Este México y nuestras fuerzas armadas nada tienen que ver con las de Chile en 1973 o Argentina en 1976. Son diferentes de origen. Aquellas eran (y pese a haber cambiado mucho todavía en buena medida lo son) elitistas, producto de los grupos sociales más tradicionales de la sociedad, estaban formadas en la lógica antisubversiva de la guerra fría, contemplaban a sus adversarios como un enemigo interior al que había que destruir, estaban imbuidas de una concepción religiosa integrista, prácticamente preconciliar. Nuestras fuerzas armadas surgen de la revolución mexicana, de un Estado laico, tienen sus raíces en la gente y particularmente en los más humildes, se asumen como pueblo porque de él provienen y son parte indisoluble de un sistema político democrático al que le son leales porque creen en él. Cualquier estudio de opinión las coloca como lasinstituciones más y mejor valoradas del país.
Y eso no lo ha podido cambiar la campaña que han sufrido en los últimos años por grupos políticos que preferirían una ruptura con la gente y con el poder civil, que comprenden que son la institución que proporciona hoy el principal andamiaje de sostén al Estado mexicano y preferirían que no estuvieran, para demolerlo y volverlo a construir a su antojo.
Hablar de "golpe blando" es una falta de respeto al presidente López Obrador y a las fuerzas armadas. Al presidente porque la tesis que sustenta esa idea es que el primer mandatario, se esté o no de acuerdo con él, es un hombre voluble y que puede ser orientado hacia uno u otro sentido político de acuerdo a las presiones que se ejerzan sobre él. La paradoja es que los que creen eso se dicen partidarios radicales del propio presidente.
Faltan el respeto a las fuerzas armadas porque no comprenden su sentido de lealtad institucional. Los hombres y mujeres del ejército, la fuerza aérea, la marina no son autómatas que simplemente acatan órdenes, su lealtad es razonada y expresan sus opiniones y visiones del país por sus mandos y por los canales adecuados, y en muchas ocasiones logran trasmitirle a funcionarios de todo rango lo que realmente sucede, porque nadie tiene mejor despliegue e información puntual, sobre todo a nivel tierra, entre la gente, en su vida cotidiana.
Nuestras instituciones, las civiles y las militares, se mueven en el marco de nuestras leyes y de la Constitución. Los que hablan del "golpe blando" lo esgrimen para tratar de implementar, ellos sí, estados de excepción. Escribía en Felipe González este fin de semana en el periódico El País que "alguien diga que la democracia está por encima de las reglas institucionales y que está dispuesto, por tanto, a romperlas porque lo hace de "manera democrática" es terrible y es lo que se le puede oír a Trump, a un polaco o a un húngaro, pero también al brasileño Bolsonaro: tengo la mayoría y puedo cargarme un poder judicial independiente".Así, concluye González, se construyen los regímenes autoritarios.
Para nuestro país, la enseñanza que nos dejan los golpes de Chile o Argentina, es que debemos valorar a nuestrasfuerzas armadas, que son parte sustancial de un sistema de reglas e instrumentos democráticos que no pueden ni deben ser destruidas ni ignoradas. Y comprender que los que hablan del "golpe blando" son, en realidad, los que desean asustarnos con el petate del muerto, precisamente para cambiar esas reglas e instituciones.
GIEI 2.0
El regreso del Grupo Interdisciplinario de Expertos Independientes para el caso Ayotzinapa para hacerloparticipar de las investigaciones, es un error político, judicial y diplomático que ya cometimos. Político, porque se seguirá confundiendo la investigación, de forma tal que no vaya a ningún lado. Judicial, porque ninguna instancia que no sea el ministerio público puede legalmente investigar un delito en nuestro país. Diplomático, porque la intención es contar con instancias internacionales que estén por encima de las instituciones judiciales mexicanas, como ha ocurrido en Guatemala con resultados desastrosos.