Más allá de Cienfuegos

19-01-2021 Mucho se ha hablado en estos días de los conflictos que podría causar a la relación entre México y Estados Unidos, la divulgación de la investigación que realizó la DEA sobre el general Salvador Cienfuegos. Y es verdad, la divulgación de información confidencial (aunque en términos concretos son pocos los verdaderos datos que surgen de ese documento) será en el futuro inmediato un problema.


Pero era un problema mucho mayor, dejar todo bajo una sombra de duda, particularmente porque los acusadores estuvieron muy lejos de mantener silencio y en la batalla mediática (y política) la opción al no divulgar el informe de la agencia antidrogas terminaba siendo perder-perder: se perdía por la acusación original y se volvía a perder por el sospechosismo que impregnaría las razones para exculpar al General.


Difundir el material de la DEA era importante para demostrar que la acusación no tenían sentido, que es una investigación plagada de falsas suposiciones y errores muy gruesos de interpretación. Y para colmo sin pruebas. Ni una sola involucra a Cienfuegos con los narcotraficantes que eran espiados por la DEA.


Coincido entonces en que se tenía que difundir, aunque ello generara un costo, la investigación para demostrar lo endeble que era y la manipulación de la que fue objeto. Creo que no era necesario que fuera el Presidente el que hablara tanto sobre el tema y criticara personalmente a la DEA y al justicia estadounidense, porque su actuación ante este tipo de eventos tendría que ser con mayor distancia. Era un tema en el que el personaje que debía salir a escena era el fiscal Alejandro Gertz Manero. Pero como ya hemos dicho, el presidente López Obrador no suelta el balón ni quiere hacerlo. Todos los balones son suyos, aunque le den marcación personal, se equivoque por la presión, y el resto del equipo se quede esperando su turno para jugar.
Pero el tema Cienfuegos no es el único que puede generar problemas en la agenda bilateral. En el gobierno de Trump la relación con México se basaba en concretar los temas puntuales que pedía éste, al tiempo que el mandatario no se metía en muchas otras cosas. Trump es otro que no suelta el balón y la inestabilidad es uno de los productos directos de ese narcisismo y descontrol.


Con Biden será muy diferente y el gobierno federal tendrá que revisar por completo su forma de relacionarse, interactuar y trabajar con Estados Unidos. La relación presidencial será menos importante que la institucional, pero también habrá en la administración Biden una agenda que no cambiará cada día de acuerdo a lo que el presidente vea en la televisión y escriba en Twitter.


Los temas de seguridad tendrán que ser revisados casi en su totalidad. En estos dos años la colaboración real fue escasa y la desconfianza mutua. De nuestra parte tenemos que cambiar agenda y estrategia. Pero hay mucho más que está pendiente: un tema central, en términos reales más importante que el caso Cienfuegos, es el energético.


Sea Trump o Biden el que esté sentado en la Casa Blanca, el mensaje dirigido a México es el mismo: respeten los contratos y el marco legal en el que se establecieron. Con Trump, el margen era mayor porque el propio presidente no creía en las energías alternas y renovables, pero con Biden será completamente diferente: Biden hará una apuesta enorme para una reconfiguración energética de la Unión Americana para basarse en las energías renovables. Muchas de las inversiones energéticas realizadas por empresas de Estados Unidos en México parten de esa visión desde el gobierno de Obama y continuaron durante el de Trump.


El TMEC tiene un capítulo energético que prácticamente obliga a compatibilizar las agendas energéticas de los tres países. Si se divulga el expediente Cienfuegos de la DEA, lo peor que puede pasar es que la relación con esa agencia se deteriore, pero si se rompe en términos energéticos, Estados Unidos y Canadá pueden dejar a México sin energía en un par de días.
Súmele el medio ambiente y el aprovisionamiento de vacunas, además del tratamiento de la pandemia y verá que esos son los verdaderos desafíos. Lo de Cienfuegos, su regreso a México y la divulgación de la pésima investigación realizada en su contra influirán en la relación bilateral. Pero los temas más delicados que tendrá que tratar López Obrador con Biden son otros y definirán mucho más el futuro del país.


Sinaloa


La elección en muchos estados será más compleja de lo que creen o dicen en Placio Nacional. Uno de esos estados es Sinaloa. En Morena la designación de Rubén Rocha ha dejado heridas serias en el partido e impugnaciones que se deberán resolver en tribunales. En círculos del oficialismo se ha dicho incluso que el gobernador Quirino Ordaz ya habría negociado el estado. Pero la verdad es que la que se está fortaleciendo es la alianza opositora. Quirino es un gobernador bien evaluado y tiene varias cartas para jugar, asumiendo que el candidato de la alianza surgirá del PRI. Ahí están Jesús Valdez (presidente del PRI local), el senador Mario Zamora, bien visto por el PAN; Juan Alfonso Mejía (secretario de educación) también con una buena relación con el PAN, y Ricardo Madrid, el secretario de desarrollo social. Será, como Sonora, una elección muy disputada.

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