15-04-2019 Al igual que hizo con todos los presidentes de la república desde Miguel de la Madrid hasta Enrique Peña Nieto, la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación (CNTE) parece haber logrado doblegar al presidente López Obrador. Este fin de semana, en Campeche, el mandatario ha asegurado que no es necesaria la evaluación de los maestros, que quien ya hizo la normal, aunque eso haya ocurrido hace décadas, ya está evaluado. Pero es más, el presidente volvió a asegurar que si no se llega a un acuerdo, simplemente abrogará la reforma del 2013 y regresará el escenario educativo al 2012, a antes de la reforma de Peña Nieto.
En otras palabras, el presidente está dispuesto a dejar de lado la reforma que presentó Esteban Moctezuma y que ya estaba aprobada en comisiones de la cámara de diputados. En el caso de volver a la situación de 2012, se estaría en el mundo ideal planteado por la CNTE, porque implicaría incluso regresarle el control de la educación en sus estados. Volver a la situación de 2012 significaría un retroceso en un tema que, hay que recordarlo, fue el que más apoyo tuvo durante el sexenio pasado. Dese el gobierno federal se ha dicho muchas veces que si había algo que no era negociable con la CNTE era el control de plazas y presupuestos: si se regresa al 2012 tendrán eso y mucho más, incluyendo plazas automático a quien termine la normal. En Oaxaca implicaría regresarle por completo la dirección de las instituciones de educación pública a ese grupo político-sindical.
No es lo que López Obrador quería ni esos eran los compromisos que había asumido. La parte más significativa del magisterio, el SNTE que encabeza Alfredo Cepeda, que nuclea a cerca del 90 por ciento de los maestros, también se ha declarado a favor de abrogar la reforma educativa del 2013, pero apoya la propuesta por la actual administración. El problema central sigue siendo el del control de las plazas, que el Sindicato acepta que esté bajo control de las autoridades, mientras que la Coordinadora quiere que vuelva a sus manos.
Según los especialistas no se puede abrogar una reforma constitucional sin cambiar las normas legales. En otras palabras, si se quiere acabar con las actuales normas, se tienen que aprobar otras y hay que recordar que la reforma del 2013 tiene carácter constitucional y demanda dos terceras partes de los votos. El SNTE rechaza las “evaluaciones punitivas” pero impulsa la reforma presidencial, garantiza el funcionamiento de las escuelas (ante la amenaza de paros y bloqueos de la CNTE) y apoya la reforma laboral, incluyendo la elección por voto libre y secreto de las dirigencias sindicales. En ese contexto no se entiende la necesidad de amenazar con regresar al 2012. Lo que se debe hacer es exhibir a una Coordinadora cuyo principal argumento ha sido y es la utilización de la fuerza para bloquear cualquier iniciativa que le reste algo del enorme poder acumulado. Y respetar no a la minoría sino a la mayoría de los maestros.
El General de la Guardia Nacional
El mismo jueves que fue designado al frente de la Guardia Nacional tuve la oportunidad de entrevistar al general Luis Rodríguez Bucio en el programa Todo Personal. Es un hombre sensato, inteligente y que tiene una amplia perspectiva de lo que es y debe ser la lucha contra la inseguridad, y que conoce, de primera mano, los factores y actores que la propician. Es un especialista en temas de inteligencia y seguridad, con amplia experiencia tanto en aspectos operacionales en las zonas más conflictivas del país, como internacional, con participación en varias agregadurías, sobre todo europeas, a lo que se suma su reciente experiencia al frente de la Junta Interamericana de Defensa en Washington.
Es una designación acertada de alguien con experiencia de muchos años y con una carrera intachable. Resulta ridículo que se diga que no conoce la labor de seguridad o que, como algún analista dijo, que era un académico más que un militar con capacidad de operación en el terreno.
El general Rodríguez Bucio conoce desde sus entrañas el tema de la inseguridad y ha podido observarlo, el último año, desde el escenario privilegiado de un centro de intercambio militar y de seguridad internacional como la Junta Interamericana de Defensa.
Debemos insistir en un punto: la mezquindad política ha hecho fracasar o limitó seriamente otros experimentos, propuestas e instituciones de seguridad. No quedan demasiadas opciones. Es hora de apoyar a la GN y a sus mandos dejando de lado esa mezquindad que tanto daño ha hecho.