25-10-2018 La campaña electoral estadounidense ha estado marcada en estos días por el temor. El miedo que tanto esgrimió Donald Trump en la elecciones del 2016, vuelve a aparecer ahora, luego de dos años de continuos enfrentamientos, varios fracasos, deserciones políticas, denuncias, guerras comerciales y algunos acuerdos puntuales, como el T-MEC, cuando el partido republicano está en serio riesgo de perder la cámara de representantes e incluso la de senadores, lo que a su vez podría terminar costándole la presidencia al propio Trump.
El miedo se utiliza por dos bandas: la caravana migrante y los paquetes bomba que se encontraron ayer en Nueva York. Lo que vimos estos días con la caravana migrante es un espectáculo lacerante, sobre todo para quienes allí pudimos estar y cuesta entender cómo y porqué miles de personas se prestan a una suerte de éxodo tan doloroso con un futuro tan incierto.
Pero la realidad es que más allá de la dimensión humanitaria, indudable, en la caravana hay demasiada manos metidas, incluyendo la de los propios Estados Unidos, magnificando y provocando reacciones mayores en todos los actores. Participan e impulsan la caravana los partidarios de Zelaya en Honduras, un ex presidente de fuerte talante populista, muy enfrentado con Estados Unidos y muy cercano al régimen venezolano, una corriente política que ayer realizó otra caravana pero ésta con destino Tegucigalpa, solidarizándose con los migrantes pero también pidiendo la caída del gobierno y elecciones adelantadas.
Muy cerca de ellos están las manos de los traficantes de personas en San Pedro Sula, donde se convocó la caravana y se le dio inusitada difusión y convocatoria en medios de comunicación en Honduras y Guatemala. Impulsan la caravana también las iglesias evangélicas, con una presencia notable en su organización y el apoyo a los migrantes. Hay muchos otros actores que participan en este verdadero drama humanitario. Pero de lo que no cabe duda es que en la caravana no vienen integrantes del Estado islámico como ha dicho Trump he insistido la cadena Fox. Declarar un estado de emergencia, convocar a la guardia nacional y al ejército no tiene relación con una caravana que se viene realizando de una u otra forma (pero nunca con tanta participación y difusión) desde hace una década. Estados Unidos ya ha anunciado que no permitirá el ingreso de los migrantes y en realidad el mayor de los problemas es para México que no puede en el corto plazo ni impedir el tránsito de migrantes ni tampoco tomar medidas que eviten que la caravana llegue hasta la frontera norte. En ese contexto hay que reconocer que el gobierno mexicano (el saliente y el entrante) han actuado con mesura y sensatez.
Trump ha querido hacer caer a los demócratas en la trampa migratoria, acusándolos de que son los responsables de la caravana por no haber adoptado medidas migratorias más duras ni aprobar la construcción del muro. El problema es que los demócratas, ni muchos republicanos que tratan de mantener sus escaños en distritos con fuerte presencia de migrantes, han caído en el juego del presidente, cuyo discurso queda muchas veces en el vacío, precisamente porque de este lado de la frontera se ha hecho un esfuerzo para evitar que la caravana se convierta, también, en una crisis diplomática.
El tema de los paquetes con explosivos que se enviaron a los Clinton, los Obama, a George Soros y a la CNN(dirigido a su actual comentarista y ex director de la CIA, John Brennan), genera temor y psicosis, pero más allá de esoes un arma de doble filo. Como dijo ayer Hillary Clinton, este tipo de ataques devienen de la polarización en que ha sumergido a su país la administración Trump. Si la investigación del FBI da resultados rápidos y resulta que la campaña de ataques proviene de un personaje o un grupo de la extrema derecha simpatizante de Trump, los costos del miedo los terminarán pagando el propio presidente y el partido republicano.
Quedan doce días para las elecciones de medio término en la Unión Americana y los viviremos en peligro. Es demasiado lo que está en juego para la administración Trump como para aceptar graciosamente una derrota.
La consulta fantasma
La consulta que inicia hoy sobre el futuro del aeropuerto capitalino es un sinsentido y algo así como una burla para una ciudadanía que debe exigir a sus futuros gobernantes mucha más seriedad en estos temas. Sobre todo, porque las ocurrencias, en estos casos, se suelen pagar con la desconfianza de los inversionistas y una crisis que paga al final no el gobierno sino la gente. Y esa desconfianza ya se percibe en el ambiente financiero con el dólar rondando los 20 pesos. De aquí al próximo martes también viviremos, económica y financieramente, en peligro.
Medio siglo
El dos de octubre pasado nuestro colega y amigo Joaquín López Dóriga cumplió 50 años de que recibió su planta como reportero, entonces en El Heraldo de México. Ha pasado medio siglo y Joaquín sigue siendo uno de los periodistas más completo, influyente y seguido de nuestro país. Ayer en la Lotería Nacional Joaquín recibió un muy merecido homenaje.