La última llamada telefónica entre la presidenta Sheinbaum y Donald Trump estuvo lejos de ser cordial como se la calificó la semana pasada. Después que la prensa estadounidense divulgara que Trump le había ofrecido tropas a México para combatir el narcotráfico y que la presidenta Sheinbaum se había negado a recibir ese apoyo, el propio Trump confirmó el ofrecimiento y declaró que “la presidenta de México es una mujer encantadora, pero le tiene tanto miedo a los cárteles que ni siquiera puede pensar con claridad”. La mandataria ayer no se enganchó en la polémica y se quedó, dijo, con los avances que hay en la relación bilateral en muchos temas, incluyendo la seguridad.
Hizo bien en las dos cosas: tener al ejército estadounidense operando en nuestro país no es viable y engancharse en ese debate aún más. Pero hay cosas que sí debemos tener en claro: la razón de la insistencia de Trump en tener tropas en México no provienen sólo de un afán expansionista (que lo es) sino también una demostración de que hay puntos en el tema de seguridad en los que no se ha llegado a los objetivos que tiene la Casa Blanca. Se han daro muchos golpes, 800 laboratarios desmantelados, miles de personas detenidas, un gabinete de seguridad que funciona relativamente bien y con mucha comunicación con el de Estados Unidos, tanto de parte de García Harfuch como de los mandos militares. Pero el tema sigue siendo otro: la destrucción de las redes políticas de protección al crimen organizado que es un tema que no quiere abordar, por lo menos ahora, esta administración.
No necesitamos tropas estadounidenses pero sí necesitamos la colaboración de Estados Unidos. Primero, porque las redes criminales son, por lo menos, binacionales: no se podrán destruir aquí si siguen operando y garantizando la demanda allá. Segundo, porque los delitos no sólo están interrelacionados sino que se alimentan recíprocamente: el lavado y el tráfico de armas alimentan tanto la producción de drogas como su tráfico hacia la Unión Americana. Tercero, porque Estados Unidos, si quiere utilizarlos en colaboración con México, tiene instrumentos de inteligencia y comunicaciones que son los más modernos del mundo y en un esquema de real colaboración pueden ser enormemente útiles. Cuarto, porque no se necesitan soldados estadounidense pero sí existe una creciente colaboración militar que se debe ampliar y mejorar de forma tal que a tráves de la confianza mutua, cada una en su país pueda oeprar con mayor eficiencia.
Recordemos que el comando norte tiene la obligación, le otorgó Trump esa responsabilidad, de combatir también el tráfico de drogas y sus colaterales en su propio país. Y hasta ahora esa lucha se ha concentrado en cubrir cada vez con más elementos la frontera: no estamos viendo grandes operativos antidrogas en las grandes ciudades estadoundienses que son el principal centro de consumo, venta de armas y lavado de dinero de la droga y los demás negocios del crimen organizado. Por lo pronto, en julio llegaran más elementos del comando norte para entrenamiento y capacitación junto con el ejército mexicano.
Pidamos mayor colaboración a Estados Unidos que no pase por el envío de tropas sino por mayor información (la proporcionada hasta ahora no es, por lo que me dicen, la de mayor prioridad) y mayores resultados de su lado de la frontera. No podemos tener un Plan Colombia, que es lo que en realidad quiere la Casa Blanca, pero sí una coordinación mucho mayor en inteligencia, en la protección del espacio cibernético, en el seguimiento de líderes, dinero y armas. Podemos tener una suerte de acuerdo común para la protección de América del Norte que vaya de la mano con la renegociación del TMEC.
Además les estamos haciendo un favor en no aceptar tropas. Que comiencen a participar tropas estadounidenses en México sería polítcamente costosímo para todos y en primer lugar para Estados Unidos, porque pocas cosas podrían fortalecer más el control territorial y social de los cárteles que enfrentar un enemigo externo. Habría que recordar Vietnam, Irak, Afganistán. No hay que irse demasiado atrás.
Pero el tema de las redes de protección política sí se tornará en una aduana imposible de superar si la presidenta Sheinbaum no decide avanzar sobre ellas. No resulta comprensible que en todos estos meses, con todo lo que se ha hecho, no aparezca ni un triste personaje político de algún nivel involucrado en estas tramas, ni una denuncia penal, ni una investigación seria. Que después de casos como Teuchitlán se llegue a un presidente municipal, como si Teuchitlán no fuera parte de una trama mucho mayor del CJNG o si con todo lo que se ha hecho en Sinaloa o Tamaulipas no aparezca nadie ligado al cártel de Sinaloa o al del Noreste, si con la guerra que se vive en la Tierra Calienta no hubiera cómplices de la Nueva Familia o los Cárteles Unidos.
Esas denuncias ya están hasta en los medios. Y en Estados Unidos con los juicios que vienen contra el Mayo Zambada, los chapitos, Caro Quintero y muchos otros, habrá información de sobra. Se adelantea el gobierno o le deja la iniciativa a Trump.