Madrid 26 de marzo.- Estos, sin duda, son días importantes para la economía internacional, con amplias repercusiones para la propia economía mexicana. Este fin de semana concluyó la reunión del Consejo de Europa en Lisboa, donde se disidió una amplia liberalización de la comunidad para elevar su ritmo de crecimiento económico y equiparlo al de Estados Unidos y, aunque usted no lo crea, la firma del tratado de libre comercio con México es una pieza importante en esa estrategia y así lo han dicho en todos los tonos posibles. Por otra parte, hoy lunes inicia la reunión de los países productores de petróleo de la OPEP, en un marco de fuertes presiones estadunidenses y europeas para que se eleve significativamente, en aproximadamente dos millones de barriles diarios, la producción de crudo, evitando así que los precios continúen excesivamente altos. Evidentemente, aunque México no es miembro de la OPEP, se trata de uno de los principales productores que logró, con el pasado recorte a la producción, un importante aumento de los precios, y ahora es partidario de elevar la producción.
Madrid 26 de marzo.- Estos, sin duda, son días importantes para la economía internacional, con amplias repercusiones para la propia economía mexicana. Este fin de semana concluyó la reunión del Consejo de Europa en Lisboa, donde se disidió una amplia liberalización de la comunidad para elevar su ritmo de crecimiento económico y equiparlo al de Estados Unidos y, aunque usted no lo crea, la firma del tratado de libre comercio con México es una pieza importante en esa estrategia y así lo han dicho en todos los tonos posibles. Por otra parte, hoy lunes inicia la reunión de los países productores de petróleo de la OPEP, en un marco de fuertes presiones estadunidenses y europeas para que se eleve significativamente, en aproximadamente dos millones de barriles diarios, la producción de crudo, evitando así que los precios continúen excesivamente altos. Evidentemente, aunque México no es miembro de la OPEP, se trata de uno de los principales productores que logró, con el pasado recorte a la producción, un importante aumento de los precios, y ahora es partidario de elevar la producción.
Con relación a la Unión Europea, sus resoluciones en la cumbre de Lisboa son muy significativas. La problemática europea es sencilla: crece a la mitad de Estados Unidos, con una tasa de desempleo que en algunos casos es del triple de nuestros vecinos del norte y una inflación similar. La distancia así se amplia, y ello se refleja en un debilitamiento del euro como moneda internacional. Le darán la vuelta a este camino.
La decisión europea, impulsada por el centroderechista español. José María Aznar y por el laborista (socialdemócrata) británico Tony Blair, se resume en una palabra: liberalizar todo lo posible la economía, desregularizar y recurrir masivamente al internet para facilitar la marcha económica (uno de los objetivos es que en máximo cinco años todas la escuelas de los países miembros de la CE tengan acceso y estén conectadas a internet: ¿a usted no le suena similar a esa propuesta de inglés y computación que hemos conocido en México?). Sólo se impidió temporalmente la privatización de los ferrocarriles y el correo porque Francia se opuso, pero el punto ya está en la agenda e inevitablemente se deberá llevar; más temprano que tarde, a cabo. No han faltado, este mismo fin de semana, críticas de los sectores más tradicionales de la socialdemocracia a la vía elegida, que se califica como de crudamente liberal, pero lo cierto es que aunque Tony Blair haya sido uno de sus impulsores e incluso uno de los voceros para darla a conocer, desactiva muchas de esas críticas. Recordemos que la mayoría de los gobiernos-europeos están encabezados por socialdemócratas y, salvo los franceses, los demás han respaldado este camino.
En este marco, el comercio hacia fuera de la Comunidad se ha convertido en una materia clave para el nuevo desarrollo europeo. Y es allí donde muchos se ha insistido en los medios europeos, pero particularmente de España y Portugal (que se perciben sí mismo como los beneficiados, con esta oportunidad) de la potencialidad del acuerdo de la CE con México.
