10-05-2019 Conocí a Marcelo Odebrecht, el más importante empresario brasileño durante el gobierno de Luis Inácio Lula da Silva, durante una de esas magníficas reuniones que organizaban un grupo de empresarios latinoamericanos, entre ellos en forma destacada Carlos Slim, llamada de padres e hijos. Los empresarios y sus descendientes, algunos muy jóvenes, otros ya con grandes responsabilidades en sus empresas, se juntaban regularmente en algún país de la región durante dos o tres días, había conferencias, encuentros, comidas y música. Me invitaron a ir como conferenciante sobre seguridad a Brasil hace varios años, cuando apenas comenzaba el gobierno de Dilma Rousseff pero la figura del encuentro fue, sin duda, Lula.
En la apertura, Odebrecht lanzó un discurso que me llamó profundamente la atención: presumió el momento que vivía Brasil, el auge de sus empresas y obras, cantó loas al gobierno de su amigo Lula y dijo que gracias a ese crecimiento lograría lo que más deseaba: en uno o dos años, aseguró, sería más rico que Carlos Slim.
Nunca lo logró: tres años después comenzaron una serie de investigaciones que han terminado llevándolo a la cárcel (a él y a otro centenar de personajes de alto y mediano nivel, además de provocar la caída de la presidenta Rousseff y el proceso contra el propio Lula) de la que saldrá antes de concluir su condena, porque aceptó una multa de 3 mil 500 millones de dólares, impuesta por Estados Unidos y Suiza, la más alta de la historia, y se convirtió en testigo colaborador: él y sus principales funcionarios delataron toda la red de sobornos que le habían permitido crecer con tanta rapidez.
Los sobornos abarcaron toda América latina y todos los gobiernos. En México, lo documentado por la confesión de Odebrecht, es un soborno de diez millones de dólares pagados a funcionarios gubernamentales en varios años. Hace dos años, cuando dejó la titularidad de la PGR, Raúl Cervantes, dijo que dejaba la investigación concluida y lista para judicializarse. Cuando se fue no se hizo nada y el tema de la corrupción destrozó electoralmente a la administración Peña y a las candidaturas priistas. El nuevo Fiscal, Alejandro Gertz ha retomado esa investigación y dice que en dos meses la podrá presentar ante los tribunales. Es imprescindible dejar en claro qué pasó con esos diez millones de dólares que Odebrecht entregó en México, quién los recibió y quién fue responsable de ese acto de corrupción.
Mucho se ha hablado del ex director de Pemex, Emilio Lozoya, además de su intervención en otros hechos por lo menos sospechosos: el vaciamiento de Oceanografía y la compra de unas millonarias e inútiles plantas de fertilizantes.
La lucha contra la corrupción es parte central de nuestra agenda interna por las consecuencias que tiene en la vida social, económica, política, cultural, en la seguridad. Es también un acicate para transformar prácticas y transparentar no sólo cuentas, sino también la realidad que se suele esconder tras el velo de la corrupción.
Fake Política On Line
Hay algunos personajes que creen que hacen periodismo y además política, porque los financian desde alguna oficina de Palacio. Uno de ellos publicó la existencia de una misteriosa cena en mi casa entre el secretario de Educación, Esteban Moctezuma y varios personajes del calderonismo, como Javier Lozano, Ernesto Cordero y Genaro García Luna y elucubró sobre lo que debe haber sucedido allí.
Es una estupidez. No fue una cena, fue la celebración, con 300 amigos y colegas, de mi cumpleaños, de los 30 años de mi columna y los diez años de mi programa de televisión. Llegaron personajes y amistades de todos los gobiernos, desde el de Miguel de la Madrid hasta la actual 4T, algunos ex gobernadores y políticos de todo tipo, porque yo no desconozco a los amigos, así hayan cambiado de gobierno o de partido, esté de acuerdo con ellos o no. Incluso el presidente López Obrador sabía de esa reunión porque uno de sus más cercanos amigos (que también lo es mío y que estuvo en la celebración) le platicó de ella esa misma mañana.
Estuvo Esteban, un viejo amigo, pero también había políticos de todos los partidos, intelectuales, empresarios, el director de un banco y muchos más que no participan en política. Además de Esteban, también estuvieron otros miembros del actual gobierno, de distintas depedencias, incluyendo la secretaría de Marina y de áreas de seguridad, además de periodistas, colegas y directivos de las empresas que cobijan mi trabajo como Azteca, Imagen y Excélsior, también de otros medios, como La Razón. Hay que ser muy idiota y tener muy mala leche para confundir una fiesta de 300 personas con una conspiración.