Ante Trump, diplomacia y seguridad nacional

01-04-2019 Para mi hermana Graciela, ​​​​cálida y luchadora.

La magnitud del error diplomático de las famosas cartas a España y el Vaticano se puede evaluar en estos días, en los que Donald Trumpamenaza con cerrar la frontera y frenar el nuevo tratado comercial trilateral, el TMEC. Decíamos que recibir gentilmente a Jared Kushner al mismo tiempo que se reclamaba con rudeza a nuestro más cercano aliado en Europa (y quizás en el mundo) por hechos ocurridos hace 500 años, no tenía sentido alguno.

 

Pues bien, esta semana, al contrario de lo que se dijo durante la visita de Kushner, el gobierno de Trump no sólo no aportó los diez mil millones de dólares de los que habló el presidente López Obrador para desarrollar nuestra frontera sur, sino que retiró los escasos 500 millones que otorga a Honduras, Guatemala y El Salvador como apoyo para el desarrollo, y amenazó (y no es descabellado que lo haga) con cerrar nuestra frontera común, por lo menos en varios puntos, lo que sería una pequeña (o gran, de acuerdo a la magnitud del cierre) catástrofe económica para el país en general y para la frontera norte en particular.

Hace bien el presidente López Obrador en no engancharse con las amenazas de Trump. Al hombre lo que le importa es su ya iniciada campaña de reelección. Y a falta de algo mejor que mostrar, el eje en la misma serán México, el muro y la migración, lo que pone en riesgo la renovación de TMEC. Donde se debe trabajar es en muchos otros ámbitos de la Unión Americana: se debe trabajar con los sectores afectados por esas medidas dada la estrecha integración comercial con México (que paradójicamente están en su mayoría en estados que tiene voto republicano), se debe trabajar con congresistas que representen esos intereses, con nuestra comunidad en la Unión Americana, con medios y con una política interior coherente con esos objetivos. 

Por eso mismo adoptar medidas que frenen la inversión, que limiten la integración, que retrocedan en los objetivos regionales, es un grave error, es una forma de impulsar el aislacionismo, y de ofrecerle a Trump mayor margen de maniobra para sus sanciones y presiones. Cuanto más integrados, cuando mayores intereses comunes existen, cuando se realiza un verdadero trabajo de lobbyng en todos los sectores, cuando nuestra economía es más abierta y las relaciones con las diferentes potencias económicas más sólida, mayor capacidad tiene nuestro país para lidiar con personajes como Trump y sus amenazas.

En este contexto un inútil conflicto diplomático con España no ayuda en absolutamente nada. Tampoco que se diga que se van a revisar los contratos de los ductos de gas (íntimamente vinculados a la importación desde Estados Unidos) o frenar las licitaciones futuras en áreas energéticas, cuando uno de los objetivos explícitos del TMEC es una amplia integración y apertura regional en ese ámbito, creando, casi en los hechos un mercado energético común. 

Al mismo tiempo se debe operar en nuestra frontera sur, por un tema no sólo político y humanitario, sino de seguridad nacional. Probablemente no es verdad lo que asegura la administracióTrump de que en las caravanas ingresan terroristas o ex miembros del ISIS pero, primero, no lo podemos descartar, sobre todo ahora que ese grupo terrorista ha sido derrotado en Siria y ha comenzado la dispersión mundial de muchos de sus sobrevivientes. Segundo, porque los que sí ingresan mezclados en los miles que huyen de la pobreza y la inseguridad, son pandilleros, tratantes de personas y traficantes de droga y armas. 

Se entiende y comparte la visión humanitaria, pero eso no está peleado con una estrategia de seguridad nacional. En 1995, luego del levantamiento zapatista, se aplicó una estrategia en la frontera sur de construcción de carreteras, zonas de contención y atención, una política social específica que podría haber tenido mucho máéxito si hubiera sido continuada en el tiempo, lo que no se hizo. Hay que hacer algo similar: hay que tener en el sur del país una frontera real, no ficticia, abierta pero con regulación, con cruces individuales no masivos, que permita incluso proteger de esa forma a quienes quieren ingresar al país. Dejar abierta la frontera sur al ingreso masivo y sin control es en el largo plazo suicida, más allá de las amenazas de Trump.

Por cierto, la semana pasada me preguntaba Bartlett de dónde sacaba que con la actual política de CFE iban a comenzar los apagones: pues ya tuvimos uno de horas en las colonias Roma, Condesa y Escandón, y el jueves nada menos en pleno Palacio Nacional, durante la conferencia del presidente López Obrador.

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