Columna

Terroristas en la hora final de los chapitos

Finalmente, la fiscalía de los Estados Unidos hizo la primera denuncia formal por terrorismo contra dos líderes del narcotráfico en México, no sin cometer varios errores, voluntarios o no, en la información.

Pedro Inzunza Noriega y su hijo Pedro Inzunza Coronel, son los designados, calificados como líderes “de la facción Beltrán Leyva del Cártel de Sinaloa”, y han sido formalmente acusados de narcoterrorismo por el Departamento de Justicia de Estados Unidos. En realidad, en su afán de simplificación, los Inzunza, como los otros líderes que son señalados como sus socios, Óscar Manuel Gastélum Iribe, El Músico, y Fausto Isidro Meza Flores, el Chapo Isidro, son los que recogieron los restos del cártel de los Beltrán Leyva que rompió con el cártel de Sinaloa desde 2006-2008, iniciando, aliados con los Zetas y el cártel de Juárez, la violenta guerra que azotó al país durante dos décadas.

El dato es importante porque sin esa distinción todo queda como una simple disputa entre facciones, cuando lo que se vivió y que acabó con la derrota de los tres grupos aliados contra Sinaloa, significó el despunte de la violencia y la reconfiguración del crimen organizado en México y en los propios Estados Unidos, con un cártel hegemónico como el que encabezaban el Chapo, el Mayo Zambada y el Azul Esparragoza.

Los Inzunza y el Chapo Isidro, entre otros pocos, mantuvieron el control de sus territorios, sobre todo en Sonora, y también el enfrentamiento con el cártel de Sinaloa y, desde la extradición de El Chapo Guzmán a los Estados Unidos, en el último día de gobierno de Barack Obama, particularmente contra los Chapitos. Terminaron controlando buena parte de la frontera. Desde la captura de El Mayo Zambada son aliados de los mayitos en contra de Iván Archivaldo y Jesús Alfredo Guzmán, luego de que Ovidio y Jesús (sus medios hermanos) se han convertido en testigos protegidos de la justicia estadounidense. Allá llegaron, para confirmarlo, su madre y otros 16 familiares el pasado viernes.

La designación de los Inzunza se inscribe en esa lógica. Estamos en otro punto de inflexión como aquel de 2012. Todo indica que los mayitos y sus aliados están ganando la guerra interna a los chapitos (la confirmación de la fuga de Iván Archivaldo en febrero, que reprodujo el WSJ, entregado por tres de sus hombres de confianza, confirmaría el deterioro de su organización y liderazgo), y mientras se está llegando a acuerdos con Ovidio y Joaquín, se preparan las audiencias y los juicios contra el Mayo Zambada, que no se sabe si buscará o no, algún acuerdo de colaboración.

Parte de esa alianza de grupos contra los chapitos era, es también, el cártel de Caborca, donde Rafael Caro Quintero tenía un papel protagónico. Caro también está a la espera de su juicio, pero no pareciera que en su caso la fiscalía tenga interés alguno en llegar a un acuerdo.

Pedro Inzunza Noriega, El Sagitario o El de la Silla (está en silla de ruedas después de recibir un disparo en la columna) es señalado como el principal operador logístico y financiero del grupo y su hijo Pedro Inzunza Coronel (“El Pichón”) su sucesor y mando, y operan desde Los Mochis, Sinaloa.

De los Inzunza (y del Chapo Isidro) era la droga decomisada el 3 de diciembre de 2024 en Sinaloa, por fuerzas de seguridad mexicanas, que incautaron mil 500 kilogramos de fentanilo. Ese decomiso de fentanilo puro ha sido calificado como el más grande de la historia y pone de evidencia la magnitud de la red de producción y distribución este grupo. Esa red, particularmente sofisticada, tiene operaciones en Colombia, Panamá, Costa Rica, Honduras y Guatemala, además de México y Estados Unidos.

Si para 2012, los Zetas, los Beltrán Leyva y el cártel de Juárez estaban prácticamente liquidados, su resurrección se debió a la capacidad de resistencia de algunos de sus líderes, pero sobre todo al abandono de la presión contra ellos en los años posteriores, sobre todo en el pasado sexenio, hasta permitirles reconvertirse en los últimos diez años en fuerzas criminales muy poderosas. Ahora estamos en un momento similar, si no se mantiene la presión contra todos los grupos nos encontraremos otra vez en el mismo escenario, dos grandes cárteles, los mayitos y sus aliados contra el CJNG, con el país dividido y en guerra.

Es la primera vez que se utiliza la figura de terrorismo contra líderes del narcotráfico mexicano, no será ni remotamente la última.

Pepe Mujica

Si nuestra izquierda tuviera como referencia a hombres como Pepe Mujica, el fallecido ex presidente de Uruguay, sería democrática, incluyente, ajena a la división, el agravio y la polarización. No estaría detrás de dictadores y conservadores que dicen ser revolucionarios.

Mujica es mucho más que una austera forma de vivir, antes, durante y después de su presidencia: fue el hombre que encabezó una guerrilla en los 70; que cuando fue detenido fue torturado en forma feroz; que pasó casi 13 años arrojado en un pozo, en unas condiciones de terrible aislamiento. El hombre que, cuando salió de prisión, no buscó venganza sino acuerdos, que reivindicó la democracia, el pluralismo y el diálogo con todos, sin descalificaciones ni inventando enemigos o complots, asumiendo que la prosperidad y la estabilidad eran lo mejor que le podía suceder a su país, Uruguay. Nunca pretendió ser el sucesor de Artigas, San Martín, Bolívar, Martí o Juárez. Se limitó a gobernar con decencia y para todos. Tenía memoria, pero no rencores. Descanse en paz.

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