EU, México y el avión iraní-venezolano

09.05.2023

Un avión venezolano, un Dreamliner, estuvo varios días en el aeropuerto de Querétaro, en México, nunca se supo porqué ni que carga depositó y transportó. Su destino, luego de varios recorridos, era Buenos Aires, en Argentina. Allí fue retenido por pedido de las autoridades estadounidenses y se destapó un verdadero escándalo. Los tripulantes (20) eran en su mayoría de la Guardia Revolucionaria iraní, considerada un grupo terrorista por la Unión Americana, el avión era venezolano pero en realidad habría sido cambiado de matrícula porque era un avión también de la misma Guardia iraní. Nunca se supo qué transportaba y porque tenía una tripulación tan abundante incluyendo mandos de esa organización militar de Irán.

El avión se quedó en Argentina, sus tripulantes fueron detenidos y finalmente expulsados a sus países aunque a varios se les sigue juicio acusados de terrorismo. Esta semana la justicia estadounidense finalmente logró quedarse con el avión que volará en los próximos días de Ezeiza a la Unión Americana. Nunca se supo que hicieron ese avión y esos tripulantes durante su larga estancia en México.

En medio de las controvertidas relaciones que mantiene el gobiernos de México con Estados Unidos, hay capítulos que no se aquilatan en nuestro país con la importancia que tienen: uno de ellos es la relación con organizaciones o países considerados terroristas por Estados Unidos o distintas instancias internacionales. Más allá de la relación con Cuba, una de las que más inquieta en Washington es la establecida con dos países que han desarrollado una intensa sociedad entre sí, como Venezuela e Irán, y la relación de éstos con grupos como Al Qaeda y Hezbolá.
Ese avión con una tripulación ligada a la Guardia Revolucionaria Iraní, con otros 14 pasajeros venezolanos, estuvo en México, en Querétaro varios días, no hubo control sobre su tripulación, recibió una carga que es sospechosamente pequeña para un avión de esa magnitud, y partió hacia Argentina, donde fue detenido precisamente porque era un avión denunciado por Estados Unidos.

El avión estaba boletinado por autoridades aeronaúticas pero también por la Oficina de Control de Bienes Extranjeros (OFAC), con la que México mantiene una relación particularmente estrecha. Era propiedad de la compañía estatal venezolana Conviasa, que está en la lista negra de la OFAC que, como se sabe, elabora un listado de personas y empresas con las cuales está prohibido operar, basada en lo que considera una amenaza para la seguridad nacional de la Unión Americana. La Guardia Revolucionaria Iraní, y su grupo de élite llamado Qduas, están en esa lista, pero además son considerados agentes terroristas, por los atentados que han cometido en distintas partes del mundo. El avión hasta enero del 2022 era propiedad de una empresa iraní que también está en esas mismas listas, porque se considera que vende y aprovisiona ilegalmente de armas a organizaciones terroristas.
Todos esos datos constan en las listas que cotidianamente utilizan y supervisan los gobiernos, como la de OFAC, incluyendo por supuesto el de México. Nunca se debió permitir el ingreso a nuestro país de ese avión, no se podía comerciar con él ni tampoco aprovisionarle combustóleo, se debería saber que, por lo menos los ochos miembros iranís de su tripulación, eran miembros de la Guardia Revolucionaria, porque estaban denunciados como tales y que el comandante es un miembro activo de la misma, familiar, además, del ministro del interior de Irán.
Tan pública era esa información, que el avión, que aterrizó primero en la ciudad de Córdoba, Argentina no fue surtido de combustible por las empresas YPF y Shell, porque sabían que estaba boletinado por la OFAC. Se dirigió a Buenos Aires donde tampoco fue aprovisionado, por eso trató de llegar a Montevideo. Pero el gobierno de Uruguay no le permitió aterrizar y regresó a Buenos Aires, donde por la denuncia que recibieron fiscales y jueces, terminó siendo retenido, tanto el aparato como sus tripulantes.
Nadie ha reclamó, por cierto, la carga que había recibido en Querétaro. Quien haya vendido esa carga y quien la haya comprado, además, estaría violando las normas de la OFAC, que prohibe operaciones con empresas o personas boletinadas. El avión, un Dreamliner, es absurdo que sólo llevara esa pequeña carga, y mucho más una tripulación tan nutrida de casi 20 personas, cuando un avión de carga difícilmente lleva más de dos tripulantes.
Se ha reconstruido el itinerario de ese avión antes de volar de Querétaro a Buenos Aires. En apenas tres semanas, había estado cinco veces en Caracas, cuatro en Teherán (capital de Irán), dos en Ciudad del Este (Paraguay), dos en Belgrado (Serbia), una en Moscú y otras dos en Querétaro. Ese solo itinerario de vuelos lo volvería altamente sospechoso.
El gobierno argentino, con buenas relaciones con Venezuela y con Irán, a pesar del atentado contra la mutual judía AMIA en Buenos Aires, en 1994, que dejó 22 muertos, atentado con participación iraní, quiso hacer pasar todo por una confusión. Pero la justicia opinó todo lo contrario, profundizó en las investigaciones y se sumaron las autoridades de Estados Unidos que ahora se han quedado con el avión.
En México, se ha ignorado la investigación, pero está viva. Habrá que ver hasta donde se estira la liga de la misma. Venezuela, Irán, la Guardia Revolucionaria y tráfico de personas y productos ilegales es una mezcla muy apetecible para la justicia.

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