13.09.2022 El mismo día en que llegó de visita Antony Blinken, el secretario de Estado de la Unión Americana para hablar de seguridad y migración, y mientras se ha atordado la extradición de Rafael Caro Quintero, la justicia decidió que Miguel Angel Félix Gallardo, el hombre que fue el primer gran jefe del narcotráfico en México, pasara a prisión domiciliaria. Félix Gallardo estuvo directamente involucrado como Caro Quintero y Ernesto Don neto Fonseca (hoy también en prisión domiciliaria) en el secuestro y asesinato del agente de la DEA, Enrique Camarena, en 1985.
Hace un año reapareció Caro Quintero en una entrevista que le hizo la periodista Issa Osorio para Telemundo. Estaba casi ciego y sordo, con un brazo roto, en silla de ruedas, aparentando muchos más que sus 75 años de edad, pero exhibiendo lo duro que pueden ser 32 años en una prisión de máxima seguridad.
Cuando fue detenido en 1989 en Guadalajara, Félix Gallardo era un figura de las revistas de sociales, y un próspero hombre de negocios, era también el jefe de jefes (apelativo que luego heredó uno de sus subordinados que concluyó como sucesor y adversario, Amado Carrillo Fuentes y que se popularizó con la canción que grabaron en aquellos años Los Tigres del Norte) y había sido durante todos los años 80 el hombre más importante del narcotráfico en México.
Lo detuvo un mítico jefe de la policía judicial que durante años había sido su cercano amigo y compadre, Guillermo González Calderoni, quien se había beneficiado ampliamente de esa amistad. González Calderoni, luego de una larga carrera de abusos, traiciones y alianzas con grupos criminales (cuando entregó a su compadre Félix Gallardo, ya estaba trabajando para el cártel del Golfo, de Juan García Abrego) fue asesinado en Mc Allen, Texas, en el 2003, en el estacionamiento de un centro comercial. Había huido de México y se había convertido, luego de un año de prisión en Texas, en testigo protegido de la DEA.
Félix Gallardo conoció las entrañas del poder e inició su relación con el crimen organizado como agente de la Policía Judicial Federal y fue custodio de un político famoso por su corrupción y su convivencia con los grupos criminales, el entonces gobernador de Sinaloa, Leopoldo Sánchez Celis. Se dice que apadrinado por ese gobernador se trasladó a Guadalajara y allí se formó el primer cártel de México, el de Guadalajara. Hasta entonces todos los grupos que traficaban con drogas no dejaban de ser organizaciones locales. Los dos principales operadores de Félix Gallardo eran Rafael Caro Quintero y Ernesto Fonseca Carrillo. El cártel de Guadalajara se convirtió en una organización nacional y la primera que mantuvo una sociedad con el cártel de Medellín, el de Pablo Escobar: nacía el tráfico de cocaína y ellos fueron los grandes beneficiarios.
Pero esa relación fue mucho más allá. Fueron parte esencial de la trama del llamado Irán-Contras, mediante el cual se aprovisionó de armas a la contra nicaraguense que operaba desde Honduras (y se entrenó a sus elementos), a cambio de que se les autorizara ingresar cocaína a Estados Unidos desde México.
Esa trama estuvo detrás de dos asesinatos que cambiaron el escenario en México y de la relación con Estados Unidos, el del periodista Manuel Buendía y el del agente de la DEA, Enrique Kiki Camarena. El de Buendía fue organizado desde la extinta Dirección Federal de Seguridad que estaba en el centro de esos acuerdos con agencias estadounidenses y era a su vez la instancia de contacto con el cártel de Guadalajara. Se responsabilizó a su director José Antonio Zorrilla Pérez, que había sido uno de los más cercanos amigos de Buendía, de tramar ese crimen.
El secuestro, tortura y asesinato de Camarena y su piloto Alfredo Zavala en febrero de 1985, se dio porque presuntamente Camarena (como ocurrió con Buendía) descubrió esa trama. No se sabe si Félix Gallardo ordenó el secuestro, pero quienes sí lo organizaron y estuvieron en el interrogatorio brutal de Camarena fueron Caro Quintero y Fonseca. Ellos fueron señalados como los dos principales responsables y fueron detenidos en 1985.
Félix Gallardo siguió operando con una amplia red de corrupción hasta que en 1989, iniciando el gobierno de Carlos Salinas de Gortari, éste ordenó su localización y detención. Eran otros tiempos y ya había asumido en Estados Unidos la presidencia George Bush, que había sido el jefe de la CIA y luego vicepresidente durante toda aquella trama del Irán-Contras. Félix Gallardo era el último eslabón de aquella historia, fue detenido y desde entonces no ha salido de prisión.
Es una historia de traiciones, muertes, violencia y poder que está profundamente entrelazada con la propia historia política del México del siglo XX y cuyas repercusiones continúan hasta el día de hoy. Ese Félix Gallardo, casi ciego, sordo, enfermo, es el reflejo de esa realidad, de ese país. Se va a su casa. Pero, aunque pareciera, esos ciclos todavía no se terminan de cerrar.