En una operación realizada por la PGR, la madrugada del 20 de junio, fueron aseguradas, en El Salado, propiedades de Ismael El Mayo Zambada jefe del cártel de Sinaloa. Acercarse al reino de Zambada no es sencillo: el pueblo vive de sus empresas y de sus inversiones y desde 10 kilómetros a la redonda de sus propiedades es imposible avanzar hacia ellas sin evitar el “pitazo”. La ruta de las drogas para ingresar a Estados Unidos vía nuestro país está puesta hoy en el mar y particularmente en el Pacífico. Desde hace varios meses la cocaína no llega a México vía aérea debido al sistema de radares de la frontera Sur, ahora llega por tierra y por un tráfico hormiga. El triángulo de Sinaloa Durango y Chihuahua se destaca por la producción de mariguana y amapola.
El Salado es un pueblo pequeño, pobre, ubicado a unos 60 kilómetros en línea recta de Culiacán, Sinaloa. Un pueblo en el que no parece haber demasiadas formas de ganarse la vida sino fuera por un imponente rancho de 650 hectáreas, con instalaciones modernas, dedicado a la producción lechera y que compra la de prácticamente todos los vecinos de la localidad dedicados a esa industria. El rancho Puerto Rico, en muchos sentidos una institución modelo, además de sus modernas instalaciones y su extensión cuenta con unas 5 mil 700 cabezas de ganado, más de un centenar de trabajadores de planta, caballos, unos 37 vehículos y una zona descanso, una residencia llamada pomposamente Palma de Mallorca, ubicada en una verdadera isla, cuando la sequía no seca, como en estos días, el lago que la rodea, dejándola árida e infestada de mosquitos.
El propietario del rancho Puerto Rico y de su establo lechero, tiene en El Salado las dos mejores propiedades del pueblo y estaba construyendo una tercera, todas con su respectiva capilla, casa de muñecas, jardines, automóviles de lujo y camionetas compradas recientemente, más algunas guacamayas que no dejan de verse extrañas en el escenario sinaloense. Se trata de viviendas un poco recargadas en su decoración pero que no son, tampoco, una expresión más del art narco. Porque resulta que el dueño de esas propiedades (y de otras ubicadas en localidades cercanas), es el jefe del cártel de Sinaloa, Ismael El Mayo Zambada. Esas propiedades, que eran una suerte de casas de descanso para el conocido narcotraficante, para uno de sus hijos y para las esposas de ambos, fueron aseguradas por la PGR en una peliculesca operación, en la madrugada del pasado 20 de junio.
La operación en sí misma era importante porque se trataba, luego de la detención del comando del cártel de Sinaloa que estaba operando en Tijuana para ensuciarle el terreno a los Arellano Félix, la primera que se realiza en forma directa contra este hombre que es el sucesor, en ese territorio, de narcotraficantes míticos como Amado Carrillo, Rafael Caro Quintero, Ernesto Fonseca, Héctor El Güero Palma, El Chapo Guzmán o José Quintero Payán. Pero acercarse al reino de El Mayo Zambada no es sencillo: el pueblo vive de sus empresas y de sus inversiones y desde 10 kilómetros a la redonda de sus propiedades es imposible avanzar hacia ellas sin el inevitable pitazo.
Para asegurar esas propiedades, donde por cierto no se encontró a Zambada, se decidió realizar una suerte de desembarco aerotransportado: en una población que no pudimos identificar pero localizada a 250 kilómetros de Culiacán, se comenzaron a concentrar, desde días antes, helicópteros para el transporte de agentes de élite y éstos fueron concentrados en el mismo lugar con distintas excusas. En la madrugada del 19 para el 20 de junio, esos helicópteros emprendieron el vuelo hacia El Salado: demoraron unas tres horas en llegar a su objetivo y comenzar a asegurar las propiedades, inmediatamente después fueron apoyados por un centenar de soldados. No hubo enfrentamientos, no se encontraron (salvo en una propiedad ubicada en un pueblo cercano, Quilá) armas ni drogas: el rancho y una de las casas principales era de El Mayo Zambada, la otra de uno de sus hijos. Es más, la esposa de Ismael Zambada, la señora Rosario Niebla Cardozo presentó ante la PGR, apoyada por la Coparmex local, un acta de divorcio y demanda que le sean restituidas las propiedades aseguradas, mientras que la dependencia del pueblo respecto al rancho es tan alta, que se decidió que el mismo continúe funcionando, ya asegurado por la PGR y entregado a la dirección de bienes asegurados de la SHCP, controlado por el mismo administrador que trabajaba para sus propietarios originales.
Esta sería una historia más de las vicisitudes de la lucha contra el narcotráfico sino fuera por la batalla que se está librando, en diversos ámbitos, en esa región del país para controlar el territorio y el paso de drogas hacia Estados Unidos en una doble vertiente: por una parte por el violento enfrentamiento entre los Arellano Félix y el cártel de Sinaloa por el control de Baja California, el mar de Cortes y Sinaloa. Por la otra, por el enfrentamiento que las autoridades deben sostener, en forma simultánea, con ambos cárteles. Hasta ahora, en esa batalla, la mayoría de los golpes se habían dirigido hacia los Arellano Félix, pero el del 20 de junio fue el primer golpe directo contra el cártel de Sinaloa y El Mayo Zambada, desde la detención de Quintero Payán.
