La historia como agenda política

13-09-2020 Mientras en México los dos principales aspirantes a la presidencia de Morena, Mario Delgado y Porfirio Muñoz Ledo, libran una batalla que va más allá de cualquier civilidad política, poniendo a su partido literalmente al borde de la ruptura, con acusaciones de traición, golpe de Estado, acoso sexual, corrupción y cualquier adjetivo peor al que Morena pudiera endilgarle a cualquier de sus adversarios, la esposa del presidente López Obrador, Beatriz Gutiérrez Müller, continúa su gira por Europa en la cual, más allá de su propia presencia en la misma, a la que ya nos referimos ayer, destacan las cartas enviadas por el Presidente a distintos mandatarios y al papa Francisco, acompañadas por las declaraciones del propio mandatario sobre lo que él considera la invasión española, las falsedades históricas de la misma y la demanda de disculpas por parte de España y la iglesia católica por esos hechos.


El presidente López Obrador envió una carta al presidente de Italia, Sergio Mattarella, para que preste a México el Códice Florentino y el Códice Cospi para las celebraciones del año próximo, pero en la misma hizo una extraña reivindicación del Che Guevara (extraña por lo menos en una carta de relevancia diplomática entre México e Italia) y luego durante la visita de Beatriz al papa Francisco, volvió a demandar una “disculpa pública” de la iglesia por “la evangelización”, un compromiso de que esos hechos “nunca se repitan” y de paso pidió que se retirara la excomunión de Miguel Hidalgo y José María Morelos. En la mañanera de ayer insistió nuevamente en la solicitud de disculpas públicas de España, en que su gobierno pidiera perdón por lo que llamó “la imposición y el saqueo”, habló de las mentiras de la historia oficial, reclamó que se comience a saber la verdad sobre la conquista y dijo que esa era una forma de lograr la reconciliación con ese país, con el que sepamos, no estábamos enfrentados.


Ya el presidente López Obrador había enviado durante la visita a México del presidente del gobierno español, Pedro Sánchez, en marzo del año pasado, una carta en términos similares. En un comunicado oficial, el gobierno de ese país mostró su disgusto, primero por la publicación de una comunicación privada entre ambos gobiernos y luego por los términos de ésta. “La llegada, hace quinientos años, de los españoles a las actuales tierras mexicanas no puede juzgarse a la luz de consideraciones contemporáneas. Nuestros pueblos hermanos han sabido siempre leer nuestro pasado compartido sin ira y con una perspectiva constructiva, como pueblos libres con una herencia común y una proyección extraordinaria”, indicó entonces el Gobierno de España en el comunicado.


Pero la insistencia en el tema ha horadado la relación con España, al tiempo que el trato con numerosas empresas españolas se ha deteriorado también de forma notable. Eso ha llevado a que la relación con la Unión Europea haya seguido ese mismo camino, como se puso de manifiesto, entre otros temas con el rechazo a apoyar a Jesús Seade en la búsqueda de la presidencia de la Organización Mundial del Comercio. Habrá que ver, por ejemplo, hasta qué punto están dispuestos estos países y el Vaticano a contribuir con piezas, códices y otros apoyos para la celebración planteada para el año próximo, en un contexto donde se les está reclamando disculpas y perdones por hechos ocurridos hace cinco siglos y que ellos no consideran lógico verlos y analizarlos desde una perspectiva actual.


A eso hay que sumarle un gesto que no es en absoluto menor, el retiro de la estatua de Cristóbal Colón del Paseo de la Reforma, dos días antes del 12 de octubre (que en España se celebra como día nacional). La jefa de gobierno, Claudia Sheimbaun, ha dicho que se trataba sólo de un trabajo de restauración de la misma, pero la propia Claudia dijo que habría que analizar que se haría con la estatua y el secretario de gobierno capitalino, Alfonso Suárez del Real sostuvo que “el mundo ha cambiado” respecto a celebrar a los “héroes del colonialismo” y puso en duda su reinstalación.


El tema, como muchos de los que coloca sobre la mesa el gobierno federal, polariza inútilmente a la sociedad y nos distancia de naciones y personajes que han sido tradicionalmente cercanos y aliados políticos y económicos. No tiene sentido plantearlo en estos términos y diplomáticamente termina teniendo consecuencias no deseables.


Ya hay quienes en contraposición han demandado disculpas por la guerra cristera e incluso como el Presidente pidió que se revise la excomunión de Hidalgo y Morelos, “dos sacerdotes buenos”, han recordado las masacres contra los españoles que cometió sobre todo Hidalgo, cuando en diciembre de 1810, por ejemplo, ordenó que en pequeños grupos, 700 españoles presos fueran pasados a cuchillo, una barbarie duró varios días. La violencia desmedida de las tropas de Hidalgo contra los españoles fue una de las causas que lo llevaron a la derrota y por la que fue excomulgado. Es simplemente un ejemplo de que las figuras históricas y sus actos no pueden ser valorados con criterios actuales.

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