte del desastre por los recortes indiscriminados en la administración pública, le habría pedido a Trump que descartara sus políticas más agresivas de aranceles. Y hasta ahora Trump lo ha ignorado. Musk lo hizo luego de haber perdido, él y sus empresas, nada más y nada menos que 600 mil millones de dólares desde que asumió Trump el 20 de enero pasado.

Habrá que ver si la situación económica no se estabiliza y si pronto se comienzan a ver las secuelas de la política arancelaria, hasta cuándo se podrá mantener Trump si modificar estas políticas. La idea que subsiste es que a partir de la imposición pueden establecerse acuerdos con distintos países que los vayan liberando, pero hay asesores de Trump como Peter Navarro, que los ven como una política permanente.

Durante la primera etapa del trumpismo hubo muchas medidas, como lo propios aranceles o los ataques militares a México, que fueron frenados por funcionarios con mucha mayor experiencia que el presidente, funcionarios de los que se fue deshaciendo a lo largo de esos cuatro años pero que frenaron sus peores impulsos.

Como decía ayer el NYT hoy “no hay nadie en el poder ejecutivo dispuesto a rechazar públicamente las amenazas de Trump de apoderarse de Canadá. De alguna manera, los comerciantes no se dieron cuenta de que eventualmente habría consecuencias económicas de un desgobierno tan profundo…Los mercados deberían haber juntado dos y dos para que si se habla de la anexión de Groenlandia, Canadá, el Canal de Panamá, probablemente también se sea más radical en el comercio”.

Pero todos se negaron en Wall Street a ver la realidad y a asumir que lo que planteaba Trump en su campaña sería lo que haría en La Casa Blanca. Pensaron que se iba a imponer la racionalidad económica olvidando que ya no tendría los amortiguadores que lo habían sostenido en su primer gobierno.

Los aranceles, para algunos de estos analistas no deben contemplarse siquiera como parte de esa racionalidad sino como una forma de demostrar que puede hacer lo que quiera y cuando quiera, porque tiene el control del poder. Algo así, salvando todas las diferencias como hizo López Obrador al cancelar el aeropuerto de Texcoco contra toda racionalidad económica (lo seguiremos pagando aún una década y media más aunque no se haya construido) sólo para demostrar, como afirmaba, que el poder político estaba por encima del poder económico. Lo mismo podría decir Trump, con un costo para su país y el mundo mucho más alto.

Quizás lo más grave es que el mundo construido desde la segunda guerra mundial, más allá de lo que haga en el futuro Trump con los aranceles, se perdió o corre el riesgo de desaparecer definitivamente. Lo central, y eso es lo que no evalúa La Casa Blanca es que se podrá temer a Trump pero se le ha perdido la confianza a los Estados Unidos. Y eso puede repercutir en todos los ámbitos, como los propios bonos del Tesoro estadounidense. Si se le perdió la confianza a ese país, ¿se la mantiene a sus bonos soberanos o incluso al dólar?. Con detalles que son muy importantes, el mayor tenedor de bonos del tesoro estadounidense en el mundo es China, si se deshace de ellos, la crisis financiera puede ser sencillamente brutal.

Y lo mismo se repite en el ámbito militar. Los más castigados por los aranceles fuera de China y algunos lugares como el pequeño país africano de Lesotho, son los principales socios comerciales e incluso militares de los Estados Unidos: Canadá, la Unión Europea, Corea del Sur, Japón, Singapur. La perdida de la confianza es el mayor de los costos que terminará pagando la Unión Americana luego de esta absurda travesía que ha emprendido el presidente Trump.

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