La posibilidad de la triangulación de muchos productos de y hacia la Comunidad entre ésta y Estados Unidos, vía México, es la que más llama la atención en los especialistas. Y es que si la Comunidad se va a liberalizar y se apronta para competir, su objetivo debe ser crecer internamente, pero también penetrar en el mercado estadunidense con mucha mayor profundidad. Y lo cierto es que el TLC en México con la Unión Europea, permite en un esquema de triangulación vía México, una disminución automática del costo fiscal de ese comercio de entre 10 y 15 por ciento. Insistimos: si el gobierno de los empresarios de nuestro país, actúan en consecuencia, esta ventaja comparativa se puede convertir en un flujo muy intenso de inversiones directas de Estados Unidos y de Europa en México, para aprovecharla en su beneficio en el comercio entre esos dos grandes mercados.
El otro punto de la agenda internacional es la reunión de la OPRP, que comenzará este lunes en un marco de profundas divisiones y presiones. Desde el jueves el Congreso estadunidense autorizo al presidente William Clinton adoptar sanciones comerciales y económicas contra los países productores de petróleo que se nieguen a aumentar la producción, para así equilibrar los precios. Desde la crisis de los años 70 no se percibía una actitud tan dura de los estadunidenses (en buena medida secundada en este caso por los europeos, por causas obvias: por ejemplo, con un aumento que se dio a conocer ayer en la gasolina en España, ésta ha aumentado 11 pesetas, casi un dólar más, en lo que va del año) y todo indica que tendrán éxito; la mayoría de los productores, incluyendo México, están dispuestos a aumentar su producción (nuestro país lo haría en 350 mil barriles diarios) con el fin de equilibrar los precios en una banda que oscile en aproximadamente 22 dólares por barril. Se oponen a la medida, y sin duda, sufrirán -si persisten en esa posición-alguna sanción estadunidense, Irán, Irak, Argelia y Libia. Pero incluso entre los demás productores árabes, la decisión es flexibilizar sus políticas: recordemos que en estos días, el propio Clinton está en una gira por Oriente que continúa por el mundo árabe.
La conclusión es relativamente sencilla: nos guste o no, el mundo se está liberalizando en forma cada vez más acelerada, apostando todo a la carta de la globalización, azuzado por los resultados económicos de Estados Unidos en los últimos cinco años. La única gran economía que aún no termina de adoptar una decisión en este sentido es la japonesa, que no logra salir de la crisis en la que entró hace un par de años y no lo hará, auguran estdunidenses y europeos, mientras no decida un cambio de rumbo.
Evidentemente, el hecho amerita más de una reflexión: ¿es la globalización y liberalización de mercados el único camino? ¿cómo funcionará para aminorar las diferencias entre los más y los menos desarrollados, incluso en economías avanzadas como la europea? ¿qué sucederá con los sectores que, en cada país, no tengan ventajas comparativas para competir en el mercado global?. Esas preguntas no tienen respuestas claras en estos momentos, pero los dirigentes estadunidenses y europeos, con los que como país estamos asociados, han decidido buscar esas respuestas sobre la marcha, en un camino de creciente liberalización que inevitablemente estaremos destinados a recorrer. En ese contexto, lo mejor será estar preparados y tratar de buscar, con nuestras propias decisiones políticas, los antídotos a los principales desafíos que se presentarán en términos nacionales, a esa vía que el mundo ya está recorriendo.
Ello nos llevará a otro punto que abordábamos también en otras entregas: ¿cómo influirá esta asociación en nuestra política exterior?. Porque no nos engañemos; las vías de la liberalización y la globalización, no es sólo económica: exige, se reconozcan o no, decisiones y coaccciones políticas, para abrir los sectores que se resistan a ella. Y ahí está el caso de la OPEP y la producción de crudo para demostrarlo. En un mundo industrializado y crecientemente interconectado, las principales economías no pueden darse el lujo de dejar librados al azar a algunos de sus principales insumos, como lo es el petróleo y la energía. Y si para defender el crecimiento sin inflación tienen que disponer de medidas duras, lo harán. E insistimos, debemos, a partir de esta nueva realidad, no sé si revisar, pero por lo menos reflexionar sobre nuestro futuro económico y como país, porque estamos ya, involucrados en una dinámica y un proceso, del que no podemos aislarnos. Nadie, lamentablemente, parece comprenderlo así en nuestras grises campañas electorales, cuyos candidatos prefieren quedarse en los agravios personales o las anécdotas en lugar de debatir sobre el verdadero futuro de la nación en un momento de cambio de rumbo de la economía mundial.