5-10-2020 En los próximos días Alfonso Durazo dejará la secretaría de seguridad federal para convertirse en un sólido candidato de Morena al estado de Sonora. Más allá de una evaluación sobre su accionar, que trasciende el desempeño individual en un gobierno tan centralizado y, en este tema, con tantas injerencias, lo cierto es que la estrategia de seguridad diseñada por la administración López Obrador no ha funcionado, lo demuestran las cifras, la violencia incontenible en algunas regiones del país, los muertos, las masacres recurrentes, el que no se haya detenido a casi ningún capo importante de las redes criminales (el Marro es un subproducto de una de las ramas del crimen organizado) y que se hayan vivido episodios como el culiacanazo, que exhibieron esa debilidad.
Las crecientes presiones de Estados Unidos se incrementarán, sea Donald Trump o Joe Biden el próximo inquilino de la Casa Blanca. Ello es inevitable porque el flujo de droga sigue creciendo, las muertes por sobredosis en la Unión Americana también y porque allá no se entiende la estrategia seguida en México.
Acabamos de publicar, apenas está en etapa de distribución, aunque ya está en algunas librerías y en libro electrónico, el libro La Nueva Guerra, del Chapo al fentanilo (Grijalbo 2020) donde tratamos de explicar el futuro del narcotráfico (que está marcado por las nuevas drogas de consumo masivo en la Unión Americana) y por ende como se deben modificar en profundidad las estrategias que ha seguido nuestro país.
Ya hablaremos con más detalle del libro, pero en el prólogo de La Nueva Guerra decimos que “en el mundo del crimen organizado que viviremos después de la pandemia, el fentanilo y otras drogas sintéticas, sobre todo las derivadas de los opiacios tendrán un papel preponderante. En un mundo un poco o un mucho depresivo, con una economía en recesión, con menos trabajo, peor pagado y absoluta incertidumbre, cuando aún tendremos el miedo en el cuerpo ante la amenaza de lo desconocido que significa una pandemia, en el mundo de las drogas ese opiode psicodélico de efectos inmediatos, se entronizará como la más importante de las drogas ilegales. Y eso cambiará todo el mundo del narcotráfico.
“Se necesitarán menos manos pero más arriesgadas para el gran tráfico de drogas; muchas y buenas relaciones internacionales porque el fentanilo o sus derivados provienen de laboratorios, en la mayoría de los casos asiáticos; se requerirá de buenas redes de distribución con una capacidad de ingreso al mercado estadounidense mucho mayor porque no se necesitará pasar toneladas sino kilos de droga para tener las mismas o mucho mayores utilidades.
“Pero las grandes bandas y pandillas se quedarán aquí y se cebarán mucho más con el mercado interno, son las que ya pasaron del narcotráfico al narcomenudeo y, desde allí, avanzaron en el secuestro, el robo, la extorsión. Pasaron y pasarán cada día más del control de rutas al control de territorios e imponen e impondrán también cada día más, esa violencia cotidiana que se han incrementado en forma constante durante las dos últimas décadas”.
En este nuevo mundo del narcotráfico postpandemia, la estrategia debe revisarse a fondo y la salida de Durazo le abre al gobierno federal la oportunidad de hacerlo con un menor costo político. Queda claro que la parte operativa de la seguridad está en manos militares, pero en una nueva estrategia el descabezamiento de las estructuras y redes criminales debe tener un papel mucho más importante que hoy, como lo debería tener la secretaría sobre todo en dos ámbitos: el lavado de dinero y la inteligencia. Desde esa perspectiva se debe realizar la renovación de una secretaría de seguridad que debe permanecer bajo mandos civiles. Insistir en transitar por una ruta que no ha funcionado, con políticos con poca experiencia en el sector, mientras el gobierno de Estados Unidos presiona para intervenir, abonará el deterioro que ya vivimos.
El Papa y el populismo
En medio de la crisis, del covid, de Trump hospitalizado, pocos prestaron atención a la más política de las encíclicas del papa Francisco, Fratelli Tutti. “Hoy, dice Francisco, en muchos países se utiliza el mecanismo político de exasperar, exacerbar y polarizar. Por diversos caminos se niega a otros el derecho a existir y a opinar, y para ello se acude a la estrategia de ridiculizarlos, sospechar de ellos, cercarlos. No se recoge su parte de verdad, sus valores y, de este modo, la sociedad se empobrece y se reduce a la prepotencia del más fuerte. La política ya no es así una discusión sana sobre proyectos a largo plazo para el desarrollo de todos y el bien común, sino sólo recetas inmediatistas de marketing que encuentran en la destrucción del otro el recurso más eficaz. En este juego mezquino de las descalificaciones, el debate es manipulado hacia el estado permanente de cuestionamiento y confrontación”.
No sé cuáles son los ejemplos que tomó el Papa, pero a mi me parece que estamos hablando de un escenario muy parecido al que vivimos todos y cada uno de los días en nuestro país.