El factor Napoleón

19-07-2019 Los vacíos se llenan y en política lo hacen quienes están en mejores condiciones de aprovechar una coyuntura determinada. Es verdad que el peso de los sindicatos ha disminuido en las últimas décadas, pero no tanto como algunos creen y tampoco continuará ese declive con un gobierno como el de López Obrador que sabe que tiene su base social en los trabajadores y los pobres del campo y la ciudad.

 

Hoy existe un notable vacío en la vida sindical: la CTM, es una organización cuya representatividad cayó dramáticamente, con varios de sus principales dirigentes envejecidos y bajo sospecha, sin capacidad (y sin ganas) siquiera para sacar la cabeza en términos políticos. El Congreso del Trabajo no juega papel alguno. Centrales como UNT han apostado más al enriquecimiento personal de sus líderes que a ocupar un papel en el juego sindical. La Federación de Trabajadores al Servicio del Estado no ha atinado siquiera a defender a los empleados publico que cayeron víctimas de la austeridad.

Son pocos los sindicatos que funcionan realmente: los mineros, los maestros con Alfonso Cepeda, el sindicato del IMSS con 400 mil afiliados, y por lo menos los dos últimos son acosados internamente por movimientos tipo coordinadora, que buscan arrebatar los liderazgos imponiendo líneas mucho más duras. El gobierno pese a sus amplios programas sociales no parece tener tampoco una visión clara sobre qué hacer con los sindicatos. El presidente López Obrador es un hombre sin experiencia en el tema y la secretaria del Trabajo, María Luisa Alcalde, tiene menos experiencia que él.

Sólo hay dos sindicalistas en el senado, Carlos Aceves del Olmo, el líder cetemista tan disminuido físicamente como políticamente su central, y sin interlocución alguna con el poder, y Napoleón Gómez Urrutia, el líder del sindicato minero que vivió perseguido judicialmente los doce últimos años fuera del país y, visto lo ocurrido, nunca perdió el control de su sindicato. Regresó como líder minero y externo en las listas de Morena y desde entonces en forma paciente y política está haciendo crecer, continuamente, su base de influencia.

Más allá de sus problemas legales, Gómez Urrutia aprovechó los doce años en el exilio para consolidar una base de relaciones que nadie tiene en México en el ámbito laboral, desde los poderosos sindicatos industriales de Canadá y Estados Unidos hasta espacios en la Organización Internacional de Trabajo, con sede en Suiza, desde relaciones muy estrechas con el líder laborista inglés Jeromy Corbyn, hasta con las centrales sindicales españolas. Estando fuera, Gómez Urrutia terminó creando una red que ningún sindicalista mexicano tiene y se hizo mucho más poderoso de lo que era cuando tuvo que dejar el país.

Ya en el senado, con base en el sindicato de mineros, creó la Confederación Internacional de Trabajadores (CIT), apenas en febrero pasado. En marzo ya tenían personalidad jurídica y ha comenzado un recorrido por el país amarrando acuerdos con grupos sindicales, relacions  con gobernadores y políticos, con los grupos empresariales locales. Tiene, al no ser militante de Morena pero ser senador por ese movimiento, un espacio de operación muy amplio. En un momento tan estratégico como el de la reforma laboral y la etapa final de los acuerdos del TMEC, es el único sindicalista que tiene relación estrecha con sus contraprtes del norte del continente, al tiempo que estos están pidiendo más a México en el ámbito sindical para que los demócratas apoyen la ratificación del Tratado en el congreso de EU.

Hace una semanas, los líderes de las demás centrales sindicales, se reunieron con Napoleón en el senado para buscar un interlución con el presidente López Obrador. Tienen varias preocupaciones comunes. La principal, la no obligatoriedad de las cuotas sindicales, aprobada en la reforma laboral y que deja a los sindicatos muy vulnerables. Ya se elaboró un documento conjunto y será Gómez Urrutia quien lo entregará al Presidente y establecerá  la interlocución.

No nos engañemos: el único sindicalista que está ocupando espacios, llenando vacíos, que tiene interlocución política dentro y fuera del país, es Gómez Urrutia, un hombre controvertido, con amigos y enemigos poderosos pero que, de cara al futuro, tiene ante sí una oportunidad que no está dispuesto a dejar escapar. Es uno de los pocos factores de poder que han nacido con la 4T y que, por sus propias características, se pueden desarrollar con cierta autonomía, incluso, del propio ciclo sexenal. Es un proceso que no deberíamos perder de vista.

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