Y es que la ruta de las drogas para ingresar a los Estados Unidos vía nuestro país está puesta hoy más que en ningún otro terreno, en el mar y particularmente en el Pacífico. Una de las principales razones es que la cocaína proviene de Colombia y la vertiente de ese país que da hacia el oriente es la que mayor concentración de grupos guerrilleros tiene, los cuales coludidos con organizaciones de narcotraficantes controlan más del 30% de la superficie total de esa nación.
Hacia el Pacífico se están volcando los cargamentos de los laboratorios distribuidos en esa extensa “zona liberada” de Colombia y desde allí toman rumbo hacia el norte. En este sentido, es evidente la importancia que cobran los litorales mexicanos para este tráfico. Esa importancia se redobla por la enorme cantidad de plantíos que se encuentran en la sierra sinaloense.
Desde hace ya varios meses la cocaína no llega a México como en el pasado, en vuelos provenientes de centro o Sudamérica: el sistema de radares localizado en la frontera sur, conectado al sistema hemisférico que opera la aduana de los Estados Unidos, prácticamente ha cerrado esa puerta a los narcotraficantes. En los últimos meses sólo se han detectado tres vuelos que, en las tres ocasiones, fueron frustrados. Uno de ellos un vuelo que aterrizó en Chetumal, después de la fuga de Mario Villanueva, en el que fue detenida la hija del narcotraficante Ernesto Fonseca, Don Neto, cuando transportaba una importante carga de cocaína. Otro vuelo aterrizó en Tequesquitengo y al ser interceptado sus tripulantes lo abandonaron con la carga. Un tercero llegó a la zona de Puerto Vallarta: se le encendieron luces en una pista clandestina, pero al observar los narcotraficantes que estaban en tierra que el avión era perseguido por la PGR y la Defensa, apagaron las luces y huyeron. El piloto decidió aterrizar en el aeropuerto de Puerto Vallarta, que en ese momento estaba cerrado y allí abandonó la aeronave, con toda la carga, atravesada en la pista para impedir que lo alcanzaran sus perseguidores.
La droga ahora llega por dos vías. Por una parte por tierra: los aviones llegan hasta la frontera sur y penetran en territorio mexicano con camiones o por un tráfico tan hormiga como constante. Pero la vía más importante, por lo menos para la vertiente del Pacífico, es por barco. El último aseguramiento de un barco con tres toneladas y media de cocaína demuestra lo sofisticado de ese tráfico marítimo. Se trataba de un barco pesquero, tiburonero, que acababa de ser comprado en Estados Unidos, en Virginia. De allí navegó hacia Yucatán, donde estuvo en obras en Puerto Progreso. Siguió hacia el sur, cruzó el canal de Panamá y se dirigió hacia la península de Baja California; repostó en La Paz y allí fue detectado. Comenzó a ser perseguido por la marina y la aeronaútica, frente a Mazatlán. Los tripulantes, como en Arma Mortal, se arrojaron al mar para tratar de escapar y trataron de hundir el barco. Cuando éste parecía ya perdido, los marinos lograron sacarlo nuevamente a flote. La sorpresa fue que en la primera revisión no se encontró nada en el barco. Entonces se le aplicó un scanner que sirve para rastrear rastros de drogas y se encontraron muestras de cocaína en la zona de los tanques de agua. Se perforaron éstos y, dentro de ellos, en unos compartimientos especiales, se encontraron tres y medio toneladas de cocaína pura.
¿Por qué entonces es importante la sierra del triángulo Sinaloa, Durango Chihuahua, para los narcotraficantes?. Por varias razones, primero, porque allí está la producción directa de mariguana y amapola para producir la goma de opio y la heroína. En la sierra, plagada de innumerables sembradíos y pistas clandestinas, se utilizan aviones pequeños para dar, literalmente, un salto hasta la frontera. Se llega al lado mexicano de la misma y, desde allí entran a Estados Unidos por vía terrestre. El método sirve para transportar no sólo la mariguana y goma de opio (o heroína) sino también, la cocaína que llega por mar desde Colombia.
El control de ese territorio, luego de la fragmentación de los cárteles principales provocada por los golpes que han recibido en los últimos años, es decisivo para posicionarse en ese ilegal y lucrativo negocio. Lo importante, en todo caso, es comprender la magnitud del desafío, todo lo que está en juego y comprobar que los golpes no están siendo dirigidos sólo a una de las organizaciones en disputa con el fin de fortalecer a la otra, como ocurrió demasiadas veces en el pasado. El golpe contra El Mayo Zambada y su organización trata de ir en ese sentido, luego de las caídas de sus rivales de Tijuana. Con todo, queda la duda respecto a saber quién es realmente el que manda en esas regiones del país.