4-12-2020 Nadie se sorprendió demasiado con la salida de Alfonso Romo de la oficina de la presidencia. Hace meses que la labor y la opinión de Romo, que fue decisiva para que hubiera una elección y una transición de gobierno tersa con la iniciativa privada en 2018, no era tomada en cuenta en Palacio Nacional
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El empresario era escuchado, opinaba, operaba, pero las políticas públicas iban en otro sentido. Un ejemplo: desde hace exactamente un año, Romo tenía diseñado un plan de inversiones privadas de miles de millones de dólares en el sector energético, incluyendo las energías renovables. La presentación de ese programa se canceló una y otra vez y en cada ocasión que se postergaba, la causa era que se avanzaba en una contra reforma energética que no sólo alejaba inversionistas y recursos, sino que también aumentaba la confrontación con empresas nacionales e internacionales. Desde que se frustró ese gran proyecto de inversiones, la distancia de Romo con el Presidente y con sus interlocutores, los empresarios, se acrecentó.
Unos días antes de la elección presidencial del 2018, tuve una larga entrevista con Alfonso Romo, hablando del futuro gobierno de López Obrador. “Ahora que fuimos a Nueva York, me decía Romo en esa entrevista del 12 de junio del 2018, aparte de las reuniones que tuvimos con los fondos y los bancos, nos sentamos con 20 de las multinacionales más grandes. Y quiero destacar los temas de la plática. En la mañana, era no mover las variables económicas porque todo el mundo está preocupado por el bono de los fondos; la segunda, eran las reformas, sobre todo la energética, darles tranquilidad de que no va a haber un cambio drástico.
JFM: O sea que no va a marcha atrás en la Reforma energética…
AR: No va a haber marcha atrás, ahorita le entramos si quieres. Pero el otra tema, lo más importante con los presidentes de consejo de compañías muy grandes, el tema, el 85 por ciento del tiempo de la reunión, fue la seguridad. A todos les cobran piso en los transportes; en los campos experimentales de compañías que tienen centros de investigación; las compañías petroleras que han ganado licitaciones tienen un problema muy serio con su gente, sobre todo en el mar. Entonces hay un problema muy serio que tenemos que atacar… Va a haber orden. Eso de la rectoría del Estado que Andrés Manuel usa como término, es un Estado fuerte que dé seguridad física y jurídica; que haya Estado de Derecho, que no haya impunidad y que haya seguridad. Jurídica y física. Si un Estado no nos da estas dos, para qué estamos.
JFM: Hablabas de la Reforma Energética. Dices "no va a haber marcha atrás en la reforma energética". Hay quienes dicen, dentro del propio Morena, que sí hay que abolir la reforma energética o la reforma educativa. ¿Qué es lo que se va a hacer con las reformas en realidad, cuál es la propuesta?
AR: ¿Qué estamos diciendo de la reforma energética en concreto?: primero, vamos a respetar todos los acuerdos y el Estado de derecho. Vamos a ver cómo están las licitaciones, por decir algo, porque la reforma es más compleja. A ver, las licitaciones, ¿cómo están?. Hasta hoy lo que hemos analizado y lo que hemos visto, es que están muy bien hechas y quiero aplaudir a la autoridad. Porque nunca me he encontrado con tantas compañías extranjeras aplaudiendo la transparencia con que fueron realizadas las licitaciones de las grandes compañías. En resumen, lo que esté bien lo vamos a dejar, lo que hay que ajustar lo vamos a ajustar, lo que tenemos que quitar, porque no es bueno para el país, le vamos a proponer al Legislativo que lo cambie. Pero los primeros tres años nos estamos comprometiendo a no mover nada, a dar mucha confianza.
JFM: ¿Lo mismo se aplica, por ejemplo, a temas delicados como el aeropuerto (de Texcoco)?
AF: Fíjate, el tema del aeropuerto cuando me dicen que Andrés Manuel no escucha y últimamente ha dicho "estoy dispuesto a concesionar". Cuando era cancelación, a mí esa palabra nunca me gustó…
JFM: …de cancelar a concesionar…
AR: Hay una mundo…”.
Hasta ahí parte de esa larga entrevista, a unos días del triunfo de López Obrador, en junio de 2018. ¿En realidad hay que preguntarse porqué renunció Alfonso Romo?. Simplemente hay que leer cuáles eran los compromisos y las propuestas de hace dos años y compararlo con lo que en estos temas se ha hecho como gobierno. “En los primeros tres años nos estamos comprometiendo a no mover nada, a dar mucha confianza”. Casi todo se ha modificado. Los contratos y licitaciones que no se iban a cancelar, se cancelaron. No iba a haber una contra reforma energética ni educativa, y las dos ya se han escenificado. No se iba a cancelar el aeropuerto de Texcoco sino a concesionar (“dicen que Andrés Manuel no escucha”), y semanas después de esta declaración se canceló. La principal prioridad era dar seguridad jurídica y física a las empresas y ciudadanía (“sino para qué estamos”) y esa demanda sigue más viva que nunca. Por eso se fue Romo. Fin de la historia.