Toda la política es local, decía Tip O’Neill, el célebre senador, muy cercano a John F. Kennedy, que ocupó su escaño por décadas siguiendo esa norma. También podríamos decir, parafraseando a O’Neill que toda la seguridad es local.
Siempre hablamos de la seguridad desde una concepción federal. Y es lógico: se habla y se debate si la Guardia Ncional debe estar en la Defensa o si debe tener mando civil, si los militares deben participar en la seguridad pública o no, de estrategias y funcionarios, porque así se determina una estrategia de seguridad, pero nos olvidamos que en realidad la Guardia Nacional, por ejemplo, tiene 130 mil elementos, pero que existen cerca de 400 mil policías estatales y municipales, que son los que están a nivel de tierra, que en la mayoría de los casos están mal equipados, con salarios insuficientes, atacados o cooptados por grupos criminales y con muchas autoridades que prefieren deshacerse del problema, dejarlo en manos de la federación y no invertir ni un peso en seguridad.
Hacer crecer la seguridad desde el ámbito estatal y municipal es uno de los objetivos de la estrategia de seguridad de este gobierno y eso se debe hacer operando desde arriba pero también desde abajo, desde los propios municipios. En muchos casos eso es imposible hacerlo en las actuales condiciones, en otros se podría, pero no existe voluntad política, pero en un puñado de ellos se pueden y se hacen bien las cosas con resultados positivos. En las próximas semanas le contaremos algunas de esas historias. Hoy vamos a comenzar con una que me llamó profundamente la atención.
Días atrás el C4, el centro de control de seguridad del municipio de Escobedo en Nuevo León, y la policía de proximidad, la fuerza municipal, recibieron en Estados Unidos las tres acreditaciones internacionales de la Comisión de Acreditación para Agencias de Aplicación de la Ley, CALEA. Un reconocimiento poco común e importante que legitima en el ámbito internacional los métodos y procedimientos de una institución de seguridad.
Fui invitado a conocer la instalaciones de seguridad en Escobedo y me sorprendí muy gratamente, no sólo porque las instancias de seguridad pública están integradas con las de justicia cívica y fiscalías en un solo complejo de oficinas, amplio, moderno, limpio y eficiente, sino porque en sus funcionarios existe mucha claridad sobre qué tienen que hacer y porqué.
El presidente municipal Andrés Mijes, es de Morena pero como él mismo dice, lo suyo es una 4T norteña, en otras palabras, una 4T, dice, que quiere e impulsa la iniciativa privada y las inversiones mediante las cuales quieren mejorar la calidad de vida de la población. Considera que su función es facilitar a los empresarios su trabajo y tener la mayor inversión posible en su municipio. Da permisos de construcción en tres días y cobra rigurosamente el predial para con esos recursos y con poco apoyo de la federación y el estado, garantizar lo que más le piden los empresarios y los ciudadanos: la seguridad personal y jurídica. Y lo está logrando: las inversiones, la seguridad y el apoyo.
Escobedo hace un par de décadas era un municipio rural con unos pocos miles de habitantes, hoy es literalmente una ciudad de 500 mil habitantes, conurbada a Monterrey y donde hay una pujanza industrial y un flujo de trailers que lo certifican constantemente, es un punto de producción y de tránsito neurálgico en la comunicación entre México y Estados Unidos.
Cuando estaba en Escobedo recordaba lo que alguna vez me dijo en Brasil cuando acababa de dejar la presidencia, ahora ya de regreso en ella, Luis Inácio Lula da Silva: durante su exitoso primer gobierno necesitaba sacar a millones de la pobreza y decidió hacerlo abriendo la economía, logrando millonarias inversiones y cobrando impuestos sobre las mismas. No obstaculizó a los empresarios, les facilitó la inversión. De ahí obtuvo los recursos para que, como nunca antes, millones de brasileños salieran de la pobreza y pudieran acceder a mejores estándares de calidad de vida. En nuestro caso eso es muy posible, pero para hacerlo uno de los capítulos centrales es garantizar la seguridad y reducir drásticamente la corrupción y la burocracia.
Puedo equivocarme, pero eso es lo que me pareció ver en Escobedo, lo que se refrendó cuando, en el despacho del alcalde Mijes, junto a cuadros del propio Gral Escobedo, de Vicente Guerrero, de Venustiano Carranza, de una foto de Claudia Sheinbaum en campaña, ahí estaba, en lugar muy destacado una foto del principal ícono empresarial regiomontano, don Eugenio Garza Sada, asesinado por un comando de la Liga 23 de septiembre en 1973, en un oscuro operativo que ya hemos descrito en el libro Nadie Supo Nafa, la verdadera historia del asesinato de Eugenio Garza Sada. Las fotos y cuadros son en este caso una declaración de principios. Me fui con buen sabor de boca de Escobedo.
PD: nos tomaremos unos días de descanso en esta semana santa. Estas Razones regresarán con usted querido lector el próximo 21 de abril.