6.07.2022
El horario de verano nació en la posguerra, en Alemania, en 1916 aún durante la primera guerra mundial, y terminando ésta, en 1918, fue asumido por los Estados Unidos, como un eficiente mecanismo de ahorro de energía. En los años 70 ya estaba implementado en casi todo el mundo desarrollado y muchos otros países. La idea era aprovechar de mejor manera, en términos energéticos, la luz del sol, sobre todo en Europa y el norte de América, regiones muy alejadas del Ecuador y con modificaciones importantes respecto a la duración del día en las distintas estaciones.
Esa fue también la razón por la que se implementó en México, durante el gobierno de Ernesto Zedillo, además de que permitía coordinador los horarios con Estados Unidos y otros países en términos comerciales y de servicios. No fue una razón política como se dijo ayer, fue una decisión basada en la energía y la economía. La oposición al mismo fue ridícula: son muy recordados los argumentos de entonces en su contra, por ejemplo, de que ese horario dificultaba para algún legislador su rutinario “mañanero”. Pero lo cierto es que fue una medida acertada que sí significó ahorros de energía y permitió, también, una mejor coordinación de horarios con nuestros principales socios comerciales.
Esta vez tiene razón Rocío Nahle, la secretaria de Energía que ayer declaró que, en el aspecto energético, con los cambios tecnológicos y el notable mejoramiento de los equipos electrodomésticos en el consumo de energía, ese ahorro ha ido disminuyendo y con él ha disminuido la eficacia del horario de verano. También es absolutamente cierto que a la gente el cambio de horario no le gusta y le cuesta aceptarlo, salvo en países donde los cambios estacionales son muy marcados. Incluso nuestros socios comerciales, Estados Unidos y la Comunidad Europea están estudiando cancelar el horario de verano para 2023 o 2024. En ambos sentidos, el energético y el comercial, el gobierno federal tiene razón en avanzar con esa anulación para el año próximo.
Lo que no tiene sentido y habla mucho de cómo se presentan y se toman decisiones, es lo dicho por el secretario de Salud, Jorge Alcocer, para acabar con el horario de verano. No dudo que modificar una hora, hacia adelante o hacia atrás, el horario cotidiano puede tener efectos con lo que se llaman ritmos circardianos, los ciclos naturales de cambios físicos, mentales y de comportamiento que experimenta el cuerpo cada 24 horas, y que están afectados principalmente por la luz y la oscuridad.
Pero de allí a que el secretario de Salud de un país asegure que “no debemos luchar contra el reloj biológico. Los recomendable es volver al horario estándar, que es cuando el reloj solar coincide con el reloj social. El reloj de Dios”, hay una distancia enorme. No hay un reloj de Dios, los usos horarios son y han sido definidos por los hombres y por lo tanto son, en los hechos, una creación social, no divina.
Agregar que el cambio de horario provoca no sólo somnoliencia, infartos, depresiones, suicidios y otros muchos males no deja de ser una especulación. Cualquiera que haya vivido en otro país sabe que todos nos adecuamos a nuevos horarios, nuevas rutinas. El jet lag de un vuelo largo se quita en unos días, en el peor de los casos, y el cambio de una hora, no provoca infartos, ni suicidios, ni mucho menos tiene algo que ver con Dios. Es un invento de los hombres. Alemania fue el primer país que impuso el horario de verano, seguido por Estados Unidos, en los dos casos hace más de un siglo, y probablemente en ambos se modificará esa regulación pero no es porque esa norma haya provocado suicidios o infartos o un menor aprovechamiento escolar, sino por razones sociales y económicas, como se ha dicho.
Al presidente López Obrador nunca le gustó el horario de verano, como tampoco a más del 60 por ciento de la población. Si se acaba con el horario de verano el próximo año es porque eso significará votos y respaldos porque la mayoría de la gente lo aprobará. Es básicamente una decisión política, que además, hoy no afecta ni energética ni económicamente, las dos razones por las que en 1996 se impuso.
Dejemos a Dios y a su reloj en paz y seamos, incluso en el discurso, un poco más racionales en la toma de decisiones. Claro, quizás se habla del reloj de Dios porque las cosas no están precisamente bien entre el gobierno y la iglesia católica, quizás por eso surgen, también, los rumores sobre dar marcha atrás, desde el gobierno, a los derechos de las mujeres respecto al aborto. Pero eso es especulación.
Alito y AMLO
El presidente López Obrador dijo que había sido “indigna”la forma en que se cateó la casa de Alejandro Moreno, Alito, el presidente nacional del PRI, en Campeche. Tiene razón, es una forma política y judicialmente indigna, como es ilegal que la gobernadora Layda Sansores divulgue públicamente audios y videos grabados en forma clandestina.
Alito es uno de los peores dirigentes que ha tenido el PRI en años, tampoco es un ejemplo de legalidad y manejo transparente de recursos, pero ese es otro tema. Si cometió delitos debe ser acusado por ellos y en todo caso juzgado. Sus insuficiencias políticas, muchas, deben ser resueltas por los propios priístas, no por alguna rivalidad política. Lo que muchos se preguntan es si, al final, la defensa de Alito se dio por principios o porque a la 4T le conviene que siga como dirigente del PRI.