De educación ni hablemos
Columna

De educación ni hablemos

Jorge Fernández menéndez

Atentos como estamos a la inseguridad, a los juegos políticos de la Casa Blanca, a las vicisitudes de la familia del Chapo Guzmán, sus aliados y enemigos, no terminamos de poner la atención que merecen varios temas en los que el deterioro es evidente.

Dicen que son tres lo elementos decisivos para que la gente pueda vivir con tranquilidad y construir un futuro: salud, educación y seguridad. En los tres niveles la pasada administración dejó el país en una situación crítica. Ya sería redundante seguir insistiendo en el desastre la seguridad en que dejó el país López Obrador.

Quizás el daño sólo se puede comparar en términos de salud. Desde la carencia de medicinas hasta la desaparición del Seguro Popular, su reemplazo por el INSABI y luego por el IMSS Bienestar, la catástrofe operativa en la que se convirtió aquel, el desabasto de medicinas, la megafarmacia, la gestión de la pandemia por parte de López Gatell con el saldo de más de 700 mil muertes según el INEGI (el doble de los reportados por la secretaría de salud, más de 800 mil según la comisión independiente).

De la educación se habla menos pero los programas educativos, la llamada Nueva Escuela Mexicana, los nuevos libros de texto, el abandono en la profesionalización de maestros, rezagarán por años la educación de niños y jóvenes, ya lo veremos cuando se vuelvan a conocer los resultados de las pruebas PISA, que suspendió López Obrador.

Hace ya muchos años, en 2012, publicamos un libro, e hicimos un documental, con Bibiana Belsasso que se llamó La élite y la raza (Taurus 2012) y allí adelantábamos lo que sucedería de imponerse estas políticas, ya en debate desde entonces.

En La élite y la raza escribíamos con Bibiana que una de las dos grandes amenazas para la educación pública (la otra era la creciente privatización de la educación) “es lo que podríamos llamar la ideologización de la pobreza y de la mano con ella, la de la propia educación. La CNTE escenifica perfectamente esa lógica de mantener la educación como rehén de la lucha por el poder”. Es la política que se impuso, pero avalada ahora también por el SNTE.

En este discurso político decíamos entonces y ratificamos ahora, “no hay nada que se acerque a la educación.

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