07.06.2023
No sé lo que harán Claudia Sheinbaum y Adán Augusto López en los próximos días, pero la decisión que tomó ayer Marcelo Ebrard de separarse de su cargo a partir del lunes 12 de junio para competir abiertamente por la candidatura de Morena para el 2024 los obliga a tomar decisiones que no estaban en la agenda de ninguno de los dos aspirantes.
El domingo 11 de junio, a las 6 de la tarde, el Consejo Político Nacional de Morena, que encabeza el gobernador Alfonso Durazo, se reunirá de forma virtual para decidir el método de selección de candidatos de ese partido. Según dijo ayer en la tarde Ebrard, existe un consenso de que se cumplirían las tres premisas que el próximo excanciller propuso desde diciembre pasado: que los aspirantes se separen de sus cargos, que haya una encuesta con una única pregunta: ¿quién desea usted que sea el candidato o candidata?, que exista un debate entre los aspirantes, y que se plantearán en el método de selección a decidir el domingo.
Habrá que ver si es así y si ésa es la posición del Consejo Nacional, ello implicaría que Marcelo tiene más coincidencias de las que algunos suponen, porque tanto Adán como Claudia se han declarado en contra de esos mecanismos y más aun de la decisión de separarse de sus cargos.
Todo es posible en la elección interna de Morena. Sigo pensando que estaremos ante la elección de un solo hombre, la del presidente López Obrador, pero no se puede cerrar la puerta a la posibilidad de que, siendo así, terminen prevaleciendo otras opiniones o factores de poder.
Uno de los equívocos de la época priista es que la sucesión, la decisión sobre el sucesor, era personalísima de parte del presidente en turno. Por supuesto que la última decisión siempre, desde Lázaro Cárdenas hasta Carlos Salinas de Gortari, fue así, pero nunca fue una ruta rectilínea, y siempre el presidente en turno tuvo que tomar en cuenta otros factores.
Hace unos días entrevistaba sobre el tema a Cuauhtémoc Cárdenas y éste me platicaba sobre cómo fue la decisión de su padre respecto al sucesor y no es muy diferente a la que se está planteando ahora. Si se cumple lo dicho por Ebrard: un proceso que, en los hechos, dependerá de los apoyos dentro y fuera del partido que tengan los aspirantes, luego de una renuncia al cargo de todos ellos (en el caso de Cárdenas, sus aspirantes, Manuel Ávila Camacho y Francisco J. Múgica, ofrecieron esas renuncias, respectivamente, a las secretarías de la Defensa y de Comunicaciones, más de un año antes de las elecciones) para poder debatir y juntar apoyos con transparencia. Y, tercero, de un ejercicio de debate que también permita saber qué opinan, qué quieren hacia el futuro cada uno de esos aspirantes.
No sé si el domingo el Consejo Político Nacional de Morena se inclinará por ese método, pero parece ser bastante viable si fuera verdad que el Presidente, como dijo el lunes, no inclinará la balanza. Yo no creo que esa abstinencia presidencial sea posible, sigo pensando que la suya será una decisión personalísima y que posiblemente lo sucedido en el Estado de México, en comparación con lo ocurrido en Coahuila, lo llevarán a la decisión de que una candidatura única elegida desde Palacio Nacional puede garantizar mejor la competitividad y la unidad.
Pero no podemos ignorar que el Presidente también tendrá que decidir basado en las capacidades de generar unidad y acuerdos de cada uno de sus aspirantes. No son decisiones que se puedan tomar sin conocer el entorno, la circunstancia y los apoyos, internos y externos. En ese sentido, analicemos dos de esos tres puntos. Renunciar de una vez a sus cargos y debatir públicamente sus programas serían aspectos fundamentales de cara al futuro. Después de todo ello, la decisión sí será personalísima. Pero, sin ello, se vuelve demasiado autoritaria y se tendría que saldar un proceso de legitimación que podría ser demasiado largo y desgastante ante las potenciales diferencias internas.
La decisión de Ebrard rompe un círculo vicioso y obliga a los otros aspirantes a cambiar también. Habrá que ver si es suficiente, si dejar el cargo el 12 de junio debilita o fortalece. Mi opinión muy personal es que Marcelo es mucho más competitivo desde la calle que desde la cancillería. Habrá que apostar sobre la decisión del consejo que encabeza Alfonso Durazo.
DE CHIHUAHUA A CHIAPAS
De Guachochi, Chihuahua, a Frontera Comalapa, en Chiapas, hay unos 2 mil 500 kilómetros que llevan, dicen las redes, unas 33 horas ininterrumpidas de conducción. Son dos mundos, pero son una demostración más del empoderamiento criminal.
Ayer, un comando armado disparó más de 700 balazos contra un pequeño templo de ese municipio indígena, en la sierra Tarahumara, cerca de donde hace unos meses fueron asesinados unos sacerdotes jesuitas. Este nuevo ataque, obviamente, ha quedado impune. Como lo están los que sufren cotidianamente los indígenas, en su mayoría tzotziles, que habitan en la sierra chiapaneca.
En esos dos territorios, alejados a miles de kilómetros de distancia, lo que pertenece y perdura es el empoderamiento de los grupos criminales y la impunidad.