12-04-2019 Para mi padre Emilio, una luz que siempre me ilumina
El gobierno que presume de ser una continuidad histórica de las grandes gestas sociales y populares del país, olvida cómo han nacido y se han desarrollado muchos de los grandes conflictos sociales que han cambiado México.
No se puede comprender el movimiento del 68 sin analizar el movimiento médico de 1964-1965, que involucró cuatro paros de labores entre el 26 de noviembre de 1964 y octubre de 1965, promovidos por médicos residentes de los hospitales públicos del país, en demanda de mejoras salariales y de sus condiciones de trabajo. Ese movimiento médico fue el primero que enfrentó al presidente Díaz Ordáz que tomó posesión el 1 de diciembre de 1964. El paro de los médicos, que inició en el hospital 20 de noviembre y terminó abarcando todo el país, acabó con médicos despedidos y encarcelados y fue el principal antecedente del posterior movimiento del 68.
El gobierno de la 4T parece ignorar la gravísima situación que se está viviendo en los hospitales del país con el paro, más que justificado, de los médicos residentes, que como aquellos de 1964 simplemente están reclamando que les paguen lo que les deben. Escribía ayer en su columna Bajo Sospecha en La Razón, mi compañera Bibiana Belsasso algo que debería movernos a todos: los llamados ninis, los jóvenes que ni estudian ni trabajan, recibieron este mes su pago de 3 mil 600 pesos. Los médicos residentes, que están cursando especialidades luego de seis años de una árdua, exigente, carrera profesional, llevan tres quincenas sin cobrar y su salario es menor: apenas tres mil pesos. Apoyar a los ninis tiene una justificación social, pero no pagarle a los médicos es un crimen contra lo más valioso para cualquiera de nosotros: la salud pública del país.
Ayer el presidente López Obrador dijo que si no les han pagado a los médicos que les paguen, como si se tratara del adeudo de una talacha hogareña. El problema va mucho más allá. En los primeros meses de este año, el sector salud ha registrado una caída en su gasto de 13.6 por ciento, lo que equivale a una disminución de cuatro mil millones de pesos mensuales. Me imagino que esa es una de las razones que explican que no se les paga a los médicos residentes, auqnue se usa como coartada el argumento de que recibieron un bono al terminar el sexenio pasado que el actual gobierno considera que no tenían derecho a recibir y que por lo tanto no tienen que cobrar estas quincenas.
No se trata sólo de los residentes. La mayoría de los directores de los institutos de especialidades, las mejores instituciones de salud de nuestro país, tampoco están cobrando, y se les dice que tienen su actividad privada para garantizar sus sustento, además, como esos institutos tienen en su mayoría patronatos que los respaldan, les dicen que sean los patronatos los que paguen sus salarios.
Para la gente común, ese pueblo del que tanto se habla, tampoco hay buenas noticias. El seguro popular era un programa exitoso, que como todos podría tener deficiencias, pero lo que se hizo no fue sanearlas, sino acabar con él y anunciar que el actual gobierno creará su propio programa. Mientras tanto, la gente se ha quedado sin cobertura y la actual no es suficiente para atender la demanda.
Por otra parte, el presidente anunció que las cuatro principales empresas proveedoras de medicinas del país no podrán participar en las próximas licitaciones del sector porque considera que podrían haber caído en actos de corrupción, porque proveían cerca del 64 por ciento de los medicamentos comprados por el sector salud. Pero el hecho es que lo hacían ganando licitaciones que no fueron impugnadas en su momento y no existe, al día de hoy, acusación alguna en contra de esas empresas, ni siquiera como dijo el presidente de prácticas monopólicas en el sector. Se dijo también que si no existen otras que puedan proveer los medicamentos, éstos se comprarán en el extranjero. No tiene sentido: ¿no sería mejor establecer una licitación estricta y comprarle a las empresas nacionales que simplemente hagan las mejores ofertas antes de descalificarlas y pensar en comprar en el extranjero con la creciente posibilidad de que tengamos, como ya comienza a ocurrir, un desabasto de medicamentos en el sector público?.
El sector se aproxima rápidamente a una crisis. Los funcionarios al frente de la SSA, el IMSS, el ISSSTE, son serios y seguramente bien intencionados. Pero de buenas intenciones está empedrado el camino al infierno. Y no hay infierno peor que la enfermedad sin atención médica adecuada.