2-03-2021 Como bien ha recordado Leonardo Curzio, es desconcertante que el presidente que concentra el mayor poder en décadas, el que mantiene pese a todos los problemas existentes, un alto índice de popularidad, el que goza de enormes espacios cotidianos en radio, prensa y televisión, se diga acosado y se compare con Madero.
Ni remotamente el presidente López Obrador es el más criticado de la historia. En realidad es más bien al contrario: existe, en parte es su propio mérito, una altísima indulgencia hacia la figura presidencial aún en medio de decisiones que para cualquier otro mandatario hubieran sido catastróficas.
Veamos lo sucedido este fin de semana. El Presidente fue a Zacatecas, uno de esos estados olvidado por la mano del Estado, donde la inseguridad y la violencia se han ensañado terriblemente con la gente. Que en la situación que vive Zacatecas, el Presidente haya recorrido, incomprensiblemente, mil 200 kilómetros en carretera yendo de un acto a otro, no tiene sentido. Que las críticas y manifestaciones, que las hubo, se hayan presentado en algunos eventos es lógico en una tierra tan castigada, pero al Presidente al que el cansancio le hizo olvidar en uno de los últimos eventos dónde estaba, eso no le hizo mella. El gobernador más que exigir fue casi a pedir perdón, el mandatario estuvo cobijado por la Guardia Nacional, todos sabemos que el estado lo ganará Morena en junio próximo (con David, el hermano del líder del Senado, Ricardo Monreal). Nadie puede decir que la tragedia que vive Zacatecas la está pagando políticamente el gobierno y mucho menos el Presidente.
Mientras recorría las carreteras de Zacatecas, en Tonalá, Jalisco, mataron a 11 hombres, la mayoría de ellos simples trabajadores de la construcción, la mayor masacre cometida en los últimos tiempos en ese estado. No quedan claras las causas, pero una vez más, el tema, que podría haber sido motivo de duros cuestionamientos ya que el mandatario estaba recorriendo la región precisamente para analizar temas de seguridad, quedó como una información terrible pero aislada. Paradójicamente, lo importante para muchos medios fue que cinco personas abuchearon al Presidente cuando se bajaba del vuelo comercial que lo llevó de Guadalajara a la ciudad de México (una utilización de vuelos comerciales que es un error que no se ve en Palacio Nacional, como los largos recorridos en tierra, que tarde o temprano generarán un problema mayor).
Veamos lo que ha ocurrido en Guerrero. El presidente López Obrador ha denunciado una campaña en contra de la candidatura de Félix Salgado Macedonio, cuando es evidente que se trata de una crisis provocada por decisiones internas: por una parte, la lucha por la candidatura que lanzó en contra de Salgado, otro aspirante, Pablo Amilcar Salazar, super delegado en el estado, hermano de Irma Eréndira, la secretaría de la función pública, cuñado de John Ackerman, el feliz beneficiario de becas del Conacyt. Por otra parte, y eso es lo más importante, porque un movimiento de mujeres (feministas y no) pusieron contra la pared la candidatura con denuncias reales.
Si a eso le sumamos el desprecio con el que el propio presidente abordó el tema de las mujeres (“yo no sabía que era eso del romper el pacto patriarcal, me lo explicó Beatriz, yo rompí el Pacto por México”) tenemos una tormenta perfecta que, al final, tampoco le costó tanto al presidente y a su gobierno como le hubiera costado a cualquiera de sus antecesores.
Es más, si se opera bien, tendrán en Guerrero una salida bastante más aceptable de las que estaban manejando que, según ha trascendido, podría ser Luis Walton, un hombre con experiencia política, sensato, con buena relación con la gente, con los empresarios del estado, que ya fue presidente municipal de Acapulco y que se ha mantenido lejos de todo ese estercolero en que se convirtió el proceso de selección de candidaturas en Guerrero.
Vamos a otro tema. El presidente suele tratar de involucrar en lo que sea al ex secretario de seguridad pública, Genaro García Luna. Hasta lo terminó relacionando con la detención de Emma Coronel. Pero lo cierto es que en la Unión Americana el caso de García Luna parece no avanzar (lleva ya 15 meses detenido y no se logra siquiera que comience el proceso). En México lo único que tienen son acusaciones por supuestos malos manejos financieros posteriores a que dejara su encargo público en 2012. Es más, ayer se dio a conocer que pese a que la fiscalía que lleva el caso en EU pidió a la Unidad de Inteligencia Financiera que congelara las cuentas de Luis Cárdenas Palomino, uno de los más cercanos colaboradores de García Luna, un juez mantuvo la decisión de no descongelar esos activos porque no existen datos suficientes para esa decisión.
Claro que todo esto merma la labor gubernamental, pero el presidente López Obrador está lejos de ser acosado. Más bien al contrario, goza de alta popularidad y ganará muchas posiciones en junio. Las críticas que sufre se generan por decisiones personalísimas que, además, todavía no le generan costos significativos.