Columna

Mercados, Trump y drones

Jorge Fernández Menéndez

Mientras los mercados se derrumbaban y los bonos del Tesoro de Estados Unidos estaban siendo vendidos en forma masiva, superando los 5 puntos de tasa de interés (y por ende aumentando geométricamente la deuda de los Estados Unidos), Donald Trump volvía a mostrar sus dotes de estadista sosteniendo en una reunión del comité republicano que los demás países del mundo, querían llegar a acuerdos con Estados Unidos, que lo estaban buscando, que le decían que “harían lo que él quiera, que le están, concluyó, besando el culo”. Todo un estadista.

Unas horas después acorralado por los mercados y los bonos dio marcha atrás, y decretó pausar los aranceles 90 días a quienes no habían tomado represalias, incluyendo México. En los hechos, esos aranceles quedaron básicamente para China, aunque también aseguró que estaba dispuesto a negociar con ellos.

Es una buena noticia porque establece los límites que se puede permitir el mandatario estadounidense, pero más allá del entusiasmo de los mercados en cuanto se dio el anuncio, éste también confirma la incertidumbre que genera el mandatario y lo errático de sus políticas basadas más en ocurrencias que en la asesoría de los expertos.

Para México es la confirmación de que la política adoptada en relación con Trump y los aranceles fue la correcta y le ha brindado frutos al país y al gobierno que, una vez más, puede comprobar que las insensateces de los militantes duros de Morena, esos que proponían la ruptura con Estados Unidos y la incorporación al BRIC, no sólo le juegan en contra a la mandataria, sino que no tienen una buena idea de lo que es el mundo real.

Mientras todo esto ocurría, el nuevo embajador de Estados Unidos en México, el ex funcionario de la CIA y ex marine de las fuerzas especiales, Ron Johnson, era confirmado por el senado de su país. Dijo que venía a colaborar con las autoridades mexicanas para frenar y prevenir el flujo de indocumentados y combatir el tráfico de fentanilo. Del tema comercial, en la audiencia de confirmación, se habló poco, el centro fueron el fentanilo y la migración, dos terrenos en los que el gobierno federal ha tenido avances importantes en las últimas semanas y en lo que Johnson, que fue el arquitecto de la estricta estrategia de seguridad de Nayib Bukele en El Salvador cuando fue embajador en ese país, pondrá algo más que su empeño.

Pero en todo esto hay también versiones que se alimentan desde sectores de la Casa Blanca que no tienen sentido alguno. Una de ellas ha sido la que dio a conocer la NBC diciendo que las fuerzas de seguridad de Estados Unidos se estaban aprestando a atacar con drones, en territorio mexicano, a cárteles de la droga y laboratorios clandestinos. En la administración Trump todo puede suceder, pero la información no tiene asidero o sentido alguno.

No hay razón en la actual coyuntura para un ataque de esa naturaleza que lastimaría todos los avances que se han realizado en las últimas semanas en términos de seguridad. Esos ataques, además, tendrían que ser realizados por el ejército y la fuerza áerea de los Estados Unidos con la que se ha creado una estrecha relación desde tiempo atrás, pero que se ha acentuado en forma notable en los últimos meses.

La relación de ejército a ejercito, de fuerzas armadas a fuerzas armadas, se sustenta en acuerdos e instituciones. Una de las principales es la participación en el Comando Norte, encargado de la seguridad interior de Estados Unidos pero entendida como la seguridad regional de América del Norte, por eso en ese comando de la defensa estadounidense participan México y Canadá (y Bahamas para el tema del caribe).

Existe una estrechísima relación en la actualidad entre ambos institutos armados con protocolos recíprocos que no se romperán, basados en la confianza mutua, la responsabilidad compartida y el respeto a la soberanía. Hoy, hay políticas conjuntas de adiestramiento, cooperación y de esquemas de seguridad pública basados en seis mecanismos comunes de implementación, con reuniones periódicas de secretarios de defensa, pero también de sus principales mandos militares desde jefes de estado mayor hasta jefes de zonas militares en la frontera. Todo ese esquema para México está basado en responsabilidad compartida y en el respeto recíproco a la soberanía nacional. Un ataque como el descrito por NBC rompería, deterioraría cualquier esquema de las características que hoy se han construido. Tendría como resultado daños recíprocos para los dos países y destruiría la confianza mutua.

Una confianza que paradójicamente se ha podido construir cuando Estados Unidos está pasando su peor momento en término de alianzas globales desde la época de post guerra, cuando tanto la Europa comunitaria como los principales países asiáticos han puesto en duda su relación política, comercial y militar con la Unión Americana. No deja de ser un momento y una situación extraña, inédita, la que se puede generar entre el México de Sheinbaum y los Estados Unidos de Trump, en medio de una época oscura para el mundo.